Cien aves al lado de casa y no las ves
Rapaces, aves marinas y p¨¢jaros carpinteros habitan en entornos urbanos Identifica cu¨¢les conoces con nuestro juego interactivo
Abre la ventana de tu vivienda o lugar de trabajo en la ciudad y alza la mirada al cielo. Casi con toda probabilidad observar¨¢s y oir¨¢s estos d¨ªas a una de las ¡°m¨¢quinas voladoras¡± m¨¢s perfectas que hay en la naturaleza: el vencejo com¨²n. Alas largas y puntiagudas y vuelo incansable, tanto, que el macho jam¨¢s posa sus patas una vez que ha abandonado el nido. Con la mirada fija en los vencejos, aparece otra especie de reconocida elegancia y destreza en vuelo, esta de mayor tama?o: un halc¨®n peregrino, el animal m¨¢s r¨¢pido del mundo. Coronan la escena un colirrojo tiz¨®n trinando sobre una antena, el bullicio en vuelo de tres cotorras argentinas, el piar y deambular a pie de calle de gorriones y palomas, respectivamente, y el melodioso canto de un mirlo com¨²n.
Siete especies sin salir de casa. Casi como un documental de La 2 desde la ventana. Esta escena la he vivido en m¨¢s de una ocasi¨®n como atento observador de la avifauna urbana, a la par que periodista. Al cupo de siete se podr¨ªa a?adir, en alg¨²n momento del a?o, gaviotas, grullas, cig¨¹e?as, buitres, milanos, abejarucos, jilgueros, verdecillos¡ Y as¨ª, hasta unas cien especies. No son las que se observan justo desde una ventana de un edificio urbano, pero s¨ª las que de media aparecen en diferentes h¨¢bitats de la ciudad: parques, jardines, descampados, estanques, huertos, pol¨ªgonos industriales¡ Y vertederos, aut¨¦nticos supermercados al aire libre en los que practican el buf¨¦ libre gaviotas, rapaces, garcetas, cig¨¹e?as y c¨®rvidos, entre otros comensales.
A todo ello hay que a?adir los propios edificios. ¡°Hay aves, como el colirrojo tiz¨®n o el halc¨®n peregrino, que de forma natural habitan en roquedos y que, progresivamente, se est¨¢n adaptando a la ciudad porque encuentran la estructura de muchos edificios muy semejantes a esos roquedos¡±, afirma Diego Gil, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) que estudia las adaptaciones de las aves a la ciudad. ¡°En los aeropuertos de El Prat y Barajas, hay carboneros, verderones y mirlos que comienzan a volar y cantar muy pronto por la ma?ana para no solaparse con el ruido del tr¨¢fico de los aviones, que cada vez empieza antes y es m¨¢s intenso¡±, prosigue.
Sin embargo, la perpetua adaptaci¨®n de la avifauna a la intensidad urbana puede condicionar a la larga la subsistencia de algunas especies. Gil a?ade: ¡°al adelantar su actividad no solucionan el problema, ya que posiblemente conlleve cambios de comportamientos que no les beneficien mucho, como alimentarse en horas inadecuadas o dormir antes de lo debido¡±. Del CSIC parti¨® un estudio publicado en la revista Behavioral Ecology que revelaba que otra ave urbanita, el verdecillo, emplea m¨¢s tiempo en cantar para compensar el ruido. ?Consecuencias? ¡°Dedicar m¨¢s tiempo al canto puede interferir en exceso con tareas tan importantes como estar atento a los depredadores o a otros verdecillos vecinos¡±, explicaba Mario D¨ªaz, investigador tambi¨¦n del MNCN-CSIC.
¡°Cada vez se ven m¨¢s urracas y cotorras y menos gorriones¡±. Esta observaci¨®n del paseante habitual de ¨¢reas verdes urbanas coincide con estudios que certifican que el estr¨¦s urbano acaba por beneficiar a las especies m¨¢s oportunistas y, por lo tanto, disminuye la diversidad alada. ¡°Los c¨®rvidos (como las urracas), las palomas y los estorninos han resultado ser las aves m¨¢s tolerantes a la vida urbanita¡±. Es una de las conclusiones de otro estudio, este del Centre de Recerca Ecol¨°gica i Aplicacions Forestals (CREAF) y del CSIC, que confirma ¡°la poca tolerancia de la mayor parte de especies a las alteraciones que conlleva la urbanizaci¨®n¡±.
