J¨®venes que lo dejan todo para plantar tomates que sepan a tomate
Unos j¨®venes de ciudad decidieron dejar los conservantes e irse a arar el campo. Hoy son una asociaci¨®n que promueve lo natural
Pues resulta que, aunque parezca incre¨ªble, las cosas de comer no crecen en esas bandejas de poliestireno plastificadas que vemos en los supermercados. En concreto, las hortalizas crecen en unos lugares lejanos y misteriosos para el urbanita, llamados huertas. All¨ª, y no solo en startups tecnol¨®gicas, tambi¨¦n florecen los emprendedores, al lado de las patatas y las cebollas. As¨ª que nos fuimos, equipados con crema solar y repelente de mosquitos, a visitar a algunos de ellos: la asociaci¨®n El Bancal, que tiene un huerto para el autoconsumo y, adem¨¢s, realiza todo tipo de actividades educativas en torno a la huerta y la agroecolog¨ªa.
Despu¨¦s de pasar una enorme f¨¢brica de cemento como la nave nodriza de una invasi¨®n extraterrestre, llegamos a los alrededores de Morata de Taju?a que parece estar a millones de kil¨®metros de Madrid, pero est¨¢ solo a unos 35. En la huerta, donde reina la tranquilidad, nos reciben Luc¨ªa Blanco y Almudena Orden con la piel morena del trabajo al aire libre, ambas de 33 a?os y miembros de El Bancal. ¡°Somos una asociaci¨®n de unas seis personas y todas provenimos del ¨¢mbito urbano¡±, explican. Hace cuatro a?os, cansadas de las formas tradicionales de alimentaci¨®n y de la vor¨¢gine de la capital, consiguieron que un propietario les cediera este terreno para cultivar alimentos con sus propias manos y difundir la buena nueva a los dem¨¢s. Por fin comprobamos que realmente las hortalizas salen de la tierra: vemos los tomates (?que saben a tomate!), las cebollas, los pimientos verdes, las berenjenas...
La huerta nos da pie a hablar de muchas cosas como el consumo, el decrecimiento, la alimentaci¨®n, los ciclos de las plantas, el cuidado del medio ambiente o la soberan¨ªa alimentaria Luc¨ªa Blanco, miembro de la huerta El Bancal
El Bancal trabaja en colegios y otros espacios sociales, como la Ca?ada Real, el Secretariado Gitano o la asociaci¨®n El Fanal (dedicada a las personas en riesgo de exclusi¨®n social), ense?ando a ni?os y adultos qu¨¦ es esto de la huerta. ¡°La huerta nos da pie a hablar de muchas cosas como el consumo, el decrecimiento, la alimentaci¨®n, los ciclos de las plantas, el cuidado del medio ambiente o la soberan¨ªa alimentaria, que es nuestro derecho a saber lo que comemos y a producirlo nosotros mismos¡±, cuenta Blanco, que estudi¨® Periodismo. Una cosa tan sencilla como que las hortalizas son de temporada puede ser un oscuro arcano para el cliente de supermercado, pero aqu¨ª saben bien que los tomates, por ejemplo, solo se dan naturalmente en verano.?
Y es que, muchos saberes b¨¢sicos relacionados con la naturaleza se han ido perdiendo con el abandono del campo. ¡°Son saberes que se transmiten de generaci¨®n en generaci¨®n¡±, dice Blanco. ¡°Nosotros hemos ido aprendiendo a base de preguntar a los vecinos que llevan 50 a?os en la huerta y mediante el m¨¦todo de prueba y error. Tambi¨¦n, claro hay p¨¢ginas y tutoriales en Internet. En la huerta nunca sabes lo que puede pasar¡±. Hoy m¨¢s que ensayo ha habido error: aqu¨ª llegan otros socios, Antonio Barios, barbudo y dicharachero, y Jos¨¦ Bravo, con sus rastras naciendo en la nuca, algo contrariados: el agua se ha salido del canal de regad¨ªo y ha inundado parte del huerto. ¡°A ver ahora qu¨¦ hacemos¡¡±.
