Los antivacunas y el pasado fascista de Espa?a
Los contrarios a la vacunaci¨®n suelen hacer paralelismos entre la idea de la obligatoriedad y el legado autoritario espa?ol
La semana pasada, un ni?o de seis a?os de Olot, un pueblo de Catalu?a, ingres¨® en el hospital diagnosticado con difteria. Se trataba del primer caso de esta enfermedad que se registraba en Espa?a en 28 a?os. El ni?o, que actualmente se encuentra en estado cr¨ªtico pero estable en un hospital de Barcelona, no hab¨ªa sido vacunado por las dudas sobre la seguridad de las vacunas que ten¨ªan sus padres, que ahora dicen sentirse enga?ados por los grupos antivacunas que en un principio azuzaron sus miedos.
La difteria, ya ins¨®lita en Europa, es una enfermedad seria, posiblemente fatal, que puede provocar insuficiencia card¨ªaca, neumon¨ªa y par¨¢lisis de los m¨²sculos usados para tragar. Hasta la d¨¦cada de 1920 era una de las causas principales de mortalidad infantil, a veces denominada ¡°¨¢ngel estrangulador¡±, pues la seudomembrana que la bacteria puede crear en las v¨ªas respiratorias suele provocar la muerte por asfixia. En Espa?a estuvo muy extendida durante la primera mitad del siglo XX, en particular tras la devastaci¨®n f¨ªsica y econ¨®mica provocada por la Guerra Civil. Solo en el a?o 1940 se registraron m¨¢s de 27.000 casos de difteria.
La mejora de la sanidad infantil era una prioridad oficial del nuevo r¨¦gimen de Franco, y los casos se redujeron significativamente en la ¨¦poca de la posguerra. Sin embargo, el sistema p¨²blico de salud espa?ol, empobrecido y fragmentado, no logr¨® conseguir el r¨¢pido progreso hacia la erradicaci¨®n que s¨ª lograron sus vecinos de Europa occidental, y a finales de la d¨¦cada de 1960 a¨²n se registraban casi 250 casos nuevos al a?o. Por fin, en 1966 se implement¨® un exhaustivo programa de vacunaci¨®n y, hasta la semana pasada, el ¨²ltimo caso de difteria se hab¨ªa registrado en 1987.
En 1940 se registraron m¨¢s de 27.000 casos de difteria en Espa?a"
Como la difteria llevaba tres d¨¦cadas erradicada en Espa?a, las reservas de la antitoxina necesaria para tratar la enfermedad ya no est¨¢n disponibles en el pa¨ªs. Dicha antitoxina, incluida en el cat¨¢logo de ¡°medicamentos esenciales¡± de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, est¨¢ cada vez menos disponible por lo ins¨®lito de la enfermedad y porque, al ser un producto derivado de la sangre, su producci¨®n est¨¢ muy regulada. En todo Estados Unidos, por ejemplo, no hay productos de antitoxina con licencia, y en el caso de la difteria, el Centro para el Control y Prevenci¨®n de Enfermedades recurre, para su programa de investigaci¨®n de nuevos medicamentos, a un producto brasile?o sin licencia. En Europa algunos expertos en sanidad p¨²blica han solicitado la creaci¨®n de una reserva central de la Uni¨®n Europea a la que todos los pa¨ªses puedan acceder en caso de emergencia.
En esta ocasi¨®n, las autoridades sanitarias espa?olas se han visto obligadas a buscar suministros en el extranjero, y ha tenido que ser el embajador ruso en Madrid quien los traiga personalmente desde Mosc¨². Las dificultades para localizar y suministrar las antitoxinas fundamentales ponen de manifiesto la velocidad a la que pueden desmoronarse las estructuras internacionales una vez que una enfermedad se erradica en un pa¨ªs concreto y desaparece del radar de las autoridades. El recurso a los canales diplom¨¢ticos y el suministro ad hoc de medicamentos recuerda a una situaci¨®n ca¨®tica, que es m¨¢s habitual vincular a ¨¦pocas de guerra y emergencia internacional.
Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, la peque?a colonia espa?ola de ?frica occidental, en la actual Guinea Ecuatorial, se enfrent¨® a un peligroso brote de fiebre amarilla. Ante el desmoronamiento de su econom¨ªa y la interrupci¨®n de los suministros internacionales durante la guerra, el Gobierno espa?ol tuvo problemas para garantizar la medicaci¨®n b¨¢sica y distribuir las vacunas pertinentes, tanto en Espa?a como en sus colonias de ultramar. Finalmente la ayuda lleg¨® desde el consulado brit¨¢nico local, que accedi¨® a viajar hasta Lagos y llevar vacunas transport¨¢ndolas en termos. Mientras que este tipo de soluciones ad hoc podr¨ªan resultar necesarias durante una ¨¦poca de conflicto internacional, hoy en d¨ªa, con un sistema internacional aparentemente m¨¢s ordenado, parecen estar del todo fuera de lugar.
