Retrato inanimado
Las prendas que llevaba Boabdil al ser derrotado en la batalla de Lucena. Los fusiles del maquis y los calcetines de Franco con las iniciales bordadas por su esposa, Carmen Polo Vestigios que esbozan la historia de Espa?a y con los que arranca el primer episodio de ¨¢lbumes tem¨¢ticos de destacados fot¨®grafos
Hacer un retrato es dar una opini¨®n. Sabe el que va a ser retratado que parte de las armas con las que cuenta para enfrentarse al fot¨®grafo es su ali?o indumentario. Todo retratado sospecha del efecto que el retrato pueda tener sobre su gloria, y se disfraza, se ensalza o se exagera a s¨ª mismo visti¨¦ndose intencionadamente. Pero va el retratista y prescinde de la ropa; lo desnuda.
En 1909 Rodin retrat¨® a Victor Hugo desnudo. As¨ª se le puede ver en los jardines del Museo Rodin de Par¨ªs. Ante tal cosa, mil veces preguntaron al artista por qu¨¦, y mil veces contest¨®: ¡°Soy escultor, no sastre¡±.
A los que pensaban que una pieza de ropa pod¨ªa ser crucial para completar el retrato del se?or Hugo, les doy la raz¨®n. A veces los objetos retratan a sus due?os con m¨¢s nitidez que su propio rostro. Y ya que est¨¢n en Par¨ªs, ac¨¦rquense al Museo Victor Hugo de la plaza de los Vosgos. All¨ª se conserva un sencillo vestidito de una ni?a de corta edad junto a una cartela que, del pu?o y letra de un padre roto por la temprana muerte de su hija, reza: ¡°No tocar, es sagrado¡±. El reto ser¨ªa convertir en fotograf¨ªa aquel traje, igual que Rodin convirti¨® en bronce aquel genio.
Los museos son un caudal inagotable de retratos. El Museo del Ej¨¦rcito lo es en grado sumo. Enciclop¨¦dico retrato. Manantial de retratos de sujeto el¨ªptico. Supone la posibilidad de retratar, gracias a la indumentaria o a las herramientas que eligieron para vivir, para defenderse, para matar, para ir a morir, para vencer o sucumbir los espa?oles. Contiene objetos que perdieron su uso y ganaron un significado, una capacidad de sugerir. Un pu?o de hierro para llevar las riendas en la batalla. Un hilo de vida sobre el rostro apenas fallecido de Napole¨®n. Los agujeros que dejaron las balas que matar¨ªan a Eduardo Dato. Unos blancos zapatos y unos calcetines bordados de Franco. Una metralleta esquem¨¢tica, y un silbato para prolongarla.
El Museo del Ej¨¦rcito ha sabido reinventarse. Ha construido en estos ¨²ltimos cinco a?os un espejo caleidosc¨®pico que nos permite comprender que somos hijos de los aventureros de la Cochinchina, de las Filipinas y de las Am¨¦ricas. Tambi¨¦n lo somos de la ciencia y la t¨¦cnica militar que supo poner en pie tales sue?os. De la diplomacia y la pol¨ªtica que han sabido dar un cauce nuevo al genio militar. Y de una nueva idea de la cultura que nos permite sentirnos orgullosos de la mejor colecci¨®n de artiller¨ªa antigua que hay en el mundo, a la vez que deseamos no volver a o¨ªr hablar a los ca?ones.
Todos los objetos fotografiados para este reportaje forman parte de la colecci¨®n del Museo del Ej¨¦rcito, inaugurado en su nueva sede del Alc¨¢zar de Toledo el 19 de julio de 2010.
Sof¨ªa Moro
Sof¨ªa Moro es una fot¨®grafa que naci¨® en Madrid en 1966.?Gan¨® el primer premio FotoNikon de retratos en 2009.?En su trayectoria profesional destacan el inter¨¦s por la historia y los derechos humanos. Ha publicado los libros Ellos y nosotros (Blume, 2006), Defensores (Amnist¨ªa Internacional, 2008) y el monogr¨¢fico sobre su obra Sof¨ªa Moro (La F¨¢brica, 2012).
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