¡®La ciutat del perd¨®¡¯
Antes que perorar sobre estrategias y t¨¢cticas, convendr¨ªa explorar c¨®mo establecer un c¨®digo compartido de actitudes
Les dijimos: dejad la calle, haced pol¨ªtica, aspirad a los despachos. Lo han hecho, ?debemos retractarnos ahora? ?Es eso serio?
Las izquierdas moderadas y las burgues¨ªas inteligentes honran esos adjetivos con el despliegue de una actitud liberal con may¨²sculas: inclusiva, nunca oclusiva ni excluyente. M¨¢s que nunca, es tiempo de escuchar, entender y demostrar.
En un pa¨ªs donde las rentas m¨ªnimas apenas llegan a un tercio de los hogares sin ingresos; donde dos millones de familias sobreviven en la pobreza energ¨¦tica; y donde uno de cada tres menores de 16 a?os frisa la indigencia, un determinado grado de radicalismo social para suturar la brecha humanitaria deber¨ªa ser considerado herramienta ¨²til para todos.
No est¨¢ escrito que ese radicalismo social deba contraponerse a la (orientable) modernidad econ¨®mica. Ni al respeto a la (mejorable) legalidad democr¨¢tica. A algunos de los l¨ªderes emergentes, procedentes de las sentadas y las manis, les costar¨¢ el aprendizaje de esa triple asignatura. Normal: vienen de la lucha, no de la hucha. Necesitar¨¢n tiempo. No podr¨¢ ser infinito, porque las ciudades tambi¨¦n compiten hacia afuera. Pero es de ley (y sensato) darles tiempo. O sea, evitar las soflamas tremendistas, los cordones sanitarios, la dial¨¦ctica de clase-contra-clase.
Antes que perorar sobre estrategias y t¨¢cticas, convendr¨ªa explorar c¨®mo establecer un c¨®digo compartido de actitudes.
?C¨®mo? Tambi¨¦n leyendo, incluso textos liberales distantes, escritos para situaciones distintas. Hace tiempo, en 1909, en un clima de (entonces, absoluta) confrontaci¨®n social, rebeli¨®n anarquista y quema de iglesias, el poeta Joan Maragall escribi¨® su mejor art¨ªculo, La ciutat del perd¨® (La setmana tr¨¤gica, tres articles, Fragmenta editorial, Barcelona 2009). En ¨¦l exhortaba a los burgueses catalanes a pedir al Rey el indulto para el pedagogo, libertario y mas¨®n Francesc Ferrer i Gu¨¤rdia, condenado a muerte como chivo expiatorio y supuesto inductor de los activistas. Alegaba que era ¡°un hombre, tan hombre como vosotros¡± y que ¡°vuestro amor les forzar¨¢ al amor¡±.
Le censuraron el art¨ªculo en La Veu de Catalunya, su peri¨®dico... y el de la Lliga nacionalista. Despu¨¦s, vino lo que vino.
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