Es la ideolog¨ªa
El discurso de la recuperaci¨®n econ¨®mica es potente en apariencia, pero tiene grandes limitaciones. La crisis ha sido para el PP la coartada que le ha permitido hacer lo que siempre quiso y nunca se atrevi¨®
?Se cumple hoy un a?o desde que dej¨¦ la secretar¨ªa general del PSOE. Un a?o repleto de acontecimientos pol¨ªticos de trascendencia, entre ellos tres procesos electorales: Andaluc¨ªa, auton¨®micas y municipales, que han permitido al Partido Socialista recuperar mucho espacio institucional, y a Pedro S¨¢nchez consolidarse como la ¨²nica alternativa posible a Mariano Rajoy. De entre las conclusiones que se pueden extraer de sus resultados, me gustar¨ªa fijarme en una, la debilidad electoral del PP, que ha venido a demostrar que su resultado en las elecciones europeas no fue coyuntural. Siempre he pensado que mi dimisi¨®n despu¨¦s de aquellas elecciones puso el foco sobre los resultados del PSOE y le permiti¨® al PP pasar de puntillas sobre los suyos. Y al presidente Rajoy hacer lo que mejor sabe hacer: nada.
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Comprobado que el fiasco europeo no era un problema de participaci¨®n, llegaron las prisas y alg¨²n cambio de profundo calado: por ejemplo, hemos sabido que la gaviota en realidad es un charr¨¢n. Se produjeron unos relevos que, sobre todo, han demostrado la escasa capacidad de maniobra que Rajoy tiene para efectuar cambios significativos en su partido.
Es bastante claro que el discurso que la derecha pretende utilizar hasta las pr¨®ximas elecciones es el de la recuperaci¨®n econ¨®mica. Un discurso aparentemente potente, pero con grandes limitaciones. Limitado, porque muchos espa?oles saben que las cifras macroecon¨®micas se deben mucho m¨¢s a Draghi, a la depreciaci¨®n del euro y al precio del petr¨®leo, que a los desvelos del Gobierno. Limitado, tambi¨¦n, porque para la mayor¨ªa de los ciudadanos la recuperaci¨®n, sencillamente, no llega. Y cuando lo hace va de la mano de una precariedad laboral y salarial que nace de la reforma que el PP impuls¨® al comienzo de la legislatura. Cabr¨ªa pensar que cuanto m¨¢s alto gritan ¡°?recuperaci¨®n!¡± los dirigentes del PP, tanto m¨¢s se irritan los muchos ciudadanos que siguen sufriendo las consecuencias de esta horrible crisis.
Rajoy ha mostrado una escasa capacidad de maniobra para hacer cambios en su partido
Y limitado, adem¨¢s, porque este a?o ha puesto de manifiesto que, tal y como los socialistas reiteramos una y otra vez, el PP ha aprovechado la crisis para hacer cambios que nada ten¨ªan que ver con nuestra situaci¨®n econ¨®mica. Reformas profundamente ideol¨®gicas. En algunos casos, de una ideolog¨ªa de quita y pon, fuertemente influenciada por la demoscopia. A este g¨¦nero pertenecen las idas y las vueltas de la contrarreforma de la Ley de Interrupci¨®n Voluntaria del Embarazo, cuya accidentada peripecia acab¨® con la dimisi¨®n del ministro Gallard¨®n. Por cierto, ?alguien puede creer que la propuesta presentada por el ministro de Justicia se hizo sin contar con la aquiescencia, incluso el impulso, del presidente del Gobierno? Eran los tiempos en los que el PP mostraba una acusada preocupaci¨®n por la aparici¨®n de alguna fuerza pol¨ªtica a su derecha, capaz de amenazar la hegemon¨ªa que tan buenos resultados electorales le ha dado frente a la hist¨®rica fragmentaci¨®n del espacio de la izquierda. En este asunto, Rajoy s¨ª tom¨® buena nota del resultado de las elecciones europeas. Conjurado el peligro por la derecha, y ante el destrozo que una oposici¨®n liderada por el PSOE le estaba infligiendo, decidi¨® dejar caer la ley y, de paso, al ministro. Y confiar sus anhelos m¨¢s reaccionarios a un Tribunal Constitucional que debe de ser consciente del riesgo que supondr¨ªa una declaraci¨®n de inconstitucionalidad de la actual ley de plazos.
