El zapato alado
Criado en un seminario y formado como soldado en Angola, el portugu¨¦s Fortunato Frederico ha conquistado medio mundo con su marca de calzado Fly London Desde su base en Guimar?es, vende un mill¨®n de pares al a?o
¡°El presidente de la Rep¨²blica me dijo que eso de fabricar zapatos era cosa de chinos; que el futuro de Portugal era tecnol¨®gico, cient¨ªfico e inform¨¢tico. S¨ª, claro, y lun¨¢tico, pens¨¦ yo. Me lo dec¨ªa a m¨ª, que llevaba fabricando zapatos desde los 14 a?os¡±. Fortunato Frederico se arranc¨® aquel pu?al y se puso el cuchillo entre los dientes. Hoy vende un mill¨®n con su marca, Fly London. La ¡°mosca londinense¡± vuela por m¨¢s de 60 pa¨ªses gracias a este se?or bravo e hiperactivo que pas¨® su infancia en Guimar?es, una peque?a ciudad del norte de Portugal.
¡°Empec¨¦ con 40 empleados y ahora somos 620¡±, dice, mientras pasea entre los trabajadores ¨Cen su mayor¨ªa mujeres¨C, les saluda por su nombre y explica las diferentes etapas de la elaboraci¨®n de un zapato.
¡°Lo que yo fabrico es calzado c¨®modo para todas las personas¡±, enuncia quit¨¢ndose importancia. El empresario persigue con su Fly London que el dise?o nunca m¨¢s fomente el juanete. En su imaginario, la comodidad no viste de marr¨®n y negro ni de sandalia romana. ¡°Hacemos zapatos irreverentes¡±, se jacta. ¡°Atrevidos, originales, como la mujer¡±.
El alma de este ¨¦xito acaba de cumplir los 72 y tiene planeada su agenda hasta 2025. ¡°Cada uno de los pr¨®ximos 10 a?os destinar¨¦ mill¨®n y medio de euros proveniente de los beneficios a inversi¨®n. Ni un euro que no tenga. Jam¨¢s me he metido en cr¨¦ditos. Eso me lo inculc¨® mi madre cuando cortaba la sardina para las ocho bocas que alimentaba. A veces me insin¨²an que me puedo morir antes de 2025. Ya lo s¨¦, por eso tengo todo planeado. Mi sucesor ser¨¢ Am¨ªlcar Monteiro, el ni?o que se vino a trabajar conmigo cuando levant¨¦ mi primera f¨¢brica y que hoy es mi principal socio¡±.
Cada zapato lleva una etiqueta RFID (Radio Frecuencia Identificaci¨®n) que sigue su rastro desde que sale de f¨¢brica hasta que acaba en los pies del comprador
Con una familia tan numerosa, lo m¨¢s socorrido en su caso fue ingresar en el seminario, pues aseguraba educaci¨®n y sopa. De aquellos a?os, a Frederico le ha quedado el gusto por la m¨²sica gregoriana y por los novelones de Dostoievski. Tambi¨¦n un ideario comunista, que con el tiempo ha evolucionado hacia un socialismo de mercado. ¡°Quiero que mis trabajadores tengan un salario digno¡±. A los 14 a?os sali¨® del seminario y se fue a barrer una f¨¢brica de zapatos. Supo que, de mayor, iba a tener la suya propia.
En la sala noble del cuartel general de Fly London cuelga una foto en blanco y negro de una caba?a en medio de la sabana angole?a. Para que no se olvide de d¨®nde viene. ¡°Fueron cuatro a?os, un mes, un d¨ªa y dos horas¡±. Frederico colg¨® su fusil; dej¨® el cuartel angole?o de Kyaia y regres¨® a su tierra, ?Guimar?es, con sus peque?os ahorros y su sue?o intacto: fabricar zapatos. ¡°Ten¨ªa 30 a?os cuando llegu¨¦ de ultramar. Y por eso le puse el nombre de Kyaia a la primera marca de zapatos que fund¨¦ en los noventa¡±.
La otra foto de la sala es una casa de adobe con un joven Frederico abrazado a un paquistan¨ª. ¡°El primer pedido de mi primera f¨¢brica era para Inglaterra, pero el proveedor portugu¨¦s de las pieles me empez¨® a subir precios a medida que se acercaba la fecha de entrega. Desesperado, me fui a una feria internacional y encontr¨¦ una empresa paquistan¨ª que ten¨ªa la misma piel a mitad de precio. Sin saber ingl¨¦s ni nada, le dije al paquistan¨ª que quer¨ªa encargarle 25.000 pieles, pero que no ten¨ªa dinero, que le pagar¨ªa despu¨¦s, que ten¨ªa que confiar en m¨ª. Y confi¨®. Desde entonces somos como hermanos¡±.
