Golpes de suerte
Es una exageraci¨®n de la autoestima atribuirse a uno mismo, como hace el responsable del ¡®proceso¡¯ catal¨¢n, las virtudes, rasgos de car¨¢cter o m¨¦ritos de unos antepasados con los que no tenemos apenas nada que ver
La vida ¡ªpor lo que de ella he alcanzado a ver¡ª es rigurosamente moral. Es como las f¨¢bulas, donde la hormiguita sumisa y laboriosa que aprovecha el buen tiempo para acarrear y almacenar comida, cuando llegue el invierno sobrevivir¨¢, mientras que la cigarra despreocupada que se pasa el verano cantando y tocando el ukelele sucumbir¨¢ a la primera helada. La organizaci¨®n social es un complejo esfuerzo para pautar la vida y excluir de ella el azar; de ah¨ª instituciones como las compa?¨ªas de seguros, la polic¨ªa, la sanidad p¨²blica y la jubilaci¨®n, o la herencia, con la que los padres quieren proteger a sus v¨¢stagos de la incertidumbre y que ¨¦stos suelen recibir como algo natural y merecido, y no como lo que es, una arbitrariedad que habr¨ªa que ilegalizar en nombre del principio de la igualdad de oportunidades.
La vida es repelentemente moral, pero tambi¨¦n est¨¢ sometida al imperio del azar, y de qu¨¦ manera. A Borges le obsesionaron durante muchos a?os los versos de un largo poema de Almafuerte que dicen: ¡°Yo repudi¨¦ al feliz, al potentado / al honesto, al arm¨®nico y al fuerte / porque pens¨¦ que les toc¨® la suerte / como a cualquier tah¨²r afortunado¡±, y que ¨¦l citaba aqu¨ª y all¨¢, ayer en un ensayo, ma?ana en una entrevista o en una conferencia. Ignoro si personalmente compart¨ªa ese ¡°repudio¡± o si lo criticaba, lo que es seguro es que ten¨ªa empe?o en subrayar la importancia del azar sobre todos los negocios humanos. El tema de la influencia de la suerte, que parece que en Occidente aminora seg¨²n nuestra deriva vital va haci¨¦ndose m¨¢s y m¨¢s pautada y mecanizada y tiene que pasar la ITV (Inspecci¨®n T¨¦cnica de Veh¨ªculos) cada cinco minutos, le importaba mucho y le dedic¨® La loter¨ªa de Babilonia, el cuento donde especula con un pa¨ªs donde la loter¨ªa es parte principal de la realidad: una loter¨ªa con n¨²meros inversos, n¨²meros que premian y n¨²meros que castigan, y donde las costumbres est¨¢n ¡°saturadas de azar¡±. Esa Babilonia del cuento, viene a decir, es el mundo en que vivimos.
Otros art¨ªculos del autor
La idea de este mundo que Woody Allen ilustra en su pel¨ªcula Match Point, donde el destino del h¨¦roe depende de si el anillo que arroja al aire casualmente cae al c¨¦sped o cae al r¨ªo, imperaba hasta principios del siglo XX. Es proverbial la pregunta de Napole¨®n cuando le suger¨ªan el nombre de un oficial para ascenderlo al generalato. Miraba el curriculum y preguntaba: ¡°Bien, bien, pero ?tiene suerte?¡±.
Durante la Guerra de los Siete A?os Federico II de Prusia, acorralado por los ej¨¦rcitos rusos y austr¨ªacos, amenazado por los franceses y a punto de darlo todo por perdido y suicidarse, se salv¨® en el ¨²ltimo momento gracias al llamado ¡°Milagro de la Casa de Brandenburgo¡±: y es que falleci¨® la zarina Isabel I y su sucesor en el trono, Pedro III, que admiraba profundamente a Federico, suspendi¨® las hostilidades ?e incluso le devolvi¨® las tierras que hab¨ªa perdido en combate! As¨ª se salv¨® Prusia y desde entonces Federico crey¨® en su buena estrella.
Leigh Fermor cuenta que distingui¨® a un valiente oficial con la m¨¢s alta condecoraci¨®n prusiana (la orden Pour le m¨¦rite), y d¨ªas despu¨¦s, al comprobar que no la luc¨ªa colgada del pecho, quiso saber por qu¨¦. El valiente le explic¨® que se hab¨ªa cometido un error terrible. Hab¨ªan enviado la medalla a un primo suyo que serv¨ªa en su regimiento y ten¨ªa el mismo nombre y graduaci¨®n. ¡°Una expresi¨®n de horror se fue gradualmente extendiendo por el semblante del soberano, se puso bruscamente en pie e hizo salir al oficial gritando: ¡®?Fuera! ?Vete! ?No tienes nada de suerte!¡±.