Estas vicisitudes de la derecha en relaci¨®n con el aborto demuestran que de ella no se puede esperar ning¨²n avance en derechos y libertades en nuestro pa¨ªs. Lo m¨¢s que cabe conseguir es una callada aquiescencia. O no tan callada. Porque el espect¨¢culo de los dirigentes del PP saludando alborozados el d¨¦cimo aniversario de la ley que permiti¨® contraer matrimonio a personas del mismo sexo forma parte de un carnaval hip¨®crita que busca, en vano, que los espa?oles olviden las manifestaciones contra la ley o su recurso, felizmente rechazado, ante el Constitucional.
A este g¨¦nero de medidas de ida y vuelta pertenecen algunas otras como la de quitar la cobertura sanitaria a los inmigrantes irregulares, consecuencia buscada de la supresi¨®n del car¨¢cter universal de nuestra sanidad. Una decisi¨®n ineficaz, injusta, perniciosa para la salud p¨²blica y con un tufo xen¨®fobo insoportable. Una medida a la que se opusieron frontalmente las comunidades gobernadas por los socialistas y, de tapadillo, algunas con Gobiernos del PP. Ahora, nuevo ministro, nuevos aires, parece que tambi¨¦n se quieren volver atr¨¢s. Eso s¨ª, de recuperar el car¨¢cter universal de la sanidad, nada de nada.
?Qu¨¦ relaci¨®n tiene la calidad educativa con la recuperaci¨®n del valor acad¨¦mico de la religi¨®n?
En otros casos, como en el de la denominada ley Wert ¡ªLey Org¨¢nica de Mejora de la Calidad Educativa¡ª, el Gobierno intenta desesperadamente seguir adelante contra todo y contra todos. Ahora, tambi¨¦n contra la mayor¨ªa de las comunidades aut¨®nomas, gobernadas por el PSOE. Una ley cargada de ideolog¨ªa, porque ?qu¨¦ relaci¨®n tiene con la calidad educativa que los colegios que separen en sus aulas a las ni?as de los ni?os puedan acogerse al r¨¦gimen de conciertos, la recuperaci¨®n del valor acad¨¦mico de la asignatura de Religi¨®n o la supresi¨®n de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa? ?C¨®mo conjugar calidad con la segregaci¨®n temprana de los alumnos con dificultades educativas? Con la excusa de la crisis y su mayor¨ªa absoluta, el Gobierno ha impuesto una ley educativa ideol¨®gicamente sectaria que tiene sus d¨ªas contados.
Y para acabar la legislatura, puestos a recortar, el Gobierno lo ha hecho con los derechos y las libertades de los espa?oles mediante una nueva Ley de Seguridad Ciudadana. Una ley innecesaria, porque en Espa?a las fuerzas de seguridad ten¨ªan instrumentos para, de forma inteligente y proporcionada, como saben hacerlo, afrontar los excesos, escasos por lo dem¨¢s, derivados de un mal uso del derecho de manifestaci¨®n. Una vez m¨¢s, una ley dictada desde la ideolog¨ªa m¨¢s conservadora, que cuando se oyen algunas voces del PP nos retrotrae a los tiempos del Orden P¨²blico.
A la espera del tratamiento electoral que Rajoy decida dar al tema de Catalu?a ¡ª?qui¨¦n invent¨® lo del sufl¨¦?¡ª, los ingredientes de la campa?a del PP est¨¢n sobre la mesa: los cantos a la recuperaci¨®n y el discurso del miedo. Un miedo que busca movilizar a su electorado m¨¢s que hacer mella en un electorado socialista, que si algo reprocha al PSOE es su moderaci¨®n durante esta crisis. M¨¢s all¨¢ de la influencia de los sangrantes casos de la corrupci¨®n cong¨¦nita del PP, y de su par¨¢lisis pol¨ªtica, sostengo que sus dificultades electorales nacen, por supuesto, de su manera de abordar la crisis que est¨¢ dejando dolorosas secuelas, desigualdad y pobreza. Pero, tambi¨¦n, de la utilizaci¨®n de esa crisis como excusa para hacer otros ajustes: los ideol¨®gicos. La crisis como coartada para hacer lo que el PP probablemente siempre quiso hacer y nunca se atrevi¨® ni tan siquiera a explicitar. Esos retrocesos s¨ª que producen miedo a los espa?oles.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba fue secretario general del PSOE.
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