Seg¨²n Frederico, todas las marcas tienen un comienzo y un final, un pico y una ca¨ªda. ¡°A principios de los noventa, Kyaia no daba m¨¢s de s¨ª¡±, recuerda. ¡°En la feria de D¨¹sseldorf me fij¨¦ en un stand abandonado. Se llamaba Fly London y era lo que estaba buscando. Pens¨¦ que si Kyaia era para andar, el calzado del futuro ten¨ªa que ser para volar. Busqu¨¦ a los autores de ese proyecto. Fui a Londres y les dije que les compraba la idea. Ellos no sab¨ªan qu¨¦ pedirme, no ten¨ªan experiencia alguna. Yo tampoco sab¨ªa qu¨¦ pagar, pero me compromet¨ª a darles lo que me dijeran. Y as¨ª fue. Les pagu¨¦ y no les volv¨ª a ver m¨¢s¡±. Fly London comenzaba a volar en 1994.
¡°Empezamos vendiendo 2.000 pares y el pasado a?o alcanzamos la cifra m¨¢gica del mill¨®n¡±. La clientela de Fly London se extiende por 1.500 zapater¨ªas de 60 pa¨ªses. El 97% de la producci¨®n va fuera de Portugal. ¡°La meta era aumentar tres pa¨ªses por a?o y lo hemos conseguido. Para reforzar la marca, comenzamos a abrir tiendas propias en el centro de grandes ciudades; la primera fue en Londres, y seguimos por ?Copenhague, Dubl¨ªn y Nueva York¡±. El ¨¦xito de la mosca ha saltado del calzado a los bolsos, las gafas y otros accesorios.
Dos veces al a?o, la gran sala de la f¨¢brica est¨¢ repleta de pares esparcidos por la mesa, el suelo, las paredes y hasta las sillas. Es la locura previa a la elecci¨®n de las colecciones de mujer, hombre y ni?os pr¨®ximo invierno. Se escogen entre 45 y 50 l¨ªneas. En total, unos 1.800 modelos que a su vez se elevar¨¢n a 20.000 pares de muestra, para que los comerciales los difundan por el mundo. Siete cazadores de tendencias provenientes de diferentes pa¨ªses tienen la responsabilidad de elegir el Fly London que marcar¨¢ la moda.
¡°No contratamos dise?adores de fuera. Todo est¨¢ pensado a nuestra imagen y semejanza. No queremos que nos cambien con una cultura ajena¡±. Los creadores se forman en la propia f¨¢brica, que constantemente integra savia universitaria de Guimar?es.
De la cantera universitaria tambi¨¦n procede el equipo inform¨¢tico, dedicado exclusivamente a desarrollar programas que necesita la empresa. Cada zapato lleva una etiqueta RFID (Radio Frecuencia Identificaci¨®n) que sigue su rastro desde que sale de f¨¢brica hasta que acaba en los pies del comprador. Una informaci¨®n fundamental para todo el proceso log¨ªstico de distribuci¨®n e inventario de cada modelo.
El fundador de Fly London saca su m¨®vil. Y abre una aplicaci¨®n. ¡°Aqu¨ª veo en tiempo real los zapatos que se est¨¢n vendiendo en cada tienda del mundo. Ayer, 2.576 pares. En una tienda de Barcelona ya se han vendido una docena. No est¨¢ mal para ser las once de la ma?ana. Aqu¨ª un -1, alguien que ha devuelto un par. Estos datos nos permiten reaccionar r¨¢pidamente; por ejemplo, si hay stock de un modelo, lanzamos promociones¡±.
La aplicaci¨®n pr¨¢cticamente ha acabado con la secci¨®n de contabilidad. ¡°Me da los pares vendidos, los modelos, pero tambi¨¦n su precio y su comparativa con ejercicios anteriores¡±. Incluso imparte lecciones de macroeconom¨ªa. ¡°Vea: precio medio, 26,3 euros; el pasado a?o, 28,3 euros. La deflaci¨®n¡±.
Gracias a esta aplicaci¨®n, ?Frederico intuy¨® la crisis antes que otros. ¡°Ve¨ªamos que empezaba a fallar un mercado europeo, y luego otro, y luego otro. Decidimos acometer una ofensiva en Estados Unidos. Fuimos a todas las ferias y cada mes nos implantamos en dos Estados. Ya estamos en todos. El pr¨®ximo a?o, las ventas all¨ª alcanzar¨¢n a las de Reino Unido, el 25% del total¡±.
¡°Los chinos no me preocupan¡±, asegura recordando las profec¨ªas del presidente de Portugal. ¡°Lo hace quien fabrique un mejor zapato que el m¨ªo y a un mejor precio. Ahora fabricamos 4.500 pares al d¨ªa y en 10 a?os vamos a duplicar la producci¨®n y a levantar 10 edificios¡±.
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