A finales del pasado a?o la revista cient¨ªfica Ecology Letters publicaba un estudio m¨¢s, realizado por la Universidad de Exeter, la Royal Society for the Protection of Birds (RSPB) y el Pan-European Common Bird Monitoring Scheme, que constataba que, en los ¨²ltimos 30 a?os, Europa ha sufrido una grave disminuci¨®n de aves comunes, unos 421 millones de ejemplares menos. Esto supone un 20% del total, ya que la estima en el a?o de partida del estudio (1980) era de unos 2.000 millones de ejemplares. Que el gorri¨®n com¨²n haya desaparecido de Londres y est¨¦ a punto de hacerlo de otras capitales europeas es un s¨ªntoma de esa disminuci¨®n.
La Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO/BirdLife), que participa activamente en la elaboraci¨®n de esos datos a trav¨¦s del Programa de Seguimiento de Aves Comunes Reproductoras (Sacre), ha dedicado su Ave del a?o tanto en 2014 (golondrina com¨²n) como en 2015 (t¨®rtola europea) a especies que han pasado de ser habituales a disminuir dr¨¢sticamente sus poblaciones. En plena ¨¦poca de reproducci¨®n de este mismo a?o, SEO/BirdLife recordaba que ¡°es ilegal destruir nidos de golondrinas, aviones o vencejos¡±, ante las denuncias y testimonios de la ciudadan¨ªa sobre la eliminaci¨®n de cientos de ellos por todo el pa¨ªs. ¡°Es posible que hayan destruido su nido en el garaje que dices y desechado ya ese lugar para nidificar; me temo que no las volver¨¢s a ver¡±. Desolaci¨®n. Es el efecto que me producen las explicaciones de Juan Carlos del Moral, coordinador del ?rea de Estudio y Seguimiento de Avifauna de SEO/BirdLife, ante la ausencia repentina de otra especie de observaci¨®n habitual desde mi ventana.
Posiblemente la golondrina com¨²n del patio de viviendas de mi barrio sea una de las diez millones que han desaparecido de Espa?a en menos de una d¨¦cada, entre 2004 y 2014, sobre una poblaci¨®n de treinta millones de ejemplares. Destrucci¨®n de nidos, intensificaci¨®n agr¨ªcola, uso de plaguicidas y abandono rural, que conlleva eliminaci¨®n de edificios donde nidificar, est¨¢n en la ra¨ªz del desplome. Y que nadie piense que el gorri¨®n com¨²n, con sus 150 millones en Espa?a, seg¨²n el ¨²ltimo censo, est¨¢ a salvo (que se lo digan a Londres). Nada como la historia de la paloma migratoria americana, que pas¨® en un siglo de 5.000 millones a cero (est¨¢ extinguida), para ejemplificar la voracidad del Homo sapiens. S¨ª, esto fue hace un siglo, pero un estudio publicado en la revista Conservation Biology acaba de constatar que otra especie com¨²n en Eurasia, el escribano aureolado, puede sufrir la misma desgracia, ya que ha perdido el 90% de sus poblaciones en tres d¨¦cadas.
Insecticidas naturales
Supongamos que en torno al 5% de la poblaci¨®n madrile?a de carbonero com¨²n, una especie habitual de ¨¢reas urbanas, es asidua de las ciudades. Tendr¨ªamos unos 5.500 ejemplares sobre una poblaci¨®n total estimada en el ¨²ltimo censo de SEO/BirdLife en 110.000. Ahora extrapolemos la cifra extra¨ªda de un estudio publicado en la revista Cronica Naturae, que calcula un m¨ªnimo de 3.000 insectos consumidos por pareja y ¨¦poca de cr¨ªa en parques de una ciudad madrile?a, Fuenlabrada. Solo los carboneros comunes urbanos devoran, como poco, 17 millones de insectos en el per¨ªodo de reproducci¨®n.
"Si sumamos las cebas fuera de la caja, la alimentaci¨®n de los progenitores y la posibilidad de una segunda puesta, la biomasa ingerida por una pareja de p¨¢ridos (familia de los carboneros), s¨®lo en la ¨¦poca de cr¨ªa, es enorme". La investigaci¨®n, realizada principalmente por miembros del Grupo de Rehabilitaci¨®n de la Fauna Aut¨®ctona y su H¨¢bitat (Grefa) tras la colocaci¨®n de varias cajas nido, tiene varias lecturas positivas, sobre todo pensando en el uso de insecticidas sint¨¦ticos y la tala progresiva de ¨¢rboles viejos y enfermos: "las aves insect¨ªvoras se alimentan de una gran cantidad de insectos, lo que puede propiciar un control biol¨®gico muy eficaz para mantener el equilibrio en los ecosistemas de parques urbanos". Eso sin contar con vencejos, aviones, golondrinas, herrerillos y gorriones, entre otros, que elevar¨ªan a miles de millones los invertebrados devorados en la ciudad.
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