De nuevo el ¡®Quijote¡¯: para que lo lean los mozos
La novela de Cervantes fue concebida para deleitar al lector y no debe permanecer alejada sobre un pedestal
Durante los fastos del cuarto centenario de la publicaci¨®n de la primera parte del Quijote, el hispanista brit¨¢nico Anthony J. Close, uno de los m¨¢s brillantes conocedores de la obra de Cervantes, se permiti¨® alguna broma para rebajar el tono laudatorio de los homenajes. ¡°Si me pregunta por el libro que me llevar¨ªa a una isla, no ser¨ªa el Quijote¡±, coment¨® en tono provocativo durante un congreso en Barcelona. ¡°Si quisiera re¨ªrme me llevar¨ªa El busc¨®n, y si quisiera tomarme las cosas m¨¢s en serio, el Guzm¨¢n de Alfarache¡±. Su devoci¨®n por el autor de este ¨²ltimo libro era tal que ven¨ªa a sugerir: por supuesto que Cervantes es una maravilla, pero no vayan a olvidarse de Mateo Alem¨¢n.
Ahora toca festejar el cuarto centenario de la publicaci¨®n de la segunda parte de las aventuras del c¨¦lebre caballero andante y de su fiel escudero Sancho. La semana pasada la Real Academia present¨® una nueva edici¨®n del Quijote, la m¨¢s completa que se ha hecho hasta ahora, la m¨¢s rica, la que propone no solo nuevos avances en la fijaci¨®n cr¨ªtica del texto sino una inmensa pluralidad de lecturas y de estudios, grabados, mapas y cualquier tipo de informaci¨®n que ilumine su lectura. Detr¨¢s de la imponente empresa asoma la tit¨¢nica energ¨ªa de Francisco Rico.
El bachiller Sans¨®n Carrasco ya observ¨® en la segunda parte del libro, y refiri¨¦ndose a la primera, que ¡°es tan clara, que no hay cosa que dificultar en ella: los ni?os la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran¡±. La claridad de entonces se ha ido, en algunos lugares, ensombreciendo con los a?os. Tal vez por eso Andr¨¦s Trapiello ha publicado su traducci¨®n del Quijote, para limarle las asperezas del castellano de entonces tray¨¦ndolo al de ahora.
En la nueva edici¨®n de la RAE se han corregido algunos gazapos que ven¨ªan de antiguo. Y as¨ª por ejemplo, donde antes dec¨ªa ¡°La tempestad de palos que sobre ¨¦l ve¨ªa¡± ahora se lee ¡°La tempestad de palos que sobre ¨¦l llov¨ªa¡±. La labor ah¨ª es la del rigor cr¨ªtico, la de afinar hasta donde se pueda para fijar el texto definitivo. Trapiello ha operado en otro sentido: tomarse algunas libertades para facilitar la lectura del cl¨¢sico. Y donde Cervantes escribi¨® ¡°No milagro, milagro sino industria, industria¡±, como ya pocos saben el sentido que tiene ah¨ª ¡°industria¡±, ha traducido: ¡°Qu¨¦ milagro, milagro; ma?a y astucia¡±.
Close se refer¨ªa, en un ensayo incluido en el Quijote de Rico, ¡°al empe?o constante de Cervantes como creador: escribir literatura de entretenimiento asequible a todos, sin menoscabo de las reglas del arte y las exigencias del buen gusto¡±. De lo que se trata, pues, no es de tener al Quijote en un pedestal, sino de leerlo y disfrutarlo y comentarlo y re¨ªr con sus historias y aprender de su melanc¨®lica sabidur¨ªa.
As¨ª que toca celebrar la nueva edici¨®n y la traducci¨®n. Cada cual sabr¨¢ qu¨¦ camino elegir para gozar del Quijote. Pero no conviene olvidar la ir¨®nica recomendaci¨®n del hispanista brit¨¢nico. Est¨¢n bien todos esos gorgoritos por Cervantes, pero volvamos tambi¨¦n a Mateo Alem¨¢n. Y a Lope, Quevedo, G¨®ngora, Calder¨®n, Garcilaso y tantos y tantos m¨¢s.
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