¡®Roar¡¯, el rodaje m¨¢s peligroso de la historia del cine
¡°Ning¨²n animal fue herido durante la filmaci¨®n de esta pel¨ªcula. 70 miembros del equipo t¨¦cnico y art¨ªstico s¨ª lo fueron¡±
La fascinaci¨®n que genera el cine maldito es pronunciada. Existe toda una narrativa alrededor de la cara B del s¨¦ptimo arte, la que escarba en las historias ocultas detr¨¢s de esos fotogramas ic¨®nicos o pasajeros. Son c¨¦lebres, por ejemplo, los desencuentros a cuchillo entre Werner Herzog y Klaus Kinski en Fitzcarraldo, y los delirios megal¨®manos con los que el director alem¨¢n tortur¨® a su equipo, coronados con esta estampa imposible de un barco de vapor cruzando la selva. Mil y una movidas destapadas por el documentalista Les Blank en Un mont¨®n de sue?os.
¡°This is not a movie about Vietnam War. This is Vietnam¡±, as¨ª lo expresaba el propio Francis Ford Coppola en la presentaci¨®n de su Apocalypse Now en Cannes. Pero el camino hasta all¨ª, como el transporte de ese barco por la selva amaz¨®nica en la pel¨ªcula de Herzog, fue un infierno repleto de contratiempos. Un presupuesto disparado, problemas con el alcohol y las drogas de los actores involucrados, las exigencias del conflictivo Marlon Brandon, incendios, la p¨¦rdida de la flota de helic¨®pteros despu¨¦s de que el presidente Ferdinand Marcos de Filipinas (donde se llev¨® a cabo el rodaje) los tomase para bombardear facciones rebeldes... Mil y un quebraderos de cabeza que llevaron a Coppola a perder 30 kilos y, la leyenda cuenta, a guardar un rev¨®lver en su almohada por si el asunto se torc¨ªa a¨²n m¨¢s. Todo ello, como en el caso citado en el p¨¢rrafo de arriba, dar¨ªa pie a un subrelato recogido en el documental Heart of Darkness: A Filmmaker's Apocalypse.
Por lo menos Coppola pudo acabar su obra y verla convertida en un hito del cine hollywoodiense de los a?os 70. A¨²n espera su bolo el bueno de Terry Gilliam, a quien se le sigue resistiendo el sue?o de adaptar Don Quijote de la Mancha. Siete. Siete intentos de llevarlo a buen puerto desde hace diecisiete a?os. El m¨¢s firme el que lo llev¨® a vivir su personal ¡°Apocalypse¡± en Navarra en el a?o 2000: inundaciones que arrasaron con buena parte del set, una enfermedad que aqueja a Jean Rochefort hasta el punto de hacerle abandonar el rodaje, incontables retrasos, problemas con el seguro, presupuesto dispar¨¢ndose... Una vez m¨¢s el malditismo, la desgracia ajena, fue capturada en un documental que describe el via crucis por el que pas¨® su principal valedor. Un Lost in la Mancha que podr¨ªa hasta quedar como un bonito recuerdo para el Monty Phyton si finalmente termina llevando a cabo su proyecto, esta vez con Amazon Studios a bordo, y con estreno emplazado para 2016. Invoquemos a F¨¢tima.
Aunque ha habido historias mucho m¨¢s tr¨¢gicas. El episodio que m¨¢s r¨ªos de tinta ha volcado fue la defunci¨®n del actor Brandon Lee, hijo de Bruce Lee, mientras rodaba El Cuervo a las ¨®rdenes de Alex Proyas. En una secuencia en que resultaba acribillado, una bala real, alojada en el tambor de una de las pistolas utilizadas en la escena, termin¨® en su abdomen, lo que le caus¨® la muerte doce horas despu¨¦s. Pese a planear con insistencia la idea de paralizar el rodaje y cancelar la pel¨ªcula tras significante p¨¦rdida, al final fue acabada con la ayuda de dobles, efectos especiales y mucha oscuridad.
La lista de desgracias mortales en los rodajes es alargada. Buena parte la copan especialistas que se juegan la vida en lugar del actor de turno, pero ni actores ni personal t¨¦cnico han salido indemnes, para disgusto de productores y compa?¨ªas aseguradoras.
El rugido m¨¢s peligroso del cine
Aunque ninguno de estos casos es comparable con El gran rugido (Roar), el mayor disparate cometido nunca en el nombre del s¨¦ptimo arte, o c¨®mo poner la vida de tu propia familia y de todo tu equipo en peligro por un chusco de pel¨ªcula que fue un desastre de cr¨ªtica, taquilla y que fue enterrada r¨¢pidamente en el olvido.
