Vivir y luchar a pie de calle
?A qu¨¦ llamamos "barrio"? Sabemos bien que "barrio" no es una categor¨ªa administrativa. Qu¨¦ lo conforma, cu¨¢les son sus l¨ªmites, qu¨¦ define su memoria..., son cuestiones ante todo afectivas y simb¨®licas, que tienen que ver con las min¨²sculas grandezas de la vida cotidiana y, sobre todo, con nuestra propia infancia, de la que fue la verdadera patria. El barrio es una instituci¨®n social de primera importancia, factor clave en el proceso de socializaci¨®n de los individuos, fuente de experiencias determinantes en la biograf¨ªa de cada cual y elemento del que depende nuestro sentido de la identidad compartida, aquella que no nos permite olvidar que nadie acaba en s¨ª mismo.
En Barcelona han asesinado ¨²ltimamente barrios enteros, barrios populares, por supuesto. Los responsables de su destrucci¨®n han sido los de siempre y por lo de siempre: por ocupar grandes lotes de terreno codiciables para la especulaci¨®n urban¨ªstica. Entre las v¨ªctimas de esta m¨¢quina de desolaci¨®n que es la urbanizaci¨®n capitalista est¨¢n lo que fueron barriadas destinadas a albergar a la clase obrera en la periferia barcelonesa en los a?os 20, siguiendo una tipolog¨ªa de vivienda conocida como casas baratas: viviendas de 40-50 m2 y de una sola planta, agrupadas de manera que acabaron favoreciendo una intensa vida colectiva en el d¨ªa a d¨ªa, pero tambi¨¦n en las oportunidades excepcionales que procuraban la fiesta o la lucha. Excepto uno, conservado como testimonio patrimonial, los otros cuatro barrios de casas baratas en Barcelona han desaparecido o est¨¢n siendo demolidos.
Un libro reci¨¦n aparecido narra la agon¨ªa de uno de esos barrios: el del Bon Pastor, a orillas del Besos, una mancha de vivienda obrera que se atrev¨ªa a deslucir el entorno de la nueva terminal del AVE y que malograba los beneficios que se pod¨ªan obtener de un terreno que ocupaban y que ahora deven¨ªa precioso. Sus vecinos han sido o est¨¢n siendo deportados a bloques de casas en que ni remotamente podr¨¢n reproducir un tipo de vida en com¨²n horizontal, no solo en el sentido de que se desarrollaba entre vecinos que coincid¨ªan en la calle con solo salir a la puerta de sus casas, sino en el de que se fundaban en una negaci¨®n constante de toda jerarqu¨ªa y de cualquier privilegio. Horizontales porque todo pasaba a ras de suelo y porque nadie se levantaba por encima de los dem¨¢s.
Por eso este libro no pod¨ªa sino llamarse La ciudad horizontal. Urbanismo y resistencia en un barrio de casas baratas de Barcelona (Bellaterra). Su autor es un joven antrop¨®logo, Stefano Portelli, que lleg¨® a la barriada en 2002 y que se ha pasado todos estos a?os conociendo y acompa?ando la resignaci¨®n de unos y la resistencia de otros. La obra recoge el testimonio de hasta qu¨¦ punto reformar es casi siempre expulsar y lo hace con una mirada retrospectiva que repasa todas las d¨¦cadas a lo largo de las cuales este barrio fue un baluarte de insolencia y orgullo de clase. Un historia que tambi¨¦n hace poco levantaba otro libro de veras excepcional, en este caso dedicado a las casas baratas de Can Tunis, estas ya desaparecidas: Rastros de rostros en un prado rojo (y negro), de Pere L¨®pez S¨¢nchez (Virus).
Acaso est¨¢ ah¨ª la clave de no solo porqu¨¦ se destruyen barrios populares, sino porque no se levantan otros en nombre de las pol¨ªticas que se presentan como "antigueto". Si no se construye vivienda social es posible que sea, entre otras cosas, por la lecci¨®n que se desprende de lo que han sido barrios como los de casas baratas de Barcelona, que son o ser¨¢n pronto ruinas invisibles en una smart city no apta para insolventes. Esos barrios fueron laboratorios en los que la historia demostr¨® las consecuencias de la convivencia continua entre gente que compart¨ªa problemas y horizontes, que se encontraba constantemente y ten¨ªa m¨²ltiples ocasiones de compartir preocupaciones, anhelos y planes de acci¨®n, y mucho m¨¢s en contextos espaciales en que no hac¨ªa falta "bajar a la calle", porque la calle ya estaba ah¨ª, esperando tras la puerta de cada casa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.