Un humilde canto a la democracia
Agitar las banderolas del miedo al cambio suena a lo mismo que se dec¨ªa del PSOE en 1982. Pero los socialistas llegaron al poder y no pas¨® nada
Nunca he militado en ninguna organizaci¨®n pol¨ªtica y la ¨²nica vez en mi vida que he participado en un mitin electoral a favor de un partido fue en 1982, en un acto de la cultura en apoyo del joven Felipe Gonz¨¢lez. No me arrepiento en absoluto de ello, porque creo que para este pa¨ªs era esencial que los socialistas llegaran al poder y se viera que no pasaba nada. Me refiero a nada catastr¨®fico: en aquellos a?os ¨¦ramos unos completos ignorantes de la pol¨ªtica y a¨²n viv¨ªamos en la estela de esa profunda anomal¨ªa social que es toda dictadura. Por entonces, y aunque cueste creerlo, la mitad de los espa?oles pensaban que los del PSOE eran unos demonios rojos y contraculturales. Las se?oras mayores de talante conservador tem¨ªan que llegaran los socialistas y les quitaran los abrigos de piel. No es una exageraci¨®n m¨ªa: las pobres lo dec¨ªan de verdad, y no eran s¨®lo las ricachonas quienes ten¨ªan miedo, sino tambi¨¦n las t¨ªpicas abuelas con sus chaquetones horrorosos de astrac¨¢n comprados a plazos. Qui¨¦n les iba a decir que luego las pieles las llevar¨ªan los socialistas, los pellejos de verdad y los metaf¨®ricos.
Recuerdo hoy aquella an¨¦cdota de los abrigos al hilo de las muchas barbaridades que se han dicho tras las elecciones del 24-M. Resucitar el fantasma de los s¨®viets y agitar furiosamente las banderolas del miedo resulta tan est¨²pido y tan inculto como aquellos comentarios de las se?oras de las pieles. Pero, por desgracia, me temo que la cosa no es tan inocente como entonces. Ya no somos una sociedad inocente, para mal pero tambi¨¦n para bien, porque la inocencia es ignorancia y ahora desde luego sabemos mucho m¨¢s. De modo que, cuando los pol¨ªticos sacan ahora a pasear sus truculencias, tan s¨®lo me parecen tah¨²res con las cartas marcadas que intentan jugar sucio.
La pol¨ªtica que yo quiero es una labor modesta, pertinaz, equilibrada y esforzada
La democracia es un sistema l¨²cidamente pesimista; al contrario que las dictaduras totalitarias de derechas e izquierdas, que prometen implantar el para¨ªso en la Tierra (pero luego por sus Edenes corren r¨ªos de sangre), la democracia parte de la convicci¨®n de que el ser humano dejado en libertad tender¨¢ a crear un poder absoluto, eterno y aplastante. Por eso el sistema democr¨¢tico se basa en fragmentar y distribuir el poder lo m¨¢s posible, entre los votantes, los medios de comunicaci¨®n, los colectivos profesionales, los jueces, las asociaciones ciudadanas, los sindicatos¡ Cuanto m¨¢s desarrollada est¨¦ una democracia, m¨¢s repartido estar¨¢ el poder real y m¨¢s nos vigilaremos los unos a los otros para evitar abusos. La notable transparencia informativa, que es otra de las buenas cosas de la democracia, nos permite ver las enormes imperfecciones del sistema: su hipocres¨ªa, su desigualdad, su corrupci¨®n. Aun as¨ª, tengo la total certidumbre de que es el ¨²nico r¨¦gimen posible y de que fuera del marco democr¨¢tico est¨¢ el infierno. Lo que tenemos que hacer, eso s¨ª, es mejorarlo, empujarlo, agitarlo, regenerarlo. Tenemos que cambiar las leyes electorales y fomentar la alternancia pol¨ªtica. No es bueno, por ejemplo, que un partido pueda eternizarse en el poder. No m¨¢s 24 a?os del PP en Castilla y Le¨®n, no m¨¢s 36 a?os del PSOE en la Junta de Andaluc¨ªa; 36 a?os dur¨® la interminable dictadura de Franco, y no parece sano para una sociedad que ning¨²n grupo de poder pueda enraizar su chiringuito de ese modo. Ya digo que ¨¦ste es un sistema pesimista: no les demos la oportunidad de perderse.
La democracia, en fin, es un ejercicio de pactos y consensos que exige alcanzar cierta concordia. Tuvo que ser as¨ª desde el principio de los tiempos; estoy segura de que entre los trogloditas ya hab¨ªa algunos que prefer¨ªan discutir con los dem¨¢s c¨®mo se distribu¨ªan los mejores lugares de la cueva, y otros que pretend¨ªan quedarse con el sitio m¨¢s calentito a garrotazos. Hemos hecho un largo camino desde la caverna (?o quiz¨¢ no?) y ahora impera justamente eso, la negociaci¨®n y el entendimiento. Por eso me parece tan sano, tan democr¨¢tico, que venga gente nueva. La pol¨ªtica moderna no es un Juego de tronos, cosa que me parece una tontada suprema. La pol¨ªtica que yo quiero se parece mucho m¨¢s a la serie danesa Borgen. Una labor modesta, pertinaz, equilibrada y esforzada, como quien teje una manta con diferentes hebras. Este art¨ªculo es un humilde canto a la democracia. O m¨¢s bien es un canto a la democracia humilde, la de aquellos pol¨ªticos que aspiran a ser servidores de la colectividad y no unos peque?os, miserables y deshonestos caciques de tarjetas negras.
@BrunaHusky
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