¡°El n¨²mero pi es un poema ¨¦pico¡±
El escritor brit¨¢nico, un prodigio del c¨¢lculo matem¨¢tico complejo, habla de la trascendencia de los n¨²meros y las letras, y del s¨ªndrome de Asperger
Daniel Tammet (Londres, 1979) es sinest¨¦sico. Percibe los n¨²meros y las palabras a trav¨¦s de colores, formas, texturas y emociones distintas. Logra asociar una imagen distinta a cada cifra hasta 10.000. ¡°En mi cabeza, contar es como pasear por el bosque¡±, sostiene en la contraportada de su nuevo libro, La poes¨ªa de los n¨²meros. C¨®mo las matem¨¢ticas iluminan mi vida (Blackie Books), donde explica la trascendencia que letras y n¨²meros han tenido para ¨¦l, a trav¨¦s de una especie de autobiograf¨ªa novelesca dividida en 25 cap¨ªtulos. A Tammet tambi¨¦n se le ha diagnosticado el s¨ªndrome de Asperger, trastorno ubicado en el espectro autista, adem¨¢s del llamado s¨ªndrome del sabio,que confiere a quien lo padece una extraordinaria capacidad de c¨¢lculo y una memoria prodigiosa. La diferencia, en su caso, es que el autismo no ha supuesto un aislamiento irresoluble, sino un obst¨¢culo a superar. ¡°La gente cree que soy extremadamente t¨ªmido y asocial, una especie de computadora humana sin capacidad de apreciar la literatura, de tener amigos por todo el mundo o disfrutar de una relaci¨®n sentimental desde hace a?os¡±, explica Tammet, sentado a la hora del almuerzo en un restaurante de Par¨ªs, la ciudad donde se instal¨® hace media d¨¦cada junto a su compa?ero, un fot¨®grafo franc¨¦s.
El autor asegura que fueron los factores mencionados los que le llevaron a intentar ultrapasar las barreras que su condici¨®n hab¨ªa impuesto en su cabeza. ¡°Ha sido un recorrido complejo, que hubiera sido imposible hace solo 30 a?os. Entonces se segu¨ªa creyendo que el Asperger imped¨ªa la creatividad y que el cerebro del autista estaba paralizado desde el nacimiento. Ahora sabemos que es falso, gracias a la teor¨ªa de la plasticidad neuronal, que demuestra que las conexiones cerebrales se regeneran a lo largo de la vida¡±, apunta. Para Tammet, la literatura result¨® particularmente determinante. ¡°Leer una novela es un trabajo de empat¨ªa y de imaginaci¨®n. Proyectarse en un relato e intentar imaginar c¨®mo vivir¨¢n sus protagonistas, meti¨¦ndose en la piel de ese ser que vive en otro pa¨ªs y en otra ¨¦poca, resulta incre¨ªblemente beneficioso para las personas como yo¡±, agrega.
Tammet creci¨® en Barking, suburbio del este londinense que fue declarado, durante los ochenta, la d¨¦cima localidad m¨¢s pobre de Reino Unido. En ella no hab¨ªa cines, teatros o museos. ¡°Pero s¨ª exist¨ªa una biblioteca¡±, recuerda. ¡°Pas¨¦ horas leyendo diccionarios y enciclopedias, antes de pasar a los poemas y las novelas. Fue eso lo que me llev¨® a vivir una vida distinta a la m¨ªa¡±. Su padre fue obrero en una f¨¢brica metal¨²rgica y su madre, secretaria y despu¨¦s ama de casa. Tammet es el mayor de nueve hermanos. ¡°Crecer en una familia numerosa me ayud¨®, porque siempre me sent¨ª acompa?ado. Si hubiera sido hijo ¨²nico, no s¨¦ c¨®mo habr¨ªa resuelto lo que me suced¨ªa¡±, reconoce. Pese a todo, en la escuela primaria empez¨® a detectar que era distinto a los dem¨¢s. ¡°Hacia los 8 o 9 a?os empec¨¦ a sentir la diferencia y la soledad, aunque no dispusiera de palabras para expresarlas. Fue a partir de ese momento cuando quise romper el muro que me separaba de los dem¨¢s. Me empe?¨¦ en aprender los c¨®digos sociales, como si fuera un cient¨ªfico que estudiara una especie animal ex¨®tica o como si aprendiera una lengua extranjera. Por supuesto, hice muchas faltas y comet¨ª muchos errores, pero incluso as¨ª me lanc¨¦¡±, recuerda.