Al menos hasta que la distribuidora norteamericana Drafthouse Films la volvi¨® a desenterrar hace escasas semanas, reestren¨¢ndola en salas de su pa¨ªs como ese hallazgo laminero, tan ideal para Grindhouse, sesiones de madrugada y toda esa corriente revisionista que suspira por el cine de anta?o. Adem¨¢s le han estampado uno de los taglines publicitarios m¨¢s brillantes que se recuerdan:
¡°Ning¨²n animal fue herido durante la filmaci¨®n de esta pel¨ªcula. 70 miembros del equipo t¨¦cnico y art¨ªstico s¨ª lo fueron¡±.
Son solo los n¨²meros que salen cuando juntas a humanos con animales salvajes no domesticados en un set de rodaje, pero en realidad la historia de Roar esconde a¨²n mucha m¨¢s ¡°chicha¡±.
Todo arranca tiempo atr¨¢s, cuando el sue?o hippie empezaba a tambalearse, excepto para Noel Williams, productor de El exorcista, y su mujer, la actriz Tippi Hedren (una de las rubias de Hitchcock) quienes durante un viaje por Mozambique quedan fascinados por la fauna local. La chaladura les llega a tal punto que deciden comprar un le¨®n domesticado para aceptarlo en el seno familiar como animal de compa?¨ªa, e incluso como animal decorativo (como sof¨¢, por ejemplo) para su mansi¨®n de Beverly Hills.
Tras la grata y pac¨ªfica experiencia conviviendo con el felino, el paso siguiente lleva a los padres m¨¢s responsables de Hollywood y a sus hijos - Melanie Griffith (s¨ª, la misma, hija de Tippi Hedren), John Marshall y Jerry Marshall (los hijos del otro matrimonio del productor) a mudarse hasta el coraz¨®n de ?frica para crear all¨ª una especie de santuario animal con m¨¢s de 150 ejemplares: leones, tigres, panteras, pumas, leopardos, jaguares, y toda clase de felino capaz de dibujarte un tres en raya en la cara.
En 1974, Noel Williams, ataviado con la ¨²nica idea cuerda de toda esta historia (cabe recordar que a¨²n no exist¨ªan ni Frank de la jungla ni Edward Bear Grylls) decide arrancar el rodaje en funciones de director/actor (?qui¨¦n sino se iba a poner en su pellejo?), y secundado por toda su fam¨ªlia. Ninguno de ellos saldr¨ªa indemne de la locura.
La cacer¨ªa humana empez¨® desde el primer d¨ªa. La peor parte se la llev¨® el director de fotograf¨ªa, el holand¨¦s Jan de Bont, quien, antes de ponerse a tripular Twister y Speed, recib¨ªa 220 puntos en la cabeza despu¨¦s de que un le¨®n casi le arranca toda la cabeza de cuajo. Pero all¨ª pillar¨ªan todos, ni uno solo se librar¨ªa de la idea m¨¢s insana que se haya documentado nunca. La actriz Tippi Hedren sustitu¨ªa los picotazos de los p¨¢jaros en el rodaje del maestro del suspense por mordeduras de felinos y un pisot¨®n de un elefante que le romper¨ªa la pierna. Por su parte, su hija, antes de convertirse en icono femenino en Armas de mujer, se dejaba media mand¨ªbula en esa reserva de locos, con lo que requiri¨® de cirug¨ªa est¨¦tica para arreglar su bello rostro. Obviamente el pater familias no se fue de rositas, sino que termin¨® ingresado en el hospital local por una gangrena que le llevar¨ªa secuelas graves tras tantos mordisquitos, revolcones y ara?azos con esas entra?ables mascotas.
Pero la pesadilla no se redujo al zoo dispuesto en la casa. Tras dos a?os de producci¨®n, y doce historias de horror impensable, los financiadores cortaron el grifo dejando a Williams y a Hedren a su suerte. La pareja vendi¨® entonces todo lo susceptible de ser puesto en subasta para volver a poner su vida a disposici¨®n de los 150 animales okupando su id¨ªlico santuario. En el segundo per¨ªodo de filmaci¨®n tuvieron que lidiar con 10 plagas, dos inundaciones, un incendio, y una enfermedad que se propag¨® entre los felinos. 11 a?os despu¨¦s del primer boceto del gui¨®n (al parecer hab¨ªa uno), la producci¨®n termin¨® en 1981 costando 17 millones de d¨®lares, sin pisar ni una sala de los Estados Unidos, con un estreno internacional de una sola semana, y con una recaudaci¨®n paup¨¦rrima (2 millones) que la convirti¨® de inmediato en la pel¨ªcula casera m¨¢s cara de la historia.
Han dicho de ella que es ¡°como si Walt Disney se le fuera la olla y filmar¨¢ una versi¨®n snuff de la familia Robinson¡±, o que "es como ver el Rey Le¨®n en real¡±. La propia distribuidora la ha etiquetado como ¡°holy fucking shit movie¡±. Sea lo que sea lo que encaje mejor, no hay discusi¨®n de que es el disparate m¨¢s devastador de la historia del cine. Tranquilo Terry, tienes a¨²n mucho margen por delante...
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