Jurassic World podr¨ªa hacerse realidad. Te lo dice un experto
Jack Horner repite como asesor cient¨ªfico en la nueva entrega de la saga
Aunque no lo creas, dos horas de 'Parque Jur¨¢sico' hicieron m¨¢s por tu conocimiento cient¨ªfico que el total de todas las clases sobre esta materia que diste en el colegio y en el instituto. Un ejemplo para convencerte: antes de su estreno en 1993, entender algo tan complejo como la Teor¨ªa del caos solo era posible para cerebros privilegiados. Despu¨¦s de ver la pel¨ªcula, gracias a la explicaci¨®n que el Dr. Ian Malcolm (Jeff Goldblum) le daba a la Dra. Ellie Sattler (Laura Dern) mientras vert¨ªa gotas de agua sobre su mano, cualquier ni?o pod¨ªa hablar del ¡®Efecto Mariposa¡¯ sin necesidad de ser un superdotado.
Lo mismo pas¨® con la gen¨¦tica. Mendel y sus guisantes resultaban graciosos, pero nada comparados con el corto animado con el que Spielberg nos cont¨® c¨®mo de la sangre de un mosquito atrapado en ¨¢mbar pod¨ªa extraerse ADN que, mezclado con el de una rana, serv¨ªa para clonar animales prehist¨®ricos. No, en serio, ?qui¨¦n conjugaba el verbo ¡®clonar¡¯ antes de todo esto?
Pero si hay un conocimiento cient¨ªfico que cambi¨® para siempre a ra¨ªz de esta pel¨ªcula fue el de los dinosaurios, que dejaron de ser imaginados como monstruos para convertirse en animales de carne y hueso que, en cierto modo, hoy siguen caminando entre nosotros. O mejor dicho, volando. Aqu¨ª va la lecci¨®n definitiva aprendida con Parque Jur¨¢sico: los dinosaurios no eran lagartos gigantes, eran p¨¢jaros.
De esto no fue responsable Steven Spielberg ni su equipo de efectos especiales encabezado por dos leyendas de la industria como Stan Wiston y Phil Tippett. Ni siquiera Michael Crichton, el autor del bestseller en el que se bas¨® este cl¨¢sico del g¨¦nero. Ellos solo siguieron las indicaciones de un paleont¨®logo estadounidense llamado Jack Horner (Shelby, Montana, 1946), el hombre al que debes todo lo que sabes de dinosaurios. ¡°Me enter¨¦ de la existencia de esta historia por un amigo que me llam¨® para decirme que hab¨ªan publicado un libro cuyo protagonista estaba basado en mi. As¨ª que cuando Steven Spielberg me llam¨® para que le asesorara en la pel¨ªcula no pude decirle que no¡±, cuenta por tel¨¦fono desde Londres en plena promoci¨®n de ¡®Jurassic World¡¯, en la que tambi¨¦n ha colaborado. ¡°En realidad Crichton se hab¨ªa inspirado en varios paleont¨®logos para crear el personaje de Alan Grant, pero a ra¨ªz de esta colaboraci¨®n directa con Spielberg y con Sam Neill (el actor que le daba vida en el filme) acab¨® pareci¨¦ndose m¨¢s a m¨ª. As¨ª que s¨ª, podr¨ªa decirse que yo soy el verdadero Alan Grant¡±.
¡°No podemos conseguir ADN de dinosaurio, pero teniendo a sus descendientes directos entre nosotros, podemos crearlos a la inversa¡±
Aunque existen dos grandes diferencias entre el personaje y la persona. La primera es que el paleont¨®logo ficticio odiaba a los ni?os, mientras que el real disfruta lo mismo dando clase en la Universidad de Montana y excavando en busca de f¨®siles que dando conferencias para el p¨²blico escolar. Tanto que el t¨¦rmino ¡°estudiantes de sexto grado¡± ¨Cde 12 o 13 a?os en Estados Unidos¨C es una constante en sus charlas. ¡°Son los m¨¢s cr¨ªticos, si ellos no se creen lo que cuento, no se lo cree nadie¡±. La segunda es que Horner, a diferencia de Grant, ha participado en todas las entregas de la saga jur¨¢sica en calidad de asesor cient¨ªfico para que los animales se movieran y comportaran en pantalla tal y como lo hicieron en realidad. A no ser que sus indicaciones entraran en conflicto con el espect¨¢culo, claro. ¡°En la primera pel¨ªcula ya sab¨ªamos que los velociraptores ten¨ªan plumas en los brazos, pero cuando se lo suger¨ª a Spielberg decidi¨® dejarlos sin ellas porque as¨ª le parec¨ªan m¨¢s terror¨ªficos. Hoy todo el mundo sabe lo de este plumaje, y aunque algunos se quejan porque volvemos a no ser fieles a la realidad, no pod¨ªamos pon¨¦rselas ahora. ¡®Jurassic World¡¯ no es un documental y prefer¨ªa mantener la coherencia entre las entregas. Si en la primera parte no ten¨ªan plumas, en la cuarta tampoco. Adem¨¢s es que as¨ª molan mucho m¨¢s, ?no crees?¡±.
Plumas aparte, Horner presume de que, en el aspecto cient¨ªfico, esta entrega es la m¨¢s realista de todas las rodadas hasta la fecha. Aunque lo es, curiosamente, gracias a la ¨²nica especie que no existi¨® en la realidad, el Indominus Rex. Un h¨ªbrido creado a partir de los genes de otros dinosaurios que deja al T-Rex a la altura de un animal de compa?¨ªa. ¡°Disponiendo del material gen¨¦tico correcto para combinar ya se pueden crear especies h¨ªbridas. Por ejemplo, existen unos peces que, gracias a un gen de una medusa, brillan en la oscuridad. El problema es que creo que nunca tendremos ADN de dinosaurios para mezclar porque si extraes sangre de un mosquito fosilizado en ¨¢mbar solo obtendr¨¢s ADN de mosquito. Nada m¨¢s¡±.
?Significa esto que debemos renunciar a la idea de ver Jurassic Park alg¨²n d¨ªa hecho realidad? No, aunque no ser¨¢ como imaginas. Tal y como explic¨® en una conferencia TED, Horner trabaja desde hace varios a?os con otros cient¨ªficos en un proyecto para devolver a los dinosaurios a la vida. ¡°No podemos conseguir ADN de dinosaurio, pero teniendo a sus descendientes directos entre nosotros, podemos crearlos a la inversa¡±. Es decir, que en lugar de clonarlos, lo que est¨¢n investigando es modificar gen¨¦ticamente aves desde su fase embrionaria para reactivar rasgos ancestrales que perdieron durante su evoluci¨®n. ¡°Ser¨¢n dinosaurios peque?os. Si tuvi¨¦semos p¨¢jaros del tama?o de un T-Rex podr¨ªamos intentarlo, pero de momento a lo m¨¢ximo que podemos aspirar es a conseguir unos pollos con dientes, colas muy largas y garras en lugar de alas¡±. ?Su nombre? Chickenosaurus. La buena noticia es que tarde o temprano llegar¨¢ el d¨ªa que podamos ver dinosaurios en un parque de atracciones. La mala, que igual solo como parte del men¨² de un KFC. ¡°Pues no ser¨ªa una mala idea¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.