¡°Empezamos a trabajar en la huerta porque ¨¦ramos cr¨ªticos con la forma de alimentaci¨®n que existe¡±, dice Orden, ingeniera t¨¦cnica agr¨ªcola, ¡°quer¨ªamos comer alimentos m¨¢s naturales, cultivados sin productos t¨®xicos. Tambi¨¦n estamos a favor del consumo de cercan¨ªa, productos que se cultiven localmente y que no recorran cientos o miles de kil¨®metros movidos por intereses econ¨®micos. En realidad, casi todo se puede producir muy cerca¡±. Esto podr¨ªa ser un buen resumen de la agroecolog¨ªa: cultivos naturales y cercanos, respeto por el medio ambiente, cooperativas de consumo, recuperaci¨®n de terrenos agr¨ªcolas en la periferia de las ciudades, huertos urbanos, creaci¨®n de empleo en el campo... Y es un movimiento en alza.
En 2015 hay m¨¢s de mil nuevos peque?os agricultores y ganaderos informales produciendo en la Comunidad de Madrid, bastantes m¨¢s que los profesionales dados de alta en la Seguridad Social
Seg¨²n la plataforma Madrid Agroecolol¨®gico en 2015 hay m¨¢s de mil nuevos peque?os agricultores y ganaderos informales produciendo en la Comunidad de Madrid, bastantes m¨¢s que los profesionales dados de alta en la Seguridad Social. Muchos de ellos son menores de cuarenta a?os y viven en situaci¨®n de desempleo o incluso riesgo de exclusi¨®n social, no son propietarios de tierras agr¨ªcolas y provienen de la cultura urbana y de servicios. La Red de Huertos Urbanos de Madrid re¨²ne a unos 40 huertos en plena ciudad y recientemente el Ayuntamiento ha regularizado m¨¢s de una decena de ellos. En estos huertos, aunque no se produzca demasiado, se cosechan relaciones y amistades, son espacios de convivencia y ciudadan¨ªa en los que se vuelve a entrar en contacto con los ciclos de la naturaleza. De los huertos, adem¨¢s, suelen salir grupos de consumo, que encargan sus alimentos a productores cercanos que se lo reparten semanalmente. ¡°Todo esto es una lucha pol¨ªtica importante¡±, se?ala Orden, ¡°intentar que la ciudad sea m¨¢s verde y que lo sea de la manera que los ciudadanos queremos¡±.
¡°El consumo de productos ecol¨®gicos est¨¢ de moda¡±, dice Blanco. En efecto, muchas veces se presenta este tipo de productos como algo exclusivo, caro, hipster, casi una delicatesen para connoiseurs de barba y fixie. El movimiento agroecol¨®gico, en cambio, tiene esta vertiente m¨¢s ecol¨®gica, pol¨ªtica y social. ¡°Lo que se busca no es solo vender verduras ecol¨®gicas, sino cambiar la propia l¨®gica de la producci¨®n, que ?no sea intensiva hace que los precios a veces sean m¨¢s elevados, porque a los productores les resulta muy dif¨ªcil vivir de esto¡±, explica Blanco. ¡°Lo cierto es que a veces los precios son abusivos¡±, contin¨²a, ¡°tanto para comer como para vestirte, y hay que tener mucho dinero para consumir fuera de las multinacionales. Pero existen otras f¨®rmulas, por ejemplo, los grupos de consumo en los que los productos son m¨¢s baratos porque los consumidores echan una mano en la huerta¡±.
La vida en el campo tiene su dureza. En verano tienen que madrugar para currar evitando las horas de sol y las hierbas adventicias (las malas hierbas), que hay que ir retirando porque crecen a gran velocidad. ¡°A veces entramos en crisis porque ocurren cosas inesperadas, graniza o, como hoy, se nos inunda el huerto, pero en general es una experiencia satisfactoria¡±, dice Orden. ¡°Esto no es una oficina con horario de nueve a cinco. Te tiene que gustar¡±.
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