S¨ª, yo visit¨¦ Parque Jur¨¢sico
Con el casco de realidad virtual de Crytek, nos despedimos de la Gamescom en un viaje incre¨ªble al futuro de los videojuegos
Lo primero es ponerse el casco. Dar¨ªo me ayuda. Nos cuesta un par de intentos porque el modelo de Crytek ¡ªuna de las compa?¨ªas m¨¢s poderosas en esto de crear motores gr¨¢ficos para videojuegos¡ª es rudimentario. Al fin lo conseguimos, aunque casi me dejo las gafas por el camino. El mundo real, esa insulsa sala de prensa de la Gamescom en el pabell¨®n 2.2, desaparece. Dar¨ªo (Sancho Pradel, jefe de programaci¨®n en esta compa?¨ªa puntera) me dice: "?Preparado?". Claro que lo estoy.
Lo primero que veo frente a m¨ª es un espacio en negro con un mont¨®n de anillos conc¨¦ntricos, como una diana, en un azul pulsante. Hay tambi¨¦n un t¨ªtulo, en letras rojas y may¨²sculas: Back to dinosaur island 2. En mis manos, un mando de consola convencional. Dar¨ªo me dice: "Pulsa el gatillo". Lo pulso. Salto a una pared vertical de roca natural. En el centro de la pantalla hay dos manos flotantes, mis manos. "A ver, el gatillo derecho cierra tu mano derecha. Y el gatillo izquierdo, la izquierda. Con la cabeza, apuntas adonde quieres interactuar. ?Vale?". Vale. All¨¢ vamos.
Miro hacia arriba y el escarpado risco en el que me encuentro sube y sube. Hay vegetaci¨®n tropical saliendo de entre las piedras, un cielo azul con un sol de justicia y los sonidos de la jungla. Tambi¨¦n hay un cable de acero unido a un cabrestrante rojo. Del cabrestrante salen dos cuernos para agarrar con las manos. Sigo el consejo de Dar¨ªo como un mantra. Apuntar con los ojos. Gatillos para cerrar las manos y... all¨¢ vamos. El motor se activa y me empiezo a mover por la pared vertical. En esto me da por mirar abajo y veo dos cosas. Una ca¨ªda vertical de unos 100 metros, con cascada incluida, a un r¨ªo. Y un dinosaurio.?
Por un momento soy Alan Grant. El Alan Grant que interpret¨® Sam Neill en Parque Jur¨¢sico. Ese que se levanta del asiento, se quita las gafas, y abre los ojos con un terror, incredulidad y fascinaci¨®n infinitas. A m¨ª me pasa igual cuando este dinosaurio, un pterod¨¢ctilo, me mira a los ojos, suelta un gorjeo y se despega de la pared para emprender un elegante vuelo. Yo, que estoy en otra dimensi¨®n, en la virtual, me giro sobre m¨ª mismo, enred¨¢ndome con el cable del mando, para seguir su vuelo. El sol me ciega un poco, pero no lo suficiente como para no distinguir su silueta recortada contra el resplandor. Pienso: Guau. Escucho: "?No sueltes los gati...!". Y de pronto, me caigo. Al abismo.
Vuelta a empezar. Pared vertical. Tirolina. Agarrar los cuernos. Pasarse de una tirolina a otra. Mirar boquiabierto a los pterod¨¢ctilos. Divertirme mucho cuando ya estoy muy cerquita de coronar del acantilado, porque un pterod¨¢ctilo algo cabr¨®n me empieza a tirar rocas que tengo que esquivar moviendo la cabeza de un lado a otro. Subir en la ¨²ltima tirolina, darme impulso y mirar al otro lado. Y all¨ª est¨¢, la magn¨ªfica cabeza de un diplodocus, un abuelete de la evoluci¨®n con m¨¢s de 100 millones de a?os. Un tit¨¢n de 10 toneladas y 50 metros de largo. Tambi¨¦n hay algo m¨¢s. Parecen los restos de una nave espacial (o... ?m¨¢quina del tiempo?) y unas dianas en azul que invitan a que las mire y las escanee. Lo hago y la maravilla se acaba.
Dar¨ªo me quita el casco. Me pregunta: "?Qu¨¦ tal?". Yo le suelto los t¨®picos esperables. "Incre¨ªble. Flipo. No hay nada igual...". Etc¨¦tera. Y eso que es mi quinto viaje al otro lado. Pero no dejo de fascinarme. Y de pronto pienso en los 2.000 millones de d¨®lares que se gast¨® Facebook en Oculus y en el desembarco de su visor a principios de 2016. Pienso en la guerra que dar¨¢ Sony con su Project Morpheus gracias a los millones y millones de Plays4 ya colocadas (llevan ya m¨¢s de 25 millones). Pienso en una conferencia de Tom Jubbert, maravilloso Arist¨®teles en el videojuego, durante el Gamelab titulada C¨®mo los videojuegos pueden destruir el mundo y c¨®mo podemos salvarlo. Pienso en lo que me dijo Danfung Dennis, fot¨®grafo de guerra del The New York Times reconvertido a tecn¨®logo, que esta es la m¨¢quina de empat¨ªa definitiva, que puede cambiar el mundo y reforzar la democracia. Y pienso que todo lo que conocemos, todo, cada pieza del puzle de nuestra sociedad se va a tambalear y reinventar por estos visores de pocos cientos de euros que preparan la invasi¨®n.
Pero lo que m¨¢s pienso es: "Ey, t¨ªo, has estado en Parque Jur¨¢sico". Y pienso que tengo que escribir c¨®mo fue el viaje.
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