Zaida y Jos¨¦
La justicia militar les dio la raz¨®n, pero fueron ellos quienes tuvieron que colgar el uniforme. El acosador de la capit¨¢n Cantera a¨²n lo viste. Fue ascendido.
Se conocieron en un curso de telecomunicaciones. Duraba solo tres semanas, as¨ª que fue un flechazo. ?l era entonces capit¨¢n y ella, teniente. Su primera cita fue en una manifestaci¨®n porque despu¨¦s de que Jos¨¦ L¨®bez invitara a Zaida Cantera al cine, 191 personas fueron asesinadas en un m¨²ltiple atentado en Madrid y aquel s¨¢bado de marzo de 2004 decidieron salir a la calle para apoyar a los familiares de las v¨ªctimas. Ella siempre hab¨ªa dicho que no acabar¨ªa con otro militar ¡ª ¡°?La conciliaci¨®n es cero!¡±¡ª, pero ya no pudo separarse de este. Ahora organizan su boda. Quieren ser padres y recuperar todos los planes que ten¨ªan antes de que los medicamentos contra la ansiedad, las amenazas, el juicio... les obligaran a poner su vida en suspenso durante seis a?os.
Muchas parejas cumplen a?os pl¨¢cidamente, sin m¨¢s desaf¨ªos que evitar que el otro se aburra, no olvidar los aniversarios y acertar con los regalos. Otras son puestas a prueba, obligadas a examinarse ante una enfermedad o un brusco cambio de circunstancias. Para seguir juntos, a Jos¨¦ y Zaida les toc¨® afrontar uno de los retos m¨¢s crueles: renunciar a lo segundo m¨¢s querido.
Cuando Zaida logr¨® en 2012 que el teniente coronel que le sub¨ªa la mano por la entrepierna fuera condenado a dos a?os y 10 meses de c¨¢rcel por abuso de autoridad, tanto ella como Jos¨¦ pensaban jubilarse en el Ej¨¦rcito. Ninguno ten¨ªa militares en la familia; hab¨ªan llegado a las Fuerzas Armadas por vocaci¨®n, no por tradici¨®n. Hoy sus uniformes est¨¢n guardados en una maleta en el desv¨¢n. El acosador, que fue ascendido a coronel estando ya procesado, sali¨® el pasado febrero en libertad condicional y puede seguir visti¨¦ndolo. Ha denunciado a Zaida ante la jurisdicci¨®n castrense por ¡°insulto a un superior¡±, un delito penado con hasta dos a?os de c¨¢rcel.
Muchas parejas cumplen a?os pl¨¢cidamente, sin m¨¢s desaf¨ªos que evitar que el otro se aburra. A Jos¨¦ y Zaida les toc¨® el reto m¨¢s cruel: renunciar a lo segundo m¨¢s querido
Jos¨¦ se enter¨® de que un teniente coronel acosaba a la mujer con la que ¨¦l planeaba tener hijos ley¨¦ndolo en un papel. Zaida, destinada entonces en Valencia, se lo ocult¨® durante meses, confiando en que le mandaran a otro sitio, en que el acosador se olvidara de ella... ¡°No quer¨ªa perjudicar a Jos¨¦, que estaba haciendo el curso de ascenso a comandante en Zaragoza, y no imaginaba que el acoso llegar¨ªa a la agresi¨®n. Pensaba que eso solo pasaba en las pel¨ªculas. Cuando decid¨ª denunciar, se lo cont¨¦¡±. Al leer los ¡°veintitantos folios¡± que hab¨ªa preparado el abogado, Jos¨¦ se enfad¨®. ¡°Me sent¨ª traicionado. Despu¨¦s entend¨ª por qu¨¦ no hab¨ªa compartido conmigo eso antes¡±. Al principio no la anim¨® a denunciar porque tem¨ªa que dieran la raz¨®n al de m¨¢s rango y no a quien la ten¨ªa. ¡°Luego hice lo que habr¨ªa hecho cualquier marido: estar al lado de su mujer".
El acosador entr¨® en la c¨¢rcel, pero tiempo despu¨¦s Zaida volvi¨® a acudir a la justicia para denunciar a compa?eros del coronel, que, seg¨²n relata, nunca le perdonaron que hubiera metido a su amigo en prisi¨®n y le hicieron la vida imposible. Una guerra de desgaste que llev¨® a Zaida a pasar al retiro con 37 a?os por ¡°insuficiencia de condiciones psicof¨ªsicas acaecida en acto de servicio¡± y que arrastr¨® tambi¨¦n a Jos¨¦: ¡°Sab¨ªamos que denunciar afectar¨ªa a nuestras carreras, pero no imagin¨¢bamos esta sa?a. Llegaron a acusarla de un delito de deslealtad. Le ped¨ªan seis a?os de c¨¢rcel¡±.
Jos¨¦ fue el n¨²mero uno de su promoci¨®n. Estuvo destinado en la antigua Yugoslavia, con la UE, en Etiop¨ªa y Eritrea, como observador de Naciones Unidas, y en L¨ªbano, pero en cuanto Zaida denunci¨® acoso en las Fuerzas Armadas, hombres de uniforme empezaron a retirar la mano con aspavientos cuando ¨¦l les extend¨ªa la suya.
Busc¨® entonces un par¨¦ntesis y acept¨® la situaci¨®n de servicios especiales, que le permit¨ªa trabajar para la Administraci¨®n y volver m¨¢s tarde al Ej¨¦rcito. Se fue dos meses, los de mayor mortalidad por ¨¦bola, a Liberia con la ONU. Cuando se produjo la tragedia del vuelo de Germanwings, fue enviado a la zona para ayudar a los familiares de las v¨ªctimas. ¡°Al principio pensaba regresar a las Fuerzas Armadas. Ahora s¨¦ que no puedo volver porque me est¨¢n esperando para vengarse. Mis compa?eros me lo han dicho porque oyen hablar a los coroneles. Me har¨ªan la vida imposible. No quieren ni darme la medalla que me corresponde por 20 a?os de servicio. Zaida sufri¨® el acoso y yo soy un da?o colateral¡±.
Cuando se les pregunta qu¨¦ han perdido en el proceso, Jos¨¦ responde r¨¢pido: ¡°Seis a?os de vida, tranquilidad, salud, una vocaci¨®n...¡±, enumera, olvidando los 35.000 euros en abogados. Cuando se les pregunta qu¨¦ han ganado, se hace un silencio. ¡°Saber que has luchado por lo que es justo¡±, dice por fin ¨¦l.
Se han peleado mucho. En seis a?os de batalla no han podido evitar reprocharse decisiones dif¨ªciles, dilemas imposibles para dos personas que amaban el Ej¨¦rcito. Jos¨¦ a¨²n no ha cerrado su duelo. ¡°Me gusta mi trabajo de ahora, s¨¦ que me valoran, pero echo de menos las Fuerzas Armadas. Ah¨ª hay gente que se deja la piel y no merece estos cuatro garbanzos negros¡±. Zaida hace un m¨¢ster de director de seguridad y estudia ¨¢rabe. Hoy se lo come a besos en una cafeter¨ªa mientras habla de un viaje a Par¨ªs, de si prