Chico Buarque, una leyenda brasile?a
Chico Buarque es uno de los m¨¢s grandes de m¨²sica popular brasile?a, y un destacado escritor. Dos facetas que alterna por gusto y necesidad a partes iguales En R¨ªo de Janeiro, desgrana la historia de su familia, del hermano alem¨¢n que nunca conoci¨®, y su oposici¨®n a la dictadura, que le llev¨® al exilio en 1969
Solo hay algo m¨¢s dif¨ªcil que encontrar a un hombre que hable mal en Brasil de Chico Buarque: encontrar a una mujer que no est¨¦ enamorada de ¨¦l. Sus fascinantes ojos de un color extra?o entre el verde, el azul y el gris constituyen una leyenda nacional. Sus canciones, simplemente, son parte ya de la historia, de la herencia y de la cotidiana identidad de un pueblo. Por eso, intimida un poco acercarse al edificio de un barrio noble de R¨ªo de Janeiro donde vive y subir en el ascensor imaginando qu¨¦ se va a encontrar uno detr¨¢s de la puerta. Lo que hay es un tipo delgado y t¨ªmido, sencillo y sonriente, que esperaba solo sentado en una silla y que nada m¨¢s ver al reci¨¦n llegado le invita a un caf¨¦ que acaba de hacer. El sal¨®n de su casa, abierto en tres paredes acristaladas a varias playas de R¨ªo, goza de una vista apabullante en esta hermosa tarde de sol y de luz del final del verano del tr¨®pico. Al fondo, en una esquina, hay una guitarra y un piano, al lado de una enorme foto en la que Buarque aparece junto a Vinicius de Moraes y Tom Jobim, dos de los m¨ªticos creadores de la bossa nova.
Sobre una mesa duerme la nueva novela del artista, recientemente publicada en espa?ol, El hermano alem¨¢n (Mondadori). En ella, Buarque (1944) relata su conmoci¨®n al enterarse, ya adulto y de sopet¨®n, de que su padre, el famoso historiador brasile?o S¨¦rgio Buarque de Hollanda, tuvo un hijo en Alemania en 1930 cuando era corresponsal en Berl¨ªn para un peri¨®dico brasile?o. Ni Buarque supo hasta entonces que ten¨ªa un hermano en Alemania ni ese hermano alem¨¢n supo jam¨¢s que estaba emparentado con uno de los cantantes m¨¢s famosos de Brasil, ya que muri¨® en 1981 ignor¨¢ndolo casi todo de su padre biol¨®gico. El escritor disfraza algo los hechos, pero por las p¨¢ginas de la novela desfila el S?o Paulo de los a?os sesenta y setenta, menos enorme e inhumano que el actual, y su propia juventud algo descontrolada. Tambi¨¦n asoma la siniestra dictadura, a la que Buarque se opuso desde el principio y de la que se exili¨® en 1969. Pero, sobre todo, se muestra la casa familiar, emparedada de arriba abajo de los libros de su progenitor. Era un padre afable pero lejano, cari?oso, pero distra¨ªdo y algo ausente, siempre inmerso en interminables lecturas que llevaba a cabo envuelto en la nube de humo de un cigarro perpetuamente encendido. En la novela, el protagonista, un remedo del propio Chico Buarque, mientras hojea uno de esos libros de la inmensa biblioteca paterna, repara en un sobre perdido entre sus p¨¢ginas que contiene una vieja carta alemana que le pone sobre la pista de aquel hermano mayor que nunca conoci¨®. En realidad, el descubrimiento no fue tan libresco.
Con 20 a?os tienes un mill¨®n de ideas para componer. Despu¨¦s todo se vuelve m¨¢s ins¨ªpido¡±
Con 20 a?os tienes un mill¨®n de ideas para componer. Despu¨¦s todo se vuelve m¨¢s ins¨ªpido¡±
?Y qu¨¦ hizo usted? Pues le dije: ¡°Pero ?qu¨¦ hijo?¡±. Y ah¨ª Vinicius replic¨®: ¡°?Pero t¨² no lo sab¨ªas, lo del hijo?¡±. Y yo: ¡°Pues no¡±. Yo no sab¨ªa nada. Era un secreto de familia. Despu¨¦s de ese d¨ªa habl¨¦ con mis hermanos y con mi padre. Habl¨¦ con mi padre, s¨ª, pero hab¨ªa siempre una barrera a la hora de preguntarle. Escribiendo este nuevo libro me he cuestionado por qu¨¦ no le interrogu¨¦ m¨¢s. Pero exist¨ªa un reparo, un impedimento. No es que mi padre me prohibiera preguntarle sobre lo del hijo, pero yo sent¨ªa cierto incomodo en el tema. De mi padre y de mi madre.
?Y eso se volvi¨® una obsesi¨®n a lo largo de los a?os? Porque usted sigui¨® investigando, sobre todo despu¨¦s de la muerte de su padre, en 1982. Incluso la editorial brasile?a que iba a publicar el libro, Companhia das Letras, contrat¨® a dos detectives para que le ayudaran en la investigaci¨®n. No, no, no eran detectives, ja, ja. Eran historiadores. Uno de ellos era un brasile?o que por casualidad se encontraba en Alemania cuando yo comenc¨¦ a redactar el libro, hace tres a?os. Es verdad que fue contratado por la editorial. ?l conoc¨ªa a un documentalista alem¨¢n especializado en la inmigraci¨®n alemana en el Estado de Santa Catarina. Ellos descubrieron que mi hermano, en realidad, se llamaba S¨¦rgio G¨¹nther y que hab¨ªa sido adoptado por una familia a los pocos a?os de edad. La verdad es que cuando comenc¨¦ a escribir el libro ten¨ªa muy poca informaci¨®n. Tampoco la precisaba. Ni siquiera pretend¨ªa encontrarlo. La historia no iba por ah¨ª. Pero pas¨® que, mientras lo escrib¨ªa, uno de mis hermanos, el que vive en el apartamento de mi madre, muerta hace cinco a?os, encontr¨® en un caj¨®n unos documentos que conten¨ªan datos para tirar del hilo. Yo llevaba 50 p¨¢ginas del libro, que dej¨¦ como estaban. Pero la realidad se inmiscuy¨® en la redacci¨®n para siempre.
La historia que usted narra en la novela es buena, pero la realidad en la que se apoya tambi¨¦n. S¨ª, deber¨ªa escribir otro libro porque, al final, la novela acaba compitiendo con la historia real, que es muy impresionante.
Es cierto. Por medio de esos documentos, Buarque se enter¨® de dos cosas: que su padre hab¨ªa intentado que las autoridades alemanas le remitieran a su hijo aportando la documentaci¨®n pertinente o, al menos, lograr que le hicieran part¨ªcipe de una pensi¨®n que ¨¦l promet¨ªa enviar. La segunda es que la madre biol¨®gica hab¨ªa decidido, en medio de la Alemania convulsa de la ¨¦poca, entregar al ni?o al Estado para que fuera adoptado. Una carta remitida a su padre en 1934 por la Secretar¨ªa de Infancia y Juventud de Berl¨ªn (y que terminaba con un terminante ¡°Heil Hitler!¡±) ped¨ªa a S¨¦rgio Buarque de Hollanda que, a efectos de que su hijo fuera adoptado por la familia alemana G¨¹nther, que se interesaba por ¨¦l, deb¨ªa remitir lo m¨¢s pronto posible certificados que avalaran la religi¨®n cat¨®lica del padre. Chico Buarque, al leer la carta, supuso, con tanto asombro como espanto, que las autoridades alemanas exig¨ªan eso para que quedara demostrado que el peque?o S¨¦rgio no llevaba en las venas sangre jud¨ªa. De lo contrario, en vez de a una familia cualquiera pod¨ªa haber sido trasladado a un campo de concentraci¨®n. Los historiadores lograron finalmente, en 2013, identificar al hermano, S¨¦rgio G¨¹nther, fallecido en 1981, y localizar a su exmujer, a su hija y a su nieta. Pocos meses despu¨¦s, Chico Buarque viajaba a Berl¨ªn para conocer a la otra parte de su familia y saber m¨¢s cosas de su medio hermano.
Y as¨ª se enter¨® de que su hermano hab¨ªa sido cantante¡ S¨ª, en Alemania Oriental hab¨ªa sido muy conocido, como cantante y como presentador de televisi¨®n. Cuando me enter¨¦ de que hab¨ªa sido cantante, sent¨ª una emoci¨®n muy fuerte. ?Y sabe?, cuando o¨ª un disco suyo me di cuenta de que ten¨ªa la voz grave de mi padre. Porque a mi padre le gustaba mucho cantar. Y sonaba igual.
?Ten¨ªan m¨¢s cosas en com¨²n? Los dos murieron de un c¨¢ncer de pulm¨®n. Mi padre fumaba much¨ªsimo. Cuando conoc¨ª a la familia de mi hermano, su viuda (una de sus viudas, porque se cas¨® m¨¢s de una vez) me explic¨® que S¨¦rgio G¨¹nther fumaba cigarrillos a los que les arrancaba el filtro. Exactamente como mi padre. Cosas as¨ª que dan un poco de escalofr¨ªo. Todos all¨ª me contaron que mi canci¨®n A banda hab¨ªa sido traducida al alem¨¢n y era muy conocida en Alemania Oriental, con una letra muy cambiada y algo absurda, eso s¨ª. As¨ª que no es extra?o que mi hermano s¨ª que me oyera a m¨ª cantar. Es una manera de haberme conocido un poco, ?no?
??l nunca tuvo curiosidad por saber qui¨¦n era su padre biol¨®gico? Su viuda me cont¨® que en un determinado momento, s¨ª, que pregunt¨® en la Embajada brasile?a, pero entonces la Alemania Oriental era un pa¨ªs muy cerrado, con muy pocas posibilidades de conseguir informaci¨®n.
En el libro, el protagonista parecido a usted roba coches para divertirse. ?Usted lo hac¨ªa tambi¨¦n? S¨ª. Yo iba entonces con una pandilla de adolescentes del barrio, eran los tiempos de James Dean, del rock and roll, de una juventud un poco rebelde. As¨ª que nuestro deporte era robar coches, circular en ellos por la ciudad y luego dejarlos en el fin del mundo. Y fui al calabozo por eso una vez. La polic¨ªa me dio para el pelo. Pero, bueno, eso yo ya lo he contado. Antes de que se descubriera lo dije yo. Tuve suerte porque el d¨ªa en que me detuvieron mis padres no estaban en casa, estaban viajando, y la que fue a recogerme fue mi hermana. Yo entonces era bastante¡, en fin, que di bastante trabajo a mi familia.
Chico Buarque
R¨ªo de Janeiro, 1944. Es hijo de un conocido historiador, S¨¦rgio Buarque de Hollanda, y de la pintora y pianista Maria Am¨¦lia Ces¨¢rio Alvim. Comenz¨® a estudiar Arquitectura, pero la abandon¨® a los dos a?os, cuando su carrera como compositor e int¨¦rprete comenzaba a destacar. En 1966 obtuvo su primer ¨¦xito rotundo, con la canci¨®n A banda. Desde entonces, no ha dejado de componer obras maestras, como Apesar de voc¨º, Constru??o, O que ser¨¢ (¨¤ flor de pele) o C¨¢lice. Est¨¢ considerado uno de los grandes de la m¨²sica popular brasile?a, junto a Tom Jobim y Jo?o Gilberto, entre otros. Paralelamente, ha desarrollado una carrera como escritor y dramaturgo. El hermano alem¨¢n, publicado ahora en espa?ol por Mondadori, es su quinta novela.
Paralelamente, era muy buen lector, ?no? S¨ª, es verdad. Tambi¨¦n fue una manera de aproximarme a mi padre, que se pasaba la vida entre libros. Yo dir¨ªa que, antes de ser m¨²sico, yo quer¨ªa ser escritor. Hasta que apareci¨® la m¨²sica en mi vida y me embarqu¨¦ en ella. Pero la idea de dedicarme a la literatura no la abandon¨¦. En los setenta publiqu¨¦ mi primera novela, en los ochenta la segunda. Desde entonces alterno las dos cosas. Cuando hago una no hago otra porque consumen mucho. Cuando estoy escribiendo ni siquiera oigo m¨²sica.
?Pero son actividades tan diferentes? Para m¨ª, s¨ª. Mucho. Y eso que mi escritura est¨¢ muy influida por mi m¨²sica. Tal vez en las traducciones se pierda algo, pero mis textos tratan de llevar cierto ritmo musical. Adem¨¢s, hay que alternar las dos cosas porque, por lo menos en Brasil, es muy dif¨ªcil que un escritor viva solo de la literatura. Los escritores trabajan de funcionarios, profesores, periodistas¡ Y todo esto est¨¢ tan lejos de la literatura como la m¨²sica. El hecho de ser periodista, por ejemplo, no le faculta a usted a escribir literatura, creo yo.
Se dice que cada vez escribe m¨¢s y compone menos. Compongo menos que a los veinte. Es normal. La m¨²sica popular es m¨¢s un arte de juventud, con el tiempo uno va perdiendo, no s¨¦, no el inter¨¦s, pero ella ya no fluye con la abundancia de aquellos a?os primeros. Tengo que esforzarme m¨¢s, buscar m¨¢s, es m¨¢s dificultoso. Al principio tienes un mill¨®n de ideas, todo lo que te rodea sirve para hacer una canci¨®n. Despu¨¦s todo se va volviendo m¨¢s ins¨ªpido, menos inspirador.
?Todav¨ªa sostiene que lo mejor de un concierto es cuando se acaba? [Se r¨ªe] No me gusta mucho dar conciertos, no, pero los tengo que hacer. Cuando lanzo un nuevo disco, s¨ª que me dan ganas de ir por ah¨ª y cantarlo en p¨²blico. Adem¨¢s, eso hace que despu¨¦s pueda pasar dos a?os escribiendo. Si no, me arruinar¨ªa.
?Por qu¨¦ la m¨²sica popular brasile?a es tan conocida y la literatura no? Puede que sea porque es peor, pero no lo creo. Es verdad que, por ejemplo, el argentino es un pueblo m¨¢s literario que el brasile?o. Y tambi¨¦n que los literatos brasile?os juegan con una desventaja, porque el portugu¨¦s es m¨¢s desconocido. Y la riqueza musical brasile?a es f¨¢cilmente exportable, no necesita traducci¨®n.
Y al rev¨¦s: ?por qu¨¦ la m¨²sica brasile?a es tan aceptada, tan apreciada? Porque, principalmente despu¨¦s de la bossa nova, tiene la influencia negra, es hija de la samba, pero con un toque del jazz, un toque arm¨®nico. Adem¨¢s, tiene influencia de los grandes compositores de la m¨²sica cl¨¢sica. Mire: Tom Jobim, nuestro gran maestro, era un conocedor profundo de Chopin y de Debussy, de los impresionistas, entre otros muchos. Y todo eso est¨¢ en nuestra m¨²sica, mezclado, junto con los boleros cubanos y los ritmos mexicanos. El brasile?o no excluye, ¨¦l asimila. El resultado fue complejo, rico y ¨²nico.
Tard¨¦ en saber que ten¨ªa un hermano. Era un secreto de familia¡±
?C¨®mo era ese mundo? ?C¨®mo era convivir con Jobim, con Vinicius? ?Ah! Ellos¡ eran sobre todo grandes amigos. Mire esa foto de ah¨ª, estoy con los dos. Yo comenc¨¦ a emocionarme de verdad por la m¨²sica, a decidirme a hacer canciones seriamente a partir del tema Chega de saudade, compuesto por Tom Jobim y Vinicius e interpretada por Jo?o Gilberto. Les ten¨ªa en un altar. Conoc¨ªa ya a Vinicius porque era amigo de mi padre, pero, para m¨ª, era como hablar con un monumento. As¨ª que la primera vez que me vine a R¨ªo a hablar con Tom Jobim, imag¨ªnese, era un sue?o. Con el tiempo fueron mis amigos, mis socios, hice muchas canciones con ellos, fui aceptado en ese grupo selecto de la m¨²sica popular brasile?a.
Fue Tom Jobim el que dijo que Brasil no era un pa¨ªs para amateurs, ?no? S¨ª, y yo lo suscribo. Es un pa¨ªs ¨²nico, fruto de la colonizaci¨®n portuguesa, con emigrantes de todas partes del mundo, italianos, alemanes, ¨¢rabes, japoneses, con la marca de los esclavos tra¨ªdos a la fuerza¡ Y con or¨ªgenes ind¨ªgenas antes de todo eso. Todo esto est¨¢ presente ahora. En S?o Paulo, sin ir m¨¢s lejos, usted puede buscar nombres ind¨ªgenas en muchas calles. Esas circunstancias crean un pa¨ªs ¨²nico.
Usted siempre ha tenido una posici¨®n pol¨ªtica clara y expl¨ªcita. Se opuso a la dictadura y ha apoyado a Lula y a Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores. Siempre me preguntan cuando hay elecciones. Y yo tomo partido y no tengo ning¨²n problema en proclamarlo. Siempre he apoyado al PT, ahora a Dilma Rousseff y antes a Lula. A pesar de no ser miembro del partido y a pesar de tener mis desavenencias y de votar a otros candidatos y otros partidos en elecciones locales. Pero desde siempre he sabido que el problema de este pa¨ªs es la miseria, la desigualdad. El PT no lo ha resuelto todo, pero lo ha atenuado. Eso es innegable. El PT ha mejorado las condiciones de vida de la poblaci¨®n m¨¢s pobre.
?Y c¨®mo ve la situaci¨®n actual? Muy confusa, no hay forma de saber lo que va a pasar en los pr¨®ximos a?os. La crisis econ¨®mica es fuerte. Hay que tomar ciertas medidas impopulares. Al mismo tiempo, la oposici¨®n es muy dura. Y luego hay una ola de manifestaciones en la calle que, a mi juicio, no tienen un objetivo concreto o claro. Entre los que salen a la calle hay de todo, incluyendo locos pidiendo un golpe militar. Otros quieren acabar con el Partido de los Trabajadores, quieren debilitar el Gobierno para que en 2018 el PT llegue desgastado a las elecciones. El objetivo no es Dilma, sino Lula; tienen miedo de que Lula se presente de nuevo.
Y para terminar: ?c¨®mo se vive sabiendo que es el hombre m¨¢s deseado del pa¨ªs? De eso hace ya mucho tiempo.
Lo siguen diciendo. De eso no s¨¦ nada. Soy t¨ªmido, un ciudadano serio, un hombre de familia. Las historias se inventan, se levantan leyendas que no tienen que ver mucho con la realidad. No soy el seductor del que hablan.
La entrevista termina y el cantante trata de llamar a un taxi para el periodista por medio de una aplicaci¨®n del m¨®vil. Pero fracasa. ¡°Mi nieta sabe, pero yo no me apa?o¡±, explica. Mira hacia la preciosa tarde que cae y dice : ¡°Deje, le acompa?o¡±. Se pone unos pantalones cortos, una gorra que oculta su rostro y se encamina, junto al periodista, calle abajo, por R¨ªo de Janeiro, hablando de los padres, de los libros, de las familias y de la m¨²sica.
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