El pensamiento social latinoamericano y la persistencia de las desigualdades
Por, Sonia ?lvarez Leguizam¨®n, profesora de la Universidad Nacional de Salta, Argentina
La persistencia de las desigualdades en Am¨¦rica Latina, 9
Am¨¦rica Latina ha sido el primer subcontinente en descolonizarse del poder europeo a comienzos del siglo XIX. Sin embargo, no por esto se han erradicado las relaciones coloniales de dominaci¨®n basadas en la creencia de que las culturas vinculadas con Europa son superiores a las nativas o a sus mezclas. Luego de la conformaci¨®n de los estados-naci¨®n, las ciencias sociales locales han desarrollado concepciones con las que se ha pensado la desigualdad ¨¦tnico-social y nuestra propia identidad, usando diferentes conceptos para explicarla: sociedades dependientes, rep¨²blicas neocoloniales, neocolonialismo interno o heterogeneidad estructural, entre otros. La producci¨®n y reproducci¨®n de la pobreza masiva y de la desigualdad socio-¨¦tnica, han sido objeto de una problematizaci¨®n persistente en las ciencias sociales cr¨ªticas latinoamericanas, en contraposici¨®n a las nociones de civilizaci¨®n, progreso y desarrollo.
Am¨¦rica Latina sigue siendo la regi¨®n m¨¢s desigual del mundo. Sin embargo, la desigualdad no es un sin¨®nimo del subdesarrollo, sino una forma particular de capitalismo. Entre los 15 pa¨ªses m¨¢s desiguales, est¨¢n: Bolivia, Brasil, Ecuador, Colombia, Paraguay, Honduras, Panam¨¢, Chile y Guatemala. La Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina (CEPAL) y la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE) reconocen que en los ¨²ltimos a?os ha habido una reducci¨®n de la desigualdad en pa¨ªses como Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela, Uruguay y M¨¦xico. Esto gracias a la generalizaci¨®n de programas sociales llamados de ¡°transferencia condicionada¡± para pobres y sobre todo - entre los primeros cinco pa¨ªses - a la llegada de gobiernos de car¨¢cter popular, los cuales han desarrollado pol¨ªticas de distribuci¨®n del ingreso hacia las poblaciones m¨¢s desfavorecidas, como son la mejora de los salarios reales, el aumento de la cobertura de seguridad social y el acceso a servicios de salud y educaci¨®n b¨¢sica.
Estas mejoras, sin embargo, no cambiaron las condiciones de profunda desigualdad vividas en la regi¨®n. Algunos factores explican dicho proceso. El primero tiene que ver con que estos gobiernos accedieron al poder luego de las luchas sociales que protagonizaron las v¨ªctimas de los procesos de empobrecimiento generados por las ¡°reformas¡± neoliberales, llevadas a cabo en las mayor¨ªa de los pa¨ªses latinoamericanos durante las d¨¦cadas de los 80 y los 90. El neoliberalismo ¡°democr¨¢tico¡± privatiz¨® servicios p¨²blicos y energ¨¦ticos, desmantelando o fragmentando a los ya d¨¦biles Estados de Bienestar por medio de la disminuci¨®n de derechos sociales, la precarizaci¨®n del trabajo, la concentraci¨®n de ingresos y riqueza, al mismo tiempo que expulsaba a millones de personas a la pobreza y les negaba sus derechos fundamentales.
El segundo est¨¢ relacionado con que estas pol¨ªticas no modificaron las estructuras de poder neocoloniales aunque algunos de estos pa¨ªses, como Ecuador y Bolivia, est¨¢n avanzando en esa direcci¨®n.
Finalmente, un tercer elemento para explicar la persistencia de la desigualdad se relaciona con la intensificaci¨®n, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, de un modelo extractivista de los recursos naturales en manos de corporaciones multinacionales, asociadas con los due?os de grandes latifundios y de una burgues¨ªa local que producen procesos de desposesi¨®n creciente, como el caso del monocultivo para biocombustible o la expansi¨®n de la soja transg¨¦nica.
Viejos temas para los nuevos rostros de la desigualdad
Los an¨¢lisis que la teor¨ªa social critica latinoamericana ha desarrollado sobre la desigualdad y la pobreza, antes mismo de la "era neoliberal", ya hab¨ªan explicado de cierta forma la din¨¢mica de estos factores estructurales.
Estos estudios mostraron:
1?) la estrecha relaci¨®n entre las diversas formas de expansi¨®n del capitalismo en la geopol¨ªtica mundial y los discursos que construyen la inferioridad de las sociedades ¡°dependientes¡± como siendo subdesarrolladas, atrasadas, incivilizadas o perezosas, mediante los cuales se pretende justificar dicha expoliaci¨®n;
2) que la desigualdad en el contexto de una econom¨ªa neocolonial globalizada concentra, expropia y succiona excedentes diversos de sus econom¨ªas sat¨¦lites hacia las ¡°centrales¡± por medio de relaciones de dominaci¨®n diversas y, entre otros, por procesos llamados de ¡°acumulaci¨®n originaria¡± constante;
3) que existe una tendencia del capital a desvalorizar el trabajo por medio de diversos mecanismos de superexplotaci¨®n, ya sea por la v¨ªa de su precarizaci¨®n o del sobretrabajo no pagado, al mismo tiempo en que una creciente masa de personas quedan fuera de la posibilidad de conseguir empleo; todo ello a pesar de su capacitaci¨®n, de las luchas por la mejora del nivel de vida y la adquisici¨®n paulatina de derechos sociales debilitados con diversas artima?as.
Generalmente para medir la desigualdad se usa el llamado coeficiente de Gini el que se construye a partir de la medici¨®n de los salarios y otras fuentes de ingreso de la poblaci¨®n. A partir de all¨ª y de otras triqui?uelas de la econom¨ªa pol¨ªtica se invisibilizan los procesos de concentraci¨®n de los recursos b¨¢sicos para la vida como lo son la tierra, el capital, el agua y el empleo. Se obvia entonces estudiar los procesos de concentraci¨®n de la riqueza que en realidad son los que producen pobreza y carencia de medios de empleo y subsistencia. Por esto, es fundamental observar el grado de concentraci¨®n de los recursos sociales en general y de los factores econ¨®micos o de los medios de producci¨®n; esto es la propiedad de la tierra, del capital, de la ciencia y la tecnolog¨ªa aplicada a la producci¨®n, como se?alar¨ªa Marx.
Los estudios sobre la importancia del latifundio y de la hacienda - iniciados por el peruano Jos¨¦ Carlos Mari¨¢tegui a principios del siglo XX - para explicar el sojuzgamiento de las poblaciones ind¨ªgenas, la desposesi¨®n y la pobreza, tienen ahora gran actualidad cuando se observa la din¨¢mica de acaparamiento de tierras a gran escala que desarrollan los agro-negocios del capital transnacional y local, produciendo p¨¦rdida de autonom¨ªa alimentaria, creciente deforestaci¨®n y ecocidio. Datos sobre la magnitud de este proceso pueden encontrarse en los estudios promovidos por la FAO.
El pensamiento social latinoamericano cr¨ªtico ha hecho hincapi¨¦ continuamente en la necesidad de explicar la desigualdad, teniendo en cuenta estos aspectos asociados a los diversos estilos de discriminaci¨®n ¨¦tnica o de procedencias estamentales que la potencian y naturalizan. Si bien ¨¦stas pr¨¢cticas parecieran erradicadas por la ret¨®rica multicultural y ¡°tolerante¡± del capitalismo posmoderno o por el surgimiento de los derechos ¡°culturales¡± de los pueblos ind¨ªgenas, todav¨ªa se mantienen indelebles en nuestras sociedades y tambi¨¦n en las europeas, como la persistencia de la nobleza y sus suced¨¢neos.
Estas din¨¢micas de producci¨®n de desigualdad, exclusi¨®n y desposesi¨®n han sido interpretadas y analizadas por la teor¨ªa social latinoamericana con conceptos de gran importancia como son el neocolonialismo (Pablo Gonz¨¢lez Casanova, Silvia Rivera Cusicanqui, Rodolfo Stavenhagen) o la neocolonialidad del poder (Anibal Quijano, Enrique Dussel, entre otros); las que se anclan en un racismo global y local contra poblaciones ¡°originarias¡± (ind¨ªgenas), ex esclavas, provenientes de pa¨ªses o regiones bajo v¨ªnculos neocoloniales o descalificados con el t¨¦rmino gen¨¦rico de ¡°subdesarrolladas¡±.
