En nombre de muchos vascos

El lehendakari Urkullu dijo ayer en San Sebasti¨¢n que el fin del terrorismo de ETA no puede significar pasar p¨¢gina sin una aclaraci¨®n, reconocimiento y cr¨ªtica expl¨ªcita sobre lo sucedido. Y concret¨® la necesidad de autocr¨ªtica en el propio Gobierno vasco que preside desde hace dos a?os y medio. Lo hizo un d¨ªa despu¨¦s de haber escuchado en persona los reproches que representantes de las asociaciones de v¨ªctimas hicieron a las autoridades vascas por lo que consideraron desinter¨¦s por su causa. ¡°Debimos haber reaccionado antes y hacerlo mejor¡±, admiti¨®.

A fines del a?o pasado levant¨® cierta pol¨¦mica una declaraci¨®n suya en la que, a prop¨®sito de la corrupci¨®n, elogi¨® el comportamiento ¡°mod¨¦lico¡± de la sociedad vasca. Se le reproch¨® no haber aprovechado la ocasi¨®n para reconocer que en relaci¨®n con el terrorismo y sobre todo con sus v¨ªctimas, la sociedad vasca no hab¨ªa sido mod¨¦lica sino todo lo contrario. Durante muchos a?os, de ignorancia, y m¨¢s tarde de envilecimiento colectivo como tan expresivamente retrata la pel¨ªcula Todos estamos invitados, de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n: amigos que fingen no conocer a quien ha sido amenazado por ETA. Por eso es tan oportuna esta iniciativa de Urkullu; porque la autocr¨ªtica no es solo en nombre de los pol¨ªticos, sino de la ciudadan¨ªa a la que representan.

Los casi tres a?os transcurridos desde el cese de ETA, y los casi seis desde su ¨²ltimo atentado en Espa?a, confirman que el abandono de las armas era real; pero tambi¨¦n que la banda no ha renunciado a obtener rendimiento simb¨®lico y pol¨ªtico de ello. Su batalla no es por el futuro (ya sabe que no lo tiene) sino por el pasado: por justificarlo como una necesidad ineludible. Ese es el motivo por el que condiciona la entrega de las armas y disoluci¨®n organizativa a la liberaci¨®n de sus presos y salida de Euskadi de las fuerzas de Seguridad del Estado.

Urkullu respondi¨® indirectamente a esas pretensiones diciendo ante las v¨ªctimas que ETA ¡°no deber¨ªa de haber existido nunca¡±, y que lo ¨²nico que esperaba de ella era ¡°que entregase las armas y se disolviera¡±. Las asociaciones de v¨ªctimas, otras veces muy desconfiadas de todo lo que viniera de Ajuria Enea, han sabido valorar la actitud del lehendakari. No solo por lo que ha dicho, sino porque antes de decir ha escuchado lo que ten¨ªan que decirle a ¨¦l.