Afurada: La costa de la codicia
Tal y como explicaba Alain Corbin en El territorio del vac¨ªo (Mondadori) la playa se invent¨® hacia mediados del siglo XVIII y a lo largo del XIX se fue convirtiendo en lugar de asueto para las clases sociales m¨¢s pudientes. De manera creciente, el siglo XX vio convertirse la costa en destino de masas y, con ello, en negocio para las industrias del ocio y el turismo. Lo que durante siglos hab¨ªa sido una frontera m¨¢s all¨¢ de la cual acechaban todo tipo de peligros e incertezas, pasaba a ser una fuente de r¨¦ditos econ¨®micos. El resultado final es bien conocido: miles y miles de kil¨®metros de litoral v¨ªctimas de la depredaci¨®n constructora, con pa¨ªses enteros en los que no quedan apenas espacios costeros v¨ªrgenes. Por supuesto que esta cat¨¢strofe afecta tambi¨¦n a las ciudades y a sus barrios pesqueros o portuarios, que en tantos casos han conocido mutaciones al irrumpir en ellos la industria inmobiliaria, deportiva o tur¨ªstica. Greenpoint en Nueva York; la playa de Karachi; la Marina South de Singapur; la Barceloneta en Barcelona; Puerto Madero en Buenos Aires, son algunos ejemplos, entre tant¨ªsimos, de waterfronts urbanos usurpados por las leyes del mercado.
Por supuesto que las ciudades mar¨ªtimas portuguesas no son una excepci¨®n. Un ejemplo seria Afurada, una freguesia de Vila Nova de Gaia, en la desembocadura del Duero, justo enfrente, al otro lado del r¨ªo, de Oporto. Antiguo pueblo pesquero y popular, todav¨ªa ahora mantiene algo de lo que fue su forma de vida, basada en un permanente desdibujamiento de la distancia entre los espacios p¨²blico y privado por el uso intensivo de la inmediatez de la calle y una convivencia que era, literalmente, de puertas abiertas. Es un pueblo hermoso, donde todav¨ªa hay gente que vive de la pesca y del que llama la atenci¨®n la decoraci¨®n de azulejos que adorna el exterior de muchas casas.
Demasiado bello, demasiado entra?able, demasiado vecino del mar como para que no acabara siendo punto de mira de ese arma de destrucci¨®n masiva que es la mercantilizaci¨®n de las urbes, en este caso contribuyendo a la "marca Oporto" en fase de promoci¨®n. En efecto, S?o Pedro da Afurada est¨¢ experimentando una transformaci¨®n socioecon¨®mica traum¨¢tica, debido al declive de la actividad pesquera, acompa?ada, desde 2001, de lo que se presentan como proyectos de "revalorizaci¨®n y recalificaci¨®n", financiados con capital p¨²blico y privado en el marco del llamado Programa Polis. Entre sus "logros": la recalificaci¨®n del puerto de pesca y, de ah¨ª, la habilitaci¨®n de una marina que arrastra un macroproyecto urban¨ªstico con hoteles y conjuntos residenciales de lujo.
Todo ello presentado con un lenguaje promocional pol¨ªticamente adecuado: "garant¨ªa de sostenibilidad, "integraci¨®n adecuada de metas y funcionalidades diversificadas"; "revitalizaci¨®n urbana"... Para acabar de adornar y legitimar el producto, no pod¨ªa faltar el correspondiente toque ecol¨®gico y patrimonial. As¨ª, la gentrificaci¨®n y la turistizaci¨®n de Afurada se acompa?a de la correspondiente tematizaci¨®n como espacio protegido en el plano tanto "natural" como "cultural": el establecimiento en 2007 de la Reserva Natural Local do Estu¨¢rio do Douro y la apertura en el pueblo, en 2013, del Centro Interpretativo do Patrimonio da Afurada (CIPA).
Este es el asunto de una investigaci¨®n en marcha a cargo de la arquitecta Antigoni Geronta, cuyo adelanto forma parte del ¨ªndice de una interesante compilaci¨®n de trabajos que recorren en panor¨¢mica los desmanes que provoca la codicia empresarial sobre el planeta urbano: Vitoria, R¨ªo de Janeiro, Valpara¨ªso, Tur¨ªn.... El libro no pod¨ªa tener un t¨ªtulo m¨¢s elocuente: Mierda de ciudad. Una rearticulaci¨®n cr¨ªtica del urbanismo neoliberal desde las ciencias sociales. Lo acaba de sacar la editorial Pol¡¤len y nos muestra varios ejemplos de c¨®mo se las gasta el capitalismo cuando codicia ciudades.
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