No hay rebajas para el precio global de los alimentos
Foto: Pablo Tosco.
En los doce meses que transcurrieron entre julio de 2007 y julio de 2008, el precio de algunas materias primas que constituyen el alimento b¨¢sico de medio planeta -como el ma¨ªz, el arroz o el trigo- se dispar¨® entre un 100 y un 300 por ciento con respecto a su valor inicial. Las consecuencias de este fen¨®meno se contaron por cientos de millones, v¨ªctimas de la inseguridad alimentaria, los ingresos secuestrados y las ca¨ªdas de las que muchos no podr¨¢n levantarse nunca. M¨¢s a¨²n, la crisis del precio de los alimentos fue el pistoletazo de salida para una carrera global por el control de recursos naturales como la tierra y el agua cuyas verdaderas implicaciones est¨¢n a¨²n por llegar. Solo en 2009 se compr¨® en ?frica subsahariana tanta tierra como en el total de los 22 a?os anteriores.
Numerosos expertos han visto en este breve per¨ªodo el comienzo de una era marcada por la vulnerabilidad de los consumidores y el riesgo y volatilidad de los mercados agrarios. Una bomba de relojer¨ªa alimentaria que amenaza los esfuerzos globales del desarrollo y cuya carga no hace m¨¢s que incrementarse a medida que el calentamiento global y el progreso y crecimiento de la poblaci¨®n mundial tensan los precios al alza.
Por eso sorprende tanto el informe conjunto hecho p¨²blico ayer por la FAO y la OCDE, cuyo mensaje principal es que no hay razones para estar preocupados.El contenido del propio trabajo, sin embargo, sugiere algo bien diferente.
La crisis de 2007 fue, en primer lugar, el resultado de una desafortunada acumulaci¨®n de fen¨®menos naturales que incluyen las sequ¨ªas en algunos de los polos principales de producci¨®n, como Australia. Pero tambi¨¦n fue consecuencia de la codicia y el desgobierno que lastran algunos de los determinantes de la oferta y la demanda de grano, como la producci¨®n de biocombustibles de primera generaci¨®n, la especulaci¨®n financiera o las medidas unilaterales de restricci¨®n de exportaciones en un mercado peligrosamente concentrado. En un contexto de reservas escasas, cualquier riesgo de escasez desata el p¨¢nico pol¨ªtico y las carreras a la desesperada.
De acuerdo con la FAO/OCDE, algunas de estas variables tienden a perder intensidad en la pr¨®xima d¨¦cada: "Factores tales como un alto rendimiento de los cultivos, una mayor productividad de la tierra y un crecimiento m¨¢s lento de la demanda mundial contribuir¨¢n a una disminuci¨®n gradual en los precios reales de los productos agr¨ªcolas durante los pr¨®ximos diez a?os". El informe de estas organizaciones advierte que el precio medio seguir¨¢ estando muy por encima de los que conocimos antes de 2007, pero no hay razones para pensar que este escenario sufra graves alteraciones.
Deber¨ªamos estar tranquilos, pero la serenidad alcanza solo a los dos primeros p¨¢rrafos de la nota de prensa. A partir de ah¨ª, el comunicado y el propio informe comienzan desgranar elementos inquietantes:
¡¤ Continuar¨¢ el incremento de la demanda en pa¨ªses m¨¢s poblados y con m¨¢s recursos para consumir carne y productos elaborados, lo que multiplica la demanda de grano y la huella ecol¨®gica del consumo.
Evoluci¨®n prevista (2050) de la poblaci¨®n mundial y del consumo de alimentos. Fuentes: The Economist y Basilio Chen.
¡¤ Se intensifica la concentraci¨®n de la producci¨®n en un pu?ado de regiones vulnerables a la variabilidad del clima (esto ¨²ltimo se lo digo yo, no ellos; tampoco el Gobierno australiano, por lo visto).
¡¤ La disminuci¨®n prevista en la producci¨®n de biocombustibles de primera generaci¨®n se basa en la evoluci¨®n esperada del precio de sus alternativas f¨®siles, y no en la posibilidad de cambios legislativos que pongan fin a esta insensatez. La producci¨®n de biocombustibles se dobl¨® entre 2007 y 2011 hasta superar el mill¨®n de barriles diarios, lo que supuso un descenso dr¨¢stico de la oferta mundial de ma¨ªz, por ejemplo.Considerando el foxtrot del precio de la gasolina en la ¨²ltima d¨¦cada, hay buenas razones para ser esc¨¦pticos sobre un cambio radical en esta tendencia.
En realidad, el informe no llega a explicar de manera convincente porqu¨¦ la pr¨®xima d¨¦cada va a ser m¨¢s estable que la anterior, cuando ninguno de los motores de la inestabilidad ha desaparecido. Ayer mismo el Banco Mundialanunciabaque los alimentos han alcanzado su precio m¨¢s bajo en cinco a?os... para aclarar a rengl¨®n seguido que esto podr¨ªa cambiar r¨¢pidamente por el precio del combustible, los efectos del Ni?o y la apreciaci¨®n del d¨®lar.
Lo cierto es que el mercado global de alimentos sigue sujeto al mismo casino clim¨¢tico, energ¨¦tico y financiero que desat¨® la crisis de 2007-08. A pesar de la experiencia, los pa¨ªses del G20 y el resto de la comunidad internacional han sido incapaces de embridar un problema que exige reglas del juego estrictas en asuntos como la compra de tierras o las restricciones comerciales; una inversi¨®n sin precedentes en la capacidad productiva y de reserva de los pa¨ªses pobres dependientes de la importaci¨®n de alimentos; y un compromiso de mitigaci¨®n y adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico que valga algo m¨¢s que el papel en el que est¨¢ escrito. Algunas de estas medidas reducir¨¢n el riesgo en el mercado y otras -esto es clave- reforzar¨¢n la capacidad de familias y comunidades para hacer frente a ellas.
No hemos visto avance alguno en los siete ¨²ltimos a?os, pero ninguno de los elementos de esta agenda aparece destacado -o simplemente mencionado- en el informe de la OCDE-FAO, entre otras cosas porque su an¨¢lisis ha decidido pasar por alto el alto grado de riesgo e incertidumbre en el que opera el sistema alimentario global y que justificar¨ªa estas medidas.
Lean el informe y saquen sus propias conclusiones. La informaci¨®n es de muy buena calidad y la colaboraci¨®n de dos gigantes estad¨ªsticos como la OCDE y la FAO en este asunto es siempre una buena noticia. L¨¢stima que no apliquen el mismo entusiasmo a sus recomendaciones pol¨ªticas.
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