Estos autores y muchos otros conformaron la llamada "teor¨ªa de la dependencia¡± desarrollada en la d¨¦cada de los 70. Desde dicha perspectiva, la dependencia es concebida como un sistema de interdependencia inscripto en relaciones de dominaci¨®n diversas, mediante el cual parte del excedente generado en los pa¨ªses de la periferia, es apropiado concentradamente por la fracci¨®n hegem¨®nica de la burgues¨ªas o por las oligarqu¨ªas locales y transferido hacia los grupos concentrados del centro. Estas perspectivas ser¨¢n complementadas y enriquecidas con los aportes de la "teor¨ªa del intercambio desigual" de Samir Amin, uno de los grandes intelectuales africanos, y la "teor¨ªa del sistema-mundo capitalista", del soci¨®logo norteamericano Immanuel Wallerstein. La caracterizaci¨®n de las econom¨ªas latinoamericanas como enclaves extractivistas ser¨¢ una cuesti¨®n central de estas perspectivas y sigue siendo fundamental para entender las formas de dependencia que actualmente vive la regi¨®n, poniendo en evidencia adem¨¢s que los beneficios que el ¡°desarrollo¡± ha tra¨ªdo a nuestro continente no se ¡°derraman¡± generosamente ni se traducen necesariamente en m¨¢s bienestar para las grandes mayor¨ªas.
Acumulaci¨®n por desposesi¨®n
Un aspecto vinculado al neocolonialismo y a la condici¨®n extractivista de nuestras sociedades, con relaci¨®n a la producci¨®n de la pobreza, fue puesto de relevancia por los te¨®ricos de la dependencia: la acumulaci¨®n originaria constante producida por la expropiaci¨®n de tierras de las poblaciones de origen nativo y campesinas en Am¨¦rica Latina, donde, a diferencia de Europa, seg¨²n se?al¨® Marx, se hab¨ªa desarrollado s¨®lo en el per¨ªodo de la transici¨®n al capitalismo. Estos estudios demostraron que las relaciones capitalistas en el Sur no destruyeron radicalmente las formas de producci¨®n anteriores a su expansi¨®n, como pensaba el propio Marx, sino que las funcionalizaron a su l¨®gica. As¨ª, se puso en evidencia que no se trataba de zonas atrasadas o subdesarrolladas - construcci¨®n discursiva que justifica la opresi¨®n y el desprecio hacia las poblaciones nativas o explotadas - sino de expresiones ¡°modernas¡± que facilitaron la provisi¨®n de una reserva de mano de obra barata para la hacienda, el ingenio, la mina o para la provisi¨®n de servicios a bajo costo. En aquellos pa¨ªses como Chile, M¨¦xico y Bolivia, donde las luchas campesinas e ind¨ªgenas a mediados del siglo XX arrancaron a los poderes de turno las llamadas ¡°reformas agrarias¡±, si bien se modific¨® la estructura de propiedad y grandes grupos de la poblaci¨®n accedieron a la tierra, no hubo cambios en los diferenciales de poder, puesto que en la negociaci¨®n entre los peque?os propietarios y los grandes se produjo, a largo plazo, una renovada concentraci¨®n y desigualdad en el acceso a la tierra y a sus recursos.
