Cuotas equilibradas

Por primera vez en su historia, la Comisi¨®n Europea ha habilitado el mecanismo de emergencia previsto en el art¨ªculo 78.3 del Tratado de la UE para afrontar la grave situaci¨®n que viven los pa¨ªses de la frontera sur con la llegada masiva de inmigrantes y refugiados que huyen de los conflictos de Oriente Pr¨®ximo. Este mecanismo permite adoptar decisiones por mayor¨ªa cuando se da una situaci¨®n de emergencia en las fronteras exteriores y eludir de este modo el requisito de la unanimidad, que con frecuencia impide abordar los problemas cuando, como ocurre en este caso, hay diferentes visiones o intereses en conflicto. Hacer uso de este resorte excepcional da un primer mensaje positivo: el de que existe la firme determinaci¨®n de abordar un problema que se estaba desbordando peligrosamente.

El plan elaborado por la Comisi¨®n, que deber¨¢ ser votado en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de junio, prev¨¦ repartir 40.000 refugiados sirios y eritreos que han llegado a Italia y Grecia desde el pasado 15 de abril. La cifra es modesta; apenas representa el 40% de la cantidad estimada de inmigrantes ya instalados en el sur de Europa susceptibles de acogerse al estatuto de refugiado. Pero, como dijo el comisario de Inmigraci¨®n, una cantidad mayor hubiera producido rechazo, y una menor no hubiera supuesto ning¨²n alivio para los pa¨ªses que sufren la avalancha. A estos 40.000 hay que a?adir otros 20.000 refugiados reconocidos como tales por Naciones Unidas que todav¨ªa est¨¢n en terceros pa¨ªses. Los miembros de la UE ¡ªcon excepci¨®n de Reino Unido, Irlanda y Dinamarca, que tienen acuerdos especiales que afectan a esta materia¡ª deber¨¢n acoger solidaria, pero obligatoriamente una parte al¨ªcuota de estos refugiados. Y ah¨ª es donde surgen los problemas.

Nada hay que objetar al procedimiento de reparto solidario, pero s¨ª a los criterios que la Comisi¨®n ha decidido aplicar, sin atender las sugerencias que ha recibido por parte de pa¨ªses como Espa?a o Francia. Por supuesto, no se trata de rechazar las cuotas. Son necesarias y deben ser asumidas por todos. Y, en principio, tampoco los criterios de distribuci¨®n aplicados: PIB, poblaci¨®n, tasa de desempleo y esfuerzos previos en la acogida de refugiados. Lo que s¨ª es discutible es la ponderaci¨®n de cada uno de esos criterios.

En concreto, el PIB cuenta un 40% y la poblaci¨®n otro 40%, mientras que el desempleo pesa solo un 10% y los esfuerzos previos, otro 10%. Eso quiere decir que Espa?a, por PIB y poblaci¨®n, se sit¨²a en la franja alta del reparto, y apenas incide en cambio el hecho de que tenga m¨¢s de un 23% de paro ni que, aunque en el pasado apenas haya aceptado refugiados, s¨ª ha recibido grandes contingentes de inmigraci¨®n econ¨®mica. En virtud de estas cuotas, Espa?a se convierte en el tercer pa¨ªs receptor: 4.288 refugiados (el 10,7% del total) de la primera remesa, y otros 1.549 del cupo de 20.000 que se encuentran en terceros pa¨ªses. La cifra es notable, aunque no desorbitada; el problema es que sienta las bases de futuros repartos.

La negativa a revisar el sistema no es interpretable como una se?al de firmeza ¡ªsiempe positiva y necesaria en la dial¨¦ctica comunitaria¡ª sino de intransigencia y falta de sensibilidad hacia una realidad que, si no se gestiona bien, puede generar rechazo y alimentar pulsiones xen¨®fobas. La UE dispone de 240 millones de euros para el primer reparto y de 50 para el segundo. Los 6.000 euros que la UE concede por cada refugiado son del todo insuficientes. Dada la magnitud del problema y la precaria situaci¨®n de los pa¨ªses m¨¢s golpeados por la crisis, deber¨ªa aumentarse la cuant¨ªa de esas partidas y revisar los criterios de ponderaci¨®n en el reparto.