Un potente movimiento antivacunas canaliz¨® la desconfianza hacia el Estado durante el periodo de la 'perestroika' en la URSS
No es casualidad que las antitoxinas estuviesen disponibles en Rusia. Los casos de difteria hab¨ªan empezado a caer en la Uni¨®n Sovi¨¦tica tras la introducci¨®n de la inmunizaci¨®n infantil universal en 1958. Hacia mediados de la d¨¦cada de 1970 se hab¨ªan desplomado a m¨ªnimos hist¨®ricos, aproximadamente al mismo nivel que el de Estados Unidos. Sin embargo, los cambios en los calendarios de inmunizaci¨®n contribuyeron al aumento de la difteria en la d¨¦cada de 1980, debido, entre otras cosas, al bajo nivel de apoyo p¨²blico fomentado por un potente movimiento antivacunas que canaliz¨® la desconfianza hacia el Estado durante el periodo de la perestroika.
Con el desmoronamiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y buena parte de sus servicios p¨²blicos de salud, sobre todo en los estados reci¨¦n independizados, en 1993 estall¨® una grave epidemia. La escasez de vacunas, las penurias econ¨®micas y los movimientos migratorios en masa contribuyeron al brote y a los problemas que tuvieron las autoridades para controlarlo. Finalmente, la difteria en Rusia y en los antiguos estados sovi¨¦ticos se control¨® gracias a la cooperaci¨®n internacional entre gobiernos, ONG y organismos de la ONU. Desde entonces, las antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas y Rusia han sido la ¨²nica zona de Europa donde la difteria sigue siendo un problema de salud p¨²blica. Aunque ya no tiene proporciones epid¨¦micas, la presencia persistente de la enfermedad ha motivado que las autoridades rusas conserven reservas de la antitoxina de la difteria.
El regreso de enfermedades olvidadas arroja luz sobre las relaciones problem¨¢ticas entre los ciudadanos y el Estado. Los recientes movimientos antivacunas en Estados Unidos revelan el conflicto de ideas entre la salud individual y la p¨²blica, mientras que el legado autoritario espa?ol ha te?ido el debate sobre la vacunaci¨®n en el pa¨ªs. Esta semana, Luis Garicano, portavoz econ¨®mico de Ciudadanos, el nuevo partido de centro, afirm¨® que habr¨ªa que apartar de los colegios a los ni?os no vacunados, adem¨¢s de multar a sus padres y despojarlos de sus ayudas. Sus comentarios han sido tachados de ¡°neofascistas¡±, y los defensores antivacunas suelen hacer paralelismos entre la idea de la obligatoriedad y el pasado fascista del pa¨ªs. Para ellos, el derecho a rechazar las vacunas es una libertad que deber¨ªa protegerse en la era de la democracia.
El regreso de enfermedades olvidadas arroja luz sobre las relaciones problem¨¢ticas entre los ciudadanos y el Estado"
El regreso de la difteria a Espa?a es un reflejo del auge del sarampi¨®n, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas en Europa y Estados Unidos. Cuando las enfermedades desaparecen debido a la amplia cobertura de la vacunaci¨®n, las infraestructuras sanitarias p¨²blicas nacionales e internacionales necesarias para tratarlas tambi¨¦n suelen esfumarse. La desconfianza en dichas estructuras y pr¨¢cticas de la sanidad p¨²blica es lo que estimula a muchos movimientos antivacunas, se?alados como la causa principal del aumento de los casos de sarampi¨®n, tos ferina y, en esta ocasi¨®n, difteria.
En ese sentido, aunque el caso del peque?o que sigue hospitalizado en Barcelona es, en parte, la historia de la decisi¨®n de sus padres de no vacunarlo, tambi¨¦n forma parte de una historia m¨¢s larga sobre las intervenciones de la sanidad p¨²blica en Espa?a y sus consecuencias, sobre las relaciones problem¨¢ticas entre los Estados europeos y sus ciudadanos y, en fin, sobre el acceso global a los medicamentos y la coordinaci¨®n de la salud p¨²blica.
David Bryan es doctorando en el Departamento de Historia, Estudios Cl¨¢sicos y Arqueolog¨ªa de Birkbeck, Universidad de Londres, y participa en el proyecto de investigaci¨®n Internacionalistas Reacios, financiado por la Fundaci¨®n Wellcome Trust. Su investigaci¨®n estudia la participaci¨®n de los expertos en sanidad espa?oles en redes internacionales durante la era de Franco. Sus intereses investigadores incluyen la historia de la Espa?a moderna, la sanidad p¨²blica y la relaci¨®n entre pol¨ªticas internacionales y sanidad internacional en el siglo XX.
Dora Vargha es investigadora en el Departamento de Historia, Estudios Cl¨¢sicos y Arqueolog¨ªa de Birkbeck, en la Universidad de Londres, y participa en el proyecto de investigaci¨®n Internacionalistas Reacios, financiado por la Fundaci¨®n Wellcome Trust. Su trabajo se centra en las intersecciones de la historia de la ciencia, la medicina y la tecnolog¨ªa, el g¨¦nero y la discapacidad, y estudia la zona de Europa del Este para abordar cuestiones de sanidad p¨²blica internacional. Actualmente est¨¢ trabajando sobre el desarrollo y las pruebas de la vacuna de la polio durante la Guerra Fr¨ªa.
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