¡°Cuando hablaba de cifras y de palabras, sent¨ªa emociones precisas y visualizaba colores¡±
Fue durante esa ¨¦poca cuando entendi¨® que dispon¨ªa de un talento particular. Al hacer sus deberes, lograba adivinar la soluci¨®n a los problemas matem¨¢ticos, pero sin ser capaz de explicar por qu¨¦. Las cifras se convirtieron en ¡°un idioma privado¡±, o incluso en su ¡°primer idioma¡±. ¡°Cuando hablaba de cifras y de palabras, sent¨ªa emociones precisas y visualizaba colores. Mis compa?eros de clase no entend¨ªan nada. La sinestesia no exist¨ªa en mi vocabulario, pero tampoco en el de mis padres o profesores. Entonces nadie hablaba de vocales rojas ni de palabras naranjas. Nadie dec¨ªa que el n¨²mero 4 era t¨ªmido como yo, ni que el 11 dispon¨ªa de una incre¨ªble belleza¡±, rememora. Ante la incomprensi¨®n de su entorno, decidi¨® callarse. De nuevo, fue el arte el que le liber¨®. ¡°Mucho m¨¢s tarde supe que Nabokov y Kandinsky tambi¨¦n fueron sinest¨¦sicos. Y que, por tanto, no estaba completamente solo¡±, afirma. Tambi¨¦n lo fue Rimbaud, autor de un poema, Vocales, que empieza as¨ª: ¡°A negro, E blanco, I rojo, U verde y O azul: / vocales alg¨²n d¨ªa dir¨¦ vuestro nacer latente, / negro cors¨¦ velludo de moscas deslumbrantes¡±. ¡°S¨ª, pero no estoy de acuerdo en nada de lo que dijo¡±, bromea Tammet. ¡°Aunque, en el fondo, supongo que nadie est¨¢ en lo cierto. La sinestesia es sin¨®nimo de la subjetividad m¨¢s pura¡±.
A los 19 a?os, Tammet se march¨® a Lituania, como parte de un programa de intercambio para alumnos desfavorecidos. ¡°All¨ª hice una amiga que me consideraba un poco raro, pero crey¨® que era solo porque era ingl¨¦s. Ese sentimiento me gust¨®. Me hizo entender que la excentricidad depend¨ªa del contexto. En Londres me consideraban autista, pero en Lituania era un gentleman brit¨¢nico¡±, sonr¨ªe. Ante su estatus de estrella de las matem¨¢ticas y autor traducido en 30 lenguas, su familia se siente orgullosa, pero tambi¨¦n ¡°algo descolocada¡±. ¡°No es falsa modestia, pero dir¨ªa que he tenido mucha suerte. Si no hubiera conocido a ciertos profesores, si mis padres no me hubieran dado una libertad total o no hubiera tenido un novio con quien poder leer a Dostoievski en voz alta, todo habr¨ªa sido muy distinto¡±, reconoce. Asegura, sin embargo, que su homosexualidad nunca reforz¨® su sentimiento de diferencia. ¡°Una de las ¨²nicas ventajas del autismo es que eres incapaz de entender el tab¨² social. Para m¨ª, siempre fue una evidencia que los hombres pudieran amar a otros hombres¡±, opina.
