Condenados los ocho hombres que se aprovecharon de la due?a de L¡¯Or¨¦al
La sentencia confirma la tesis de que Lilianne Bettencourt, de 92 a?os, fue v¨ªctima de una camarilla que se benefici¨® de la debilidad mental de la millonaria
Para algunos, el fiscal hab¨ªa pedido la absoluci¨®n. El tribunal de Burdeos que ha juzgado el llamado caso Bettencourt ha sido inflexible sin embargo con todos, salvo con el ¨²nico pol¨ªtico que se sentaba en el banquillo. Los otros ocho hombres juzgados, seg¨²n los magistrados, ten¨ªan que ser conscientes de la debilidad mental de la heredera de L'Or¨¦al, Liliane Bettencourt, con cuya fortuna se enriquecieron sobre todo entre 2006 y 2011 cuando el alzh¨¦imer hab¨ªa deteriorado ya de manera importante la mente de la mujer. Con la sentencia de este jueves, mientras tanto, Nicolas Sarkozy y los suyos se libran de otra pesadilla judicial. Su entonces tesorero, ?ric Woerh, estaba acusado de tr¨¢fico de influencias y de desviar dinero para la campa?a electoral de 2007 vali¨¦ndose tambi¨¦n de la debilidad de la rica heredera. Su absoluci¨®n le deja libre de sospecha.
La exoneraci¨®n del pol¨ªtico deja el?caso Bettencourt lejos de la pol¨ªtica y cerca de la mundana avaricia y el abuso, una vez que ya el propio Sarkozy hab¨ªa sido liberado de los cargos por los jueces instructores del caso en octubre de 2013.
La condena de los otros ocho acusados, estrechos colaboradores de Liliane Bettencourt, confirma la tesis de la actual heredera de la firma L'Or¨¦al, Fran?oise Bettencourt-Meyers, que denunci¨® el caso al considerar que su madre, de 92 a?os, fue entre 2006 y 2011 v¨ªctima de una camarilla de hombres sin escr¨²pulos que se enriquecieron gracias a la debilidad mental de la anciana. Las grabaciones clandestinas de las conversaciones de Liliane Bettencourt con algunos de los ahora condenados, escuchadas en el juicio, adem¨¢s de los testimonios y los registros de movimientos monetarios, han dibujado un panorama sonrojante sobre esos pillos que manejaron a su antojo la fortuna de la rica heredera.
El peor parado en este asunto ha sido, como era de esperar, el por todos se?alado principal malhechor: el fot¨®grafo, embaucador y seductor Fran?ois-Marie Banier, el que, seg¨²n el fiscal, mov¨ªa los hilos de la millonaria, a la que manejaba como un t¨ªtere. En veinte a?os a su servicio manej¨® en su beneficio una cifra pr¨®xima a los 400 millones de euros. Entre sus gastos fara¨®nicos est¨¢ un seguro de vida de 262 millones. El tribunal le condena a tres a?os de c¨¢rcel (solo deber¨¢ cumplir 2,5) y una multa de 350.000 euros, m¨¢s el pago de una indemnizaci¨®n con intereses a Bettencourt de 158 millones de euros.
El segundo correctivo m¨¢s importante ha sido para el administrador de la fortuna de Bettencourt, Patrice de Maistre. Parte de las grabaciones del mayordomo registraron sus conversaciones con Liliane Bettencourt. En ellas se percib¨ªa el tono de impaciencia del administrador para que la anciana, evidentemente desorientada y confusa, firmara, por ejemplo, su propia subida de sueldo (hasta los dos millones de euros anuales). De Maistre, absuelto del cargo de tr¨¢fico de influencias, ha sido condenado por abuso de debilidad a 30 meses de c¨¢rcel (solo deber¨¢ cumplir a?o y medio) y una multa de 250.000 euros. Se considera probado que De Maistre desvi¨® cuatro millones de euros en dinero l¨ªquido sacados de Suiza sobre un total de doce que ¨¦l habr¨ªa recibido indebidamente.
El resto de los acusados han sido condenados a menores, pero, sorprendentemente, altas condenas. Se trata de estrechos colaboradores de los anteriores y entre ellos hay empresarios y un par de notarios. Para todos ellos el tribunal ha considerado que deb¨ªan estar al corriente de la debilidad mental de la heredera de L'Or¨¦al. El enfermero Alain Thurin, que se intent¨® suicidar el mismo d¨ªa que comenz¨® el juicio, deber¨¢ ser juzgado m¨¢s adelante.
El 30 % del imperio L'Or¨¦al que detentaba Liliane Bettencourt est¨¢ ahora en manos de su hija Fran?oise Bettencourt-Meyers y sus dos nietos, Nicolas y Jean Victor. Fran?oise Bettencourt-Meyers denunci¨® a los diez acusados que se sentaban en el banquillo tras escuchar las grabaciones del mayordomo de su madre, aunque sus sospechas comenzaron antes gracias, entre otros, al testimonio de algunos empleados, escandalizados con el comportamiento de los ahora condenados. La hija logr¨® inhabilitar a su madre en 2011 y, desde entonces, administra la fortuna. Liliane Bettencourt, por su parte, vive en un lujoso apartamento del norte de Par¨ªs y no ha podido asistir al juicio. En su lugar testific¨® su tutor legal Olivier Pelat.
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