El grito de un olivo
Una excavadora arrancando de ra¨ªz un campo de olivos es una profunda humillaci¨®n que se lleva todo por delante
Iciar Bolla¨ªn est¨¢ rodando este verano una nueva pel¨ªcula en la que el protagonista principal es uno de los personajes m¨¢s fascinantes del universo: un olivo. La historia de un ¨¢rbol milenario arrancado de un olivar del Bajo Maestrazgo, en el Mediterr¨¢neo, para ser replantado como adorno en D¨¹sseldorf, Alemania.
Ella dice que tiene la forma de un cuento. Un cuento con un principio de realidad sobre lo que ha pasado en este pa¨ªs y en Europa en los ¨²ltimos a?os. Y un cuento que sue?a. Somos sombras que sue?an. Bravo. Necesitamos cuentos, esas historias que germinan en la memoria profunda como las ra¨ªces del olivo. El olivo se puede amputar, quemar, pero si conserva las ra¨ªces, rebrota. El cuento es ese lugar donde se desnace y renace. Una penumbra tocada por la luz. Nabokov defend¨ªa que el origen de la gran ficci¨®n, literatura o cine, estaba en cuentos primitivos como el del pastor y el lobo. En esos cuentos germinales estaban muy presentes el peligro, la injusticia y el miedo. Sobre todo un tipo de miedo que atraviesa la historia y corroe las entra?as: el miedo al abandono.
La sensaci¨®n que tenemos ante un ¨¢rbol es que es una expresi¨®n de lo humilde y lo sublime a la vez
Ese es el sentimiento que desgarra al abuelo Luis, el patriarca de la familia que se desprendi¨® del olivo. Lo vendieron contra su voluntad, por el valor de un peque?o alivio en tiempo de crisis. El viejo se ha quedado desgajado de la tierra: a-terrado. No habla. Finalmente, tampoco come. En el ¡°cuento¡± de El olivo, con guion de Paul Laverty, aparece una hero¨ªna contempor¨¢nea, Alma (Anna Castillo), la nieta de Luis. Una muchacha de aire punk, que trabaja en una granja de cr¨ªa de pollos, fr¨¢gil y fuerte a la vez, que con la complicidad de otra v¨ªctima de la crisis, su t¨ªo Alcachofa (Javier Guti¨¦rrez), se atreve a la ¡°transgresi¨®n¡± y a la ¡°prueba¡± de intentar recuperar el ¡°objeto m¨¢gico desaparecido¡±. Y eso exige una ¡°partida¡±. Plantarse en Alemania.
El olivo es un personaje real y un s¨ªmbolo. Solo le falta hablar para ser un testigo de cargo. O habla a su manera. Hablar hablan en el Paisaje con olivos, de Vincent Van Gogh. Son ¨¢rboles que se retuercen y gritan como lo hace el humano en El grito, del pintor noruego Edvard Munch.
En el lenguaje religioso, en la ¨¦poca medieval, se distingu¨ªa entre el serm¨®n humilde y el serm¨®n sublime. La sensaci¨®n que tenemos ante un ¨¢rbol, y m¨¢s ante un viejo ¨¢rbol, es que es una expresi¨®n de lo humilde y lo sublime a la vez. Hay una gran verdad en comparar la arquitectura de un buen ¨¢rbol con una catedral. Hay una voluntad de unir cielo y tierra. Y todav¨ªa mejor se alberga una nube de estorninos: Murmuration le llaman los ingleses a esa insigne bandada. La visi¨®n de un ¨¢rbol ca¨ªdo, abatido, aunque sea por una decisi¨®n motivada, resulta inquietante para la mirada humana. El de ¡°No hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo¡± es uno de los mejores logros ¨¦ticos del refranero espa?ol, aunque es l¨¢stima que predomine la escuela vejaminista de ¡°A perro flaco, todo son pulgas¡±.
¡°La patria del hombre es la infancia¡±. Es muy c¨¦lebre y celebrada esta definici¨®n del poeta alem¨¢n Rilke, pero a m¨ª me convence m¨¢s la del poeta canario Nicol¨¢s Est¨¦vanez Murphy que tuvo la valent¨ªa de escribir: ¡°Mi patria no es el mundo; / mi patria no es Europa; / mi patria es de un almendro / la dulce, fresca, inolvidable sombra¡±. Y eso que Est¨¦vanez, hay que decirlo, adem¨¢s de ministro de la Primera Rep¨²blica, fue un pionero europe¨ªsta en el exilio. Pero digo lo de valent¨ªa po¨¦tica porque hubo muchos que le tomaron el pelo con la sombra del almendro. Entre ellos, Miguel de Unamuno, que despu¨¦s de visitar en La Laguna la casa nativa del poeta y el almendro, va y escribe: ¡°?Pobre del que no tiene otra patria que la sombra de un almendro! Acabar¨¢ por ahorcarse en ¨¦l¡±. No creo que ni Est¨¦vanez ni el almendro se mereciesen semejante hostialidad.
Hay que tener mucho cuidado con lo que se arranca
Los ¨¢rboles son buena gente. Podr¨ªamos tomar por excepci¨®n b¨¦lica la del bosque de Birnam, que se mueve en la noche, justiciero, hacia el castillo de Macbeth. A lo largo de la historia, siempre ha ocurrido lo contrario. Es lo que podr¨ªamos llamar la ¡°violencia catastral¡±. Los olivos han sido v¨ªctimas frecuentes. No s¨¦ si un olivo es una patria, pero una excavadora arrancando de ra¨ªz un campo de olivos es, adem¨¢s de una barbaridad ecol¨®gica, una profunda humillaci¨®n que se lleva todo por delante: la sombra, la patria y hasta la infancia.
Tambi¨¦n el cine es como un olivo. Hay que tener mucho cuidado con lo que se arranca.?
elpaissemanal@elpais.es
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