Rebeldes

Hace un par de semanas, una espa?ola alborotada se subi¨® a los leones del monumento a Dante en la florentina plaza de la bas¨ªlica de la Santa Cruz. Este asalto nocturno y et¨ªlico despert¨® la dolida protesta de algunos viandantes y de un diario local. A la ma?ana siguiente, una canadiense orin¨® en la c¨²pula de Santa Maria dei Fiori, ante las propias narices ¡ªy ojos¡ª del guardia del lugar. Llov¨ªa sobre mojado, por decirlo as¨ª, pues poco antes unos estudiantes hab¨ªan escrito sus nombres en la c¨²pula de Brunelleschi, para contribuir a inmortalizar su belleza.

A m¨ª me parece normal, qu¨¦ quieren. Ya estamos hartos de tanta reverencia a antiguallas fruto de tiranos y elitistas. Estos inconformistas que desafiaron las convenciones no lo hicieron llevados por otros valores, como los islamistas iconoclastas que van a cargarse las bellezas de Palmira porque est¨¢n convencidos de que la ¨²nica aut¨¦ntica belleza es la sumisi¨®n ante Quien no tiene rostro ni imagen. Ellos han profanado sencillamente porque s¨ª, porque les dio la gana, porque todo vale lo mismo y no es m¨¢s venerable la Gioconda que un grafiti cachondo.

La gracia no est¨¢ en no respetar lo respetado, sino sobre todo en despreciar a quienes lo respetan. Es cuesti¨®n de libertad: los que garrapatean la obra de Brunelleschi o pitan el himno nacional ejercen la libertad de expresi¨®n, la que se sube a las barbas de Dante ejerce su libertad de funambulismo, la meona da rienda suelta a su libertad de micci¨®n, etc¨¦tera¡­ Lo expresa m¨¢s pedag¨®gicamente la nueva presidenta del Parlamento navarro, que es educadora infantil y exhibe en la Red esta chapa: ¡°Yo decido lo que me sale del co?o¡±. Ser¨¢ derecho a decidir, pero conviene luego lavarse bien.