¡°El ¨¦bola te mata f¨ªsica y socialmente¡±
Un enfermero de M¨¦dicos del Mundo en Sierra Leona, testigo del estigma que padecen los supervivientes de la enfermedad
El inicio de la respuesta internacional a la epidemia del ¨¦bola me sorprendi¨® en la India, justo al comienzo de mi aventura asi¨¢tica, un esperad¨ªsimo viaje que me llevar¨ªa por diferentes pa¨ªses del continente, combinando placer con alg¨²n que otro voluntariado, un viaje que siempre hab¨ªa sido una asignatura pendiente en mi curr¨ªculo de viajero.
Pasadas las semanas, a medida que avanzaba en mi conquista asi¨¢tica, el ¨¦bola avanzaba en la suya. Un progresivo incremento en las fatales estad¨ªsticas hacia m¨¢s palpable el da?o que la enfermedad estaba dejando a su paso por ?frica occidental. Y recuerdo con nitidez que fue en esos momentos cuando mi tan planeada aventura asi¨¢tica empezaba gradualmente a desinteresarme. Con la dificultad de concentrarme y disfrutar de la nueva etapa que estaba viviendo a miles de kil¨®metros, comenc¨¦ a elaborar un plan que, meses m¨¢s tarde, me llevar¨ªa a ?frica.
Como en la mayor¨ªa de los casos, la persistencia da sus frutos. Siete meses m¨¢s tarde aterrizar¨ªa en Freetown, la capital de Sierra Leona. Inmediatamente al descender del avi¨®n, sent¨ª el calor casi asfixiante; ?frica me recib¨ªa con los brazos abiertos.
Entre formulario, lavado de manos con cloro y comprobaci¨®n de la temperatura corporal, todo ello parte de una estudiada y rigurosa rutina para impedir la propagaci¨®n de la infecci¨®n, me abr¨ª finalmente paso entre la multitud de pasajeros reci¨¦n llegados, una amalgama de sierra leoneses, africanos de otras nacionalidades y cooperantes internacionales.
La epidemia de ¨¦bola apenas ocupaba ya titulares en los peri¨®dicos o informativos, y el n¨²mero de casos hab¨ªa descendido considerablemente, pero a¨²n quedaba mucho por hacer y yo estaba impaciente por aportar mi grano de arena.
Enfermero en un centro de aislamiento de ¨¦bola
Como enfermero, mi labor se desarrollar¨ªa en un centro de triage, conocidos como Holding Centres, donde se identifican y a¨ªslan los casos sospechosos para su posterior derivaci¨®n a un centro de tratamiento o ETC, seg¨²n sus siglas en ingl¨¦s, si la existencia del virus ha sido confirmada en la muestra de sangre del paciente. El centro est¨¢ situado cerca de la frontera con Guinea, en uno de los distritos m¨¢s rurales y pobres de Sierra Leona o Salone, como se conoce coloquialmente al pa¨ªs.
Mi compa?era y yo pasamos seis semanas trabajando en el centro de Kasumpe, adapt¨¢ndonos a unas gentes y cultura diferentes de la nuestra y al mismo tiempo tan similares. Los enfermeros e higienistas aprend¨ªan con nosotros y nosotros aprend¨ªamos con ellos. En ese tiempo tuve la suerte de conocer a varios pacientes y sus historias. De entre todas ellas, la de Hassan merece ser contada.
Hassan es un joven de veintinueve a?os. Lleg¨® al centro una tarde de abril en la que el term¨®metro sobrepasaba f¨¢cilmente los 35 grados. La sirena de la ambulancia con su mon¨®tona melod¨ªa nos alert¨® de su llegada y ello puso en marcha la maquinaria de un proceso ensayado a diario hasta rozar casi la perfecci¨®n.
Con extrema dificultad, Hassan abandon¨® la ambulancia ayudado por dos enfermeras, ambas vestidas de pies a cabeza con un traje el cual no dejaba entrever ni un cent¨ªmetro de su piel; tan s¨®lo sus ojos de un marr¨®n intenso y brillante eran visibles a trav¨¦s de las gafas protectoras. Hassan estaba desorientado y asustado, el cansancio que se hab¨ªa apoderado de ¨¦l en las ¨²ltimas semanas apenas le permit¨ªa mantenerse en pie. Su r¨¢pida respiraci¨®n y el intenso dolor que sent¨ªa por todo su cuerpo dificultaban el obtener respuestas clave para nosotros. Hassan revel¨® que hab¨ªa sido contagiado de ¨¦bola unos meses atr¨¢s y que hab¨ªa recibido tratamiento en un centro al sur del pa¨ªs. As¨ª lo confirmaba el equipo de vigilancia de ¨¦bola del distrito, el cual lo hab¨ªa acompa?ado en la ambulancia. Era, pues, un superviviente, y como tal, Hassan era ahora inmune al virus del ¨¦bola.
A pesar de las buenas noticias, Hassan necesitaba tratamiento urgente y cualquier p¨¦rdida de tiempo pod¨ªa tornarse en su contra. En poco pod¨ªamos ayudarle en el centro al descartar una infecci¨®n por virus del ¨¦bola. Decidimos trasladarlo al hospital m¨¢s cercano lo antes posible con la esperanza de una mejor¨ªa en sus s¨ªntomas.
