De ratones y lores
El Parlamento de Westminster, s¨ªmbolo de la soberan¨ªa popular, afronta obras de renovaci¨®n
El palacio de Westminster, sede del Parlamento brit¨¢nico, constituye un espl¨¦ndido hogar para los ratones. Familias enteras de roedores se han encontrado en sus 1.100 habitaciones, a medida que se han ido descubriendo. No se conservan los planos originales de Charles Barry, que muri¨® antes de finalizar la reconstrucci¨®n del palacio medieval tras el incendio que lo devast¨® en 1834, de modo que cualquier intervenci¨®n posterior se ha hecho un poco a ojo.
El caos de la instalaci¨®n el¨¦ctrica es legendario. Hasta 715 kil¨®metros de cables, algunos inaccesibles, empalmados arbitrariamente unos con otros, forman un embrollo que nadie comprende en su totalidad. A veces alguna bombilla parpadea porque un rat¨®n roe un cable. Afortunadamente, los centenares de goteras ¡ªprovocadas por los canalones obstruidos por cad¨¢veres de paloma¡ª reducen el riesgo de fuego en las muchas partes de este edificio neog¨®tico desprovistas de mecanismos antiincendios. El Parlamento est¨¢ hecho un asco. Y para poder realizar las necesarias obras de renovaci¨®n, seg¨²n un informe publicado el jueves, los diputados deber¨¢n abandonar sus esca?os durante al menos dos a?os.
En un pa¨ªs sumido en un proceso de descentralizaci¨®n, el debate est¨¢ en si no ser¨ªa mejor llevar el Parlamento a otra ciudad. Muchos pa¨ªses no lo tienen en su ciudad m¨¢s grande: Washington, Ottawa, Canberra, Wellington¡ Hay quien ya ha aportado planes para convertir el palacio, vaciado de soberan¨ªa popular, en viviendas de lujo. Pero no conviene subestimar lo que este vetusto edificio significa para la cultura brit¨¢nica. Otros pa¨ªses celebran el d¨ªa de su independencia o una victoria famosa. Pero aqu¨ª los fuegos artificiales se prenden, cada 5 de noviembre, para conmemorar el fracaso del intento de Guy Fawkes en 1605 de volar este edificio.
Las famosas bancadas verdes pueden tener las horas contadas. Ah¨ª est¨¢ el Big Ben para marcarlas. Mientras siga en pie, claro, porque la Jubilee Line que circula por debajo del edificio ya ha desplazado el ic¨®nico reloj 22 cent¨ªmetros.
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