Rodr¨ªguez Zapatero cre¨ªa que pod¨ªa improvisar cosas que los hechos desment¨ªan
Los que hayan visto El hundimiento o le¨ªdo el libro hom¨®nimo de Joachim Fest en que se basa esa pel¨ªcula tal vez recuerden que Adolf Hitler ten¨ªa colgado en su despacho del b¨²nker un retrato de Federico el Grande: aunque la situaci¨®n del III Reich fuese desesperada, confiaba que se repitiese el ¡°Milagro de la Casa de Brandenburgo¡±; y el 12 de abril de 1945 crey¨® ver repetido, como si estuviera escrito en el Destino alem¨¢n, el incre¨ªble golpe de suerte de Federico, al saber que hab¨ªa fallecido Franklin Roosevelt. El F¨¹hrer disfrut¨® de unas horas de euforia, hasta que Truman anunci¨® que los Estados Unidos seguir¨ªan combatiendo a Alemania hasta su rendici¨®n incondicional. Es que tampoco se puede forzar la suerte. Ni los milagros, por mucho que uno implore a Dios, que es el ¨²ltimo reducto que le concedemos a la Fortuna.
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que por una serie de casualidades y hechos impredecibles e inauditos pas¨® del anonimato, al fondo del Partido, a la presidencia del Gobierno, parece que cometi¨® el error de creer que ten¨ªa ¡°baraka¡± (suerte providencial) y pod¨ªa decir e improvisar con desenvoltura cosas que al d¨ªa siguiente los hechos desment¨ªan, embarazosamente. Por el contrario Mariano Rajoy f¨ªa su reelecci¨®n a la raz¨®n fr¨ªa, pura, num¨¦rica, de las cifras econ¨®micas y, para desactivar el Golpe que viene preparando el Astuto del ¡°prus¨¦s¡±, conf¨ªa en el sentido com¨²n, la sensatez o seny ¨²ltimo de los catalanes; o sea que se imponga la raz¨®n. Claro que en uno y otro caso puede pasar el azar como en el poema de Kavafis: que ¡°otro desastre, otro en el que nunca hab¨ªamos pensado / s¨²bita, tempestuosamente cae sobre nosotros / y sin darnos tiempo ¡ªsin prepararnos¡ª nos arrebata¡±.
Rajoy f¨ªa su reelecci¨®n a la raz¨®n fr¨ªa, pura, num¨¦rica, de las cifras econ¨®micas
Y ya que me he referido al Astuto (no mencionar¨¦ su nombre real nunca m¨¢s, pues, visto que desarticula y destruye todo lo que toca, temo que sea gafe), somos muchos los que observamos, con alipori, que tiene la fea costumbre de hablar, en plural y con untuosa jactancia, de c¨®mo somos, c¨®mo hemos sido siempre, cu¨¢n creativos y emprendedores, qu¨¦ europeos, qu¨¦ bien sabemos hacer las cosas los habitantes de su comunidad ¡ªque casualmente tambi¨¦n es la m¨ªa¡ª.
Pero es una exageraci¨®n de la autoestima (le dir¨ªa desde aqu¨ª), atribuirse a uno mismo, no digamos ya a una comunidad plural y dispar, virtudes, rasgos de car¨¢cter o m¨¦ritos de unos antepasados con los que no tenemos apenas nada que ver, de la misma manera que ser¨ªa exagerar la responsabilidad culparse de los errores o los vicios del tatarabuelo. Los haberes y las deudas reales o inventadas del pasado remoto han muerto de viejas. De ah¨ª no se derivan m¨¦ritos tuyos, ni facturas que puedas pasar al cobro: s¨®lo se deriva la buena suerte de haber nacido aqu¨ª, y no un poco m¨¢s al sur, all¨ª de donde los j¨®venes huyen con una mano delante y otra detr¨¢s, y donde cada ni?o cuando llega al mundo lo primero que sabe es que su hada madrina le ha dejado de regalo mala suerte.
Ignacio Vidal-Folch es escritor. Su ¨²ltima novela publicada es Pronto seremos felices (Destino).
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