?Nueva pol¨ªtica?
Los l¨ªderes de las fuerzas emergentes no pueden actuar como los de siempre
Sin caer en la exageraci¨®n de calificarlas de secretismo o de regreso a tiempos oscuros, las reuniones celebradas esta semana entre los principales dirigentes pol¨ªticos se han saldado con una opacidad impropia de la voluntad de regeneraci¨®n democr¨¢tica. Su actitud es injustificable porque no se trata de personas que arreglan o desarreglan asuntos en privado, sino de los dirigentes de los partidos m¨¢s votados en medio de la negociaci¨®n de pactos poselectorales.
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El presidente del Gobierno persiste en su tendencia a explicarse lo menos posible, excepto cuando recurre a la sal gruesa para acusar al socialista Pedro S¨¢nchez de entregar el poder a la extrema izquierda, mientras la vicepresidenta insin¨²a que el secretario general del PSOE es un radical. Pedro S¨¢nchez habr¨¢ tenido ocasi¨®n de apreciar lo que vale mantenerse en silencio respecto al contenido de su encuentro con el jefe del Ejecutivo. Desde el Gobierno se desliza hacia la opini¨®n p¨²blica la idea de que no hubo entendimiento entre Rajoy y S¨¢nchez, aunque se desconoce exactamente sobre qu¨¦.
Es preocupante haber cumplido el tercer lustro del siglo XXI sin que los dirigentes tengan claro que la transparencia forma parte de la negociaci¨®n. Esto no implica meter micr¨®fonos o c¨¢maras en los despachos o restaurantes. Pero tampoco deben eludirse las im¨¢genes de los encuentros ¡ªsolo han existido las de S¨¢nchez con Rajoy; no, lamentablemente, las de S¨¢nchez con Pablo Iglesias o Albert Rivera¡ª por c¨¢lculos sobre la reacci¨®n de las hinchadas a juntarse con unos o con otros, ni dejar de explicarse sobre lo hablado. La actitud es similar en el caso de los s¨ªmbolos de la nueva pol¨ªtica, Iglesias y Rivera, tan evasivos y poco transparentes como los partidos de siempre.
El peligro de que se instale la confusi¨®n es real, porque el tiempo pasa sin que se traduzca en decisiones la voluntad ciudadana expresada en las urnas del 24 de mayo ¡ªlo mismo que sucede con las andaluzas del 22 de marzo¡ª. Una mirada m¨¢s profunda nos lleva a encontrar las razones del vac¨ªo en el efecto provocado por las a?ejas normas en vigor. Legalmente han de transcurrir tres semanas entre las elecciones y la constituci¨®n de Ayuntamientos (m¨¢s, cuando hay recursos), y varios meses para los Gobiernos aut¨®nomos en funci¨®n de lo que dice cada estatuto, lo cual multiplica la interinidad de los organismos afectados y la incertidumbre de futuro a falta de mayor¨ªas claras. A?adir a ello las reuniones de l¨ªderes por sorpresa, de las cuales apenas se informa, acrecienta los rumores y aleja las certezas.
La desinformaci¨®n nunca es buena para nadie. Sobre todo, cuando se pretende extender la idea de que las elecciones sin mayor¨ªa absoluta o los gobiernos en minor¨ªa conducen a la inestabilidad.
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