Repudiado por sobrevivir al virus
A los pocos minutos de haber abandonado el centro, el enfermero que hab¨ªa servido de int¨¦rprete, ¡ªen ocasiones los pacientes no pueden comunicarse con fluidez en ingl¨¦s¡ª me cont¨® que Hassan hab¨ªa sido castigado y repudiado por el hecho de ser un superviviente. Interesado por conocer m¨¢s detalles, comenc¨¦ a preguntarle.
Hab¨ªa le¨ªdo con anterioridad y conoc¨ªa del posible rechazo de la sociedad a los pacientes que han sobrevivido al ¨¦bola, pacientes que a menudo se ven forzados a abandonar su entorno e incluso seres queridos como consecuencia de la discriminaci¨®n de la que son objeto. Es por ello que diferentes equipos de profesionales intentan trabajar con las diferentes comunidades el no rechazo a los supervivientes.
Seg¨²n avanzaba nuestra conversaci¨®n, se hizo evidente que Hassan hab¨ªa sufrido tambi¨¦n maltrato f¨ªsico. Hassan hab¨ªa sido castigado con latigazos y posteriormente rechazado por su c¨ªrculo m¨¢s cercano, incluyendo familiares y amigos, quienes le hab¨ªan culpado de haber tra¨ªdo el virus a su aldea.
Intent¨¦ racionalizar los hechos, buscando de alguna manera sentido a lo ocurrido, aunque sab¨ªa que no lo encontrar¨ªa. ?C¨®mo dar explicaci¨®n o justificaci¨®n a un acto tan brutal?, ?c¨®mo era posible que alguien pudiera ser castigado cuando ha sobrevivido a una enfermedad tan terrible como el ¨¦bola? Deber¨ªan premiar a los supervivientes, no darles latigazos. Entend¨ª entonces que los derechos individuales se sacrifican por el bienestar y seguridad de la comunidad y que todo lo que supone una ¡°amenaza¡± para ella debe ser destruido.
Me sorprend¨ªa ante todo la normalidad, la insensibilidad, la resignaci¨®n con la que el enfermero me contaba lo que le hab¨ªa ocurrido a Hassan. Imagino que la misma resignaci¨®n con la que las madres aprenden a vivir sabiendo que es muy probable que pierdan a uno o dos hijos antes de los cinco a?os de vida. En un pa¨ªs donde la mortalidad materno-infantil es una de las m¨¢s elevadas del mundo, donde la esperanza de vida apenas alcanza los cincuenta a?os, donde el ma?ana es incierto y el presente dicta tu vida, parece entonces l¨®gico pensar que la resignaci¨®n se presente como la ¨²nica alternativa al sufrimiento.
Intent¨¦ pensar por un momento c¨®mo ser¨ªa la situaci¨®n si en nuestros tan civilizados pa¨ªses sucediese lo mismo, si el ¨¦bola fuese una amenaza real y pusiese en juego un sistema de salud casi inexistente. A¨²n as¨ª resultaba impensable, pero desafortunadamente esta es la situaci¨®n para muchos en pa¨ªses m¨¢s cercanos y similares a nosotros de lo que pensamos.
Algo de comida y un certificado para volver a empezar
Hassan apenas hab¨ªa recibido ayuda desde que hab¨ªa salido del centro de tratamiento; tan s¨®lo comida para unos cuantos d¨ªas, tal vez una semana. Esa comida y un certificado como superviviente eran ahora sus ¨²nicas posesiones. Con eso empezar¨ªa su nueva vida despu¨¦s de haber sobrevivido a una enfermedad que todav¨ªa hoy en muchas zonas del pa¨ªs te mata tanto f¨ªsica como socialmente.
Con m¨¢s de 10.000 fallecidos a su paso por Sierra Leona, Guinea y Liberia, es indiscutible el da?o que el virus ha causado y las secuelas que dejar¨¢ en esta sociedad, sobre todo aquellas que son imposibles de cuantificar, como el da?o que causa la discriminaci¨®n y el doloroso rechazo de tus familiares y seres queridos.
Los supervivientes como Hassan son los verdaderos h¨¦roes de la guerra contra esta enfermedad, unos h¨¦roes que, despu¨¦s de haber luchado con estoicidad en la batalla contra el ¨¦bola, se enfrentan a otra batalla, ¨¦sta ¨²ltima contra la ignorancia.
La historia de Hassan no es ¨²nica. Como ¨¦l, muchas personas en esta parte del mundo siguen y seguir¨¢n padeciendo las consecuencias de la estigmatizaci¨®n.
Solo espero que cuando todo vuelva a la normalidad, cuando el ¨¦bola ya no sea titular en las noticias, ni se escriba sobre ¨¦l, cuando todo forme parte de un cap¨ªtulo tr¨¢gico m¨¢s en la historia de ?frica, espero que haya personas que lo sigan dando todo para apoyar a gente como Hassan y a los m¨¢s desfavorecidos, para que el miedo no haga a las personas cometer atrocidades tan devastadoras para un ser humano. S¨®lo as¨ª podremos entonces so?ar con un futuro mejor para Mam¨¢ Salone.
Guillelme Orjales es enfermero de M¨¦dicos del Mundo en Kasumpe, Sierra Leona
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