¡°La excentricidad depende del contexto. En Londres era autista, en Lituania un ¡®gentleman¡¯ brit¨¢nico¡±
A diferencia de otras mentes portentosas, Tammet evita la exhibici¨®n de sus m¨²ltiples talentos. Se niega a calcular complejas operaciones matem¨¢ticas, a adivinar qu¨¦ d¨ªa de la semana era el 3 de junio de 1977 o a contar cu¨¢ntas hojas tiene el casta?o de la esquina. Se neg¨® incluso a protagonizar un reality en el que deb¨ªa batirse con los mayores expertos en distintas ¨¢reas, de un especialista en neurociencia a un fan de Britney Spears. El programa le daba una semana para igualar sus conocimientos. ¡°Rechac¨¦ la oferta y perd¨ª millones de d¨®lares, pero me da igual¡±, afirma. ¡°No me gusta la espectacularizaci¨®n de la vida intelectual. Prefiero que la gente me conozca a trav¨¦s de las p¨¢ginas de mis libros¡±. No siempre ha sido el caso: Tammet protagoniz¨® un documental algo sensacionalista para la BBC y, en 2004, recit¨® los primeros 22.514 d¨ªgitos del n¨²mero pi en cinco horas, batiendo un r¨¦cord europeo. ?No fue eso una puesta en escena de su persona en toda regla? ¡°S¨ª, lo fue, porque se trataba de un acto p¨²blico con c¨¢maras. Pero no lo hice con esa intenci¨®n, sino como un desaf¨ªo personal. Y tambi¨¦n para compartir la belleza de ese n¨²mero con gente de todo tipo. En el p¨²blico hab¨ªa adolescentes, obreros y mujeres de la limpieza, emocionados por la inhabitual poes¨ªa de pi. A partir de ese momento, me dije que no quer¨ªa contar solo n¨²meros, sino tambi¨¦n historias. Se cristaliz¨® en mi cabeza la idea de convertirme en escritor, as¨ª que no me puedo arrepentir¡±, afirma.
Para Tammet, el n¨²mero pi dispone de la misma belleza que ¡°un poema ¨¦pico¡±. ¡°Lo contiene todo: tu fecha de nacimiento, tu n¨²mero de tarjeta de cr¨¦dito, tu contrase?a para acceder a Facebook, el n¨²mero de tel¨¦fono de tu pareja e incluso la fecha de tu muerte¡±, afirma. ¡°Al recitarlo, es como si recitara mi vida, pero tambi¨¦n las vidas de los dem¨¢s. Es personal y universal, como debe serlo todo el arte. Cuando recit¨¦ los primeros d¨ªgitos, me sent¨ª como si me adentrara en el infinito durante cinco horas. Lo mismo siento al leer un libro o un poema: es como si me ofrecieran un peque?o anticipo del infinito¡±.
¡°Las ideas de base en el cristianismo me parecen, a nivel intelectual y emocional, necesarias¡±
El escritor se define como creyente. ¡°M¨¢s protestante que cat¨®lico¡±, precisa. ¡°Mi familia no es lo es, pero me convert¨ª a la religi¨®n por razones intelectuales. Para m¨ª, la religi¨®n est¨¢ fundamentada en la tolerancia de la diferencia. En el fondo, Dios encarna la idea de la diferencia absoluta. El sentimiento religioso surge de la voluntad de descubrir la diferencia divina¡±, analiza. Por ese motivo, le disgusta presenciar los efectos del extremismo religioso, como en los recientes atentados que vivi¨® Par¨ªs. Tammet compart¨ªa editorial con el dibujante Cabu, fallecido en el ataque a Charlie Hebdo, con quien hace unos a?os tuvo la ocasi¨®n de coincidir e intercambiar puntos de vista. ¡°La religi¨®n nunca puede ser pretexto de violencia y no puede rebosar en la vida p¨²blica. Dios no puede ser un vector pol¨ªtico, sino solo un sentimiento ¨ªntimo. Por eso estoy de acuerdo con el laicismo franc¨¦s, que me parece una muy buena idea¡±, afirma. ¡°No estoy de acuerdo con todo lo que defiende la Iglesia, pero las ideas de base en el cristianismo me parecen, tanto a nivel intelectual como emocional, totalmente necesarias y convincentes¡±, apunta.
Cuando la camarera llega con la cuenta, la conversaci¨®n se interrumpe. El autor paga su parte, pero ella se confunde ligeramente al hacer la divisi¨®n. ¡°Dir¨ªa que son 35¡¡±, la corrige Tammet con educaci¨®n y deferencia. Acto seguido, lanza una sonrisa c¨®mplice a su interlocutor, como si se mostrase orgulloso de su actuaci¨®n. Su principal misi¨®n est¨¢ cumplida: a quien desconozca los prodigios que encierra su cerebro, Tammet le parecer¨¢ solo un joven normal y corriente.
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