Un ejemplo paradigm¨¢tico de estos procesos de desposesi¨®n neocolonial en Am¨¦rica Latina, es la expansi¨®n actual de la soja transg¨¦nica, sobre todo en el Sur del subcontinente. Las proyecciones del Fondo Mundial para la Naturaleza con relaci¨®n a las zonas deforestadas y ¨¢reas afectadas por las plantaciones de monocultivos de soja son que Brasil llegar¨¢ a deforestar de 70 a 100 millones de hect¨¢reas entre el Chaco, la Mata Atl¨¢ntica y los bosques tropicales; Argentina, deforestar¨¢ 25 millones de hect¨¢reas entre la Pampa H¨²meda, la Yunga y el Chaco; Paraguay, 3,5 millones de hect¨¢reas entre el Pantanal, la Mata Atl¨¢ntica y el Chaco; Bolivia, deforestar¨¢ 1,2 millones de hect¨¢reas en bosques tropicales y el Chaco. Los procesos de expansi¨®n de la frontera agr¨ªcola con la soja transg¨¦nica, tanto como la reconversi¨®n de la existente, tienen efectos positivos desde el punto de vista de la l¨®gica utilitaria del discurso del ¡°desarrollo¡± porque aumentan el Producto Bruto Interno pero, sus efectos sobre la producci¨®n de pobreza, son evidentes. Como tambi¨¦n lo son la depredaci¨®n del medio ambiente; la p¨¦rdida de la seguridad alimentaria por la tendencia al monocultivo y a la expropiaci¨®n de medios de subsistencia b¨¢sicos como el agua y la tierra de comunidades ind¨ªgenas y campesinos; la precarizaci¨®n de los pocos empleos que genera como la estiva; la migraci¨®n forzosa a las ciudades medianas cercanas; el empobrecimiento en los asentamientos de esas periferias urbanas, etc. Por otra parte, la biotecnolog¨ªa aplicada a las semillas transg¨¦nicas y a los herbicidas como el glifosato que se riega en avionetas, est¨¢ produciendo tambi¨¦n malformaciones y c¨¢ncer a poblaciones cercanas a los cultivos. Los casos de muerte por hambre y desnutrici¨®n en la zona del Chaco argentino, en provincias como Salta y Formosa, tienen un v¨ªnculo estrecho con esta forma de expansi¨®n neocolonial del capitalismo local y global.
La constataci¨®n de la acumulaci¨®n constante por desposesi¨®n de tierras que hab¨ªan se?alado los te¨®ricos de la dependencia latinoamericanos ser¨¢ tomada m¨¢s tarde por el soci¨®logo ingl¨¦s David Harvey, quien desarrollar¨¢ el concepto de acumulaci¨®n por desposesi¨®n, como una forma particular de expansi¨®n del capitalismo contempor¨¢neo a trav¨¦s de la permanente actualizaci¨®n de modalidades de desapropiaci¨®n y despojo tratadas por Marx (que la distingue de la acumulaci¨®n regular o reproducci¨®n ampliada del capital basada en la producci¨®n de mercanc¨ªas) c¨®mo ¡°nuevos¡± m¨¦todos de saqueo y privatizaci¨®n de recursos y bienes comunes (como tierras y servicios p¨²blicos de salud o seguridad social, por ejemplo).
Los velos que naturalizan la desigualdad en el discurso del "desarrollo humanizado"
Otro aporte de los intelectuales latinoamericanos para entender la persistencia de la desigualdad, ser¨¢ la cr¨ªtica a la idea del desarrollo y su contracara el subdesarrollo como productor de pobreza, mostrando que en esta divisi¨®n subyace una visi¨®n evolucionista de las sociedades mediante la que se naturaliza la expansi¨®n del capitalismo, al mismo tiempo en que culpabiliza a las v¨ªctimas. El discurso del desarrollo como un dispositivo de poder se inicia a finales de la d¨¦cada de los 40 con la creaci¨®n del sistema de Naciones Unidas, el Banco Mundial y la hegemon¨ªa creciente de los Estados Unidos en la geopol¨ªtica mundial. Su ¡°invenci¨®n¡± podr¨ªa fijarse hacia 1949, seg¨²n el colombiano Arturo Escobar, cuando asume el presidente Truman en los Estados Unidos y afirma que "la vida econ¨®mica de los pobres es primitiva y estancada y su pobreza es una desventaja y una amenaza tanto para ellos como para ¨¢reas m¨¢s prosperas" y m¨¢s tarde cuando Robert McNamara, en los 70, afirmar¨¢ su desprecio hacia ¡°la pestilencia de la pobreza que cubre toda la mitad Sur del planeta¡±. El "desarrollo" surgi¨® como un campo especializado dentro de la econom¨ªa pol¨ªtica destinado b¨¢sicamente a promover la intensificaci¨®n del capitalismo (industrializaci¨®n, inversi¨®n en infraestructura productiva, formaci¨®n de capital por medio de introducci¨®n de tecnolog¨ªa, intensificaci¨®n de las relaciones de intercambio y del comercio internacional sobre todo de inversi¨®n privada, crecimiento del producto interno bruto PIB). Sin embargo, semejante discurso no ha dejado de esconder un enga?o o una paradoja. Los organismos de cooperaci¨®n multinacional y la filantrop¨ªa internacional ¡°para el desarrollo¡± que surgieron a partir de aquellos a?os, aunque buscar¨¢n promover el capitalismo como forma de lograr ¡°el mejoramiento del nivel de vida y el bienestar de las personas¡±, muy lejos han estado de lograrlo.
A partir de los a?os 90, se desarrollar¨¢ un arsenal de mediciones de la pobreza, entre los que se destaca el ?ndice de Desarrollo Humano (IDH). Ganar¨¢ fuerza tambi¨¦n la "teor¨ªa del capital humano", destac¨¢ndose as¨ª las destrezas y habilidades de las personas convertidas en capital para venderse en el mercado de trabajo. Las teor¨ªas hegem¨®nicas destinadas a explicar la pobreza, reforzar¨¢n que la misma es una cuesti¨®n individual y no social, debida a una carencia de capital humano, produci¨¦ndose as¨ª su transmisi¨®n intergeneracional. T¨¦rminos t¨¦cnicos de la econom¨ªa pol¨ªtica neoliberal que ponen las causas de la pobreza en sus propias v¨ªctimas y no en los procesos sociales e hist¨®ricos en los que tienen origen. Sabemos que la pobreza no se "hereda". Tambi¨¦n, que la educaci¨®n de calidad no es un bien al que pueden acceder todos ni, mucho menos a¨²n, una oportunidad que asegure por s¨ª misma salir de la pobreza o superar las condiciones de exclusi¨®n.
Estas teor¨ªas fueron refutadas antes mismo de su nacimiento por los te¨®ricos de la dependencia, quienes demostraron que la persistencia de la pobreza, vinculada con formas descalificadas de trabajo como la subocupaci¨®n, la precarizaci¨®n y el trabajo ilegal, intermitente e inestable entre los jornaleros, los minifundistas campesinos y los trabajadores urbanos latinoamericanos no se deb¨ªan a carencias o a una falta de capacidades de las poblaciones por obtener los mejores empleos, sino a que el capitalismo se expand¨ªa ocupando trabajadores bajo formas ilegales de contrato laboral y sin cobertura de seguridad social. Situaciones agudizadas bajo condiciones diversas de neocolonialismo moderno sobre grupos racializados por su condici¨®n colonial. Estas teor¨ªas que analizaban las caracter¨ªsticas de la condici¨®n precaria del empleo y su funcionalidad a las diversas l¨®gicas de dominaci¨®n y acumulaci¨®n fueron denominadas de diversa manera: superexplotaci¨®n del trabajo (Ruy Mauro Marini); heterogeneidad estructural (Jos¨¦ Nun y An¨ªbal Quijano) para mostrar la diversidad de formas de trabajo existentes y la tendencia a la marginalizaci¨®n de millones de personas del empleo estable y digno.
Las recientes pol¨ªticas asistenciales para los pobres latinoamericanos, basadas en transferencias condicionadas que requieren trabajo u obligaciones tutelares de control disciplinario sobre los cuerpos de los sujetos y que significan magros subsidios al desempleo y a la pobreza sin constituirse en derechos efectivos (significando aproximadamente un 30% de los salarios reales), han disminuido la indigencia y han bajado la tasa de explotaci¨®n. Sin embargo, las condiciones de marginalidad laboral persisten y adquieren nuevas formas m¨¢s severas que en otros tiempos.
Estos y otros aportes de la teor¨ªa social cr¨ªtica podr¨¢n ayudarnos a pensar la persistencia de la desigualdad en Am¨¦rica Latina, as¨ª como tambi¨¦n los procesos de empobrecimiento de la actual reconversi¨®n neoliberal en Europa.
Sonia ?lvarez Leguizam¨®n es doctora en Antropolog¨ªa Social y Cultural de la Universidad de Sevilla. Se desempe?a como docente investigadora del Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Nacional de Salta, Argentina. Actualmente, es miembro asociado de CROP y del Grupo de Trabajo de Pobreza y Pol¨ªticas Sociales de CLACSO. Entre sus publicaciones se encuentran: Trabajo y producci¨®n de la pobreza en Latinoam¨¦rica y el Caribe: estructuras, discursos y actores (CLACSO, 2005); Pobreza: un glosario internacional (CLACSO, 2009); Pobreza y desarrollo en Am¨¦rica Latina. El caso de Argentina (EUNSA, 2008); Neocolonialismo, capitalismo, pobreza y resistencias subalternas (Pro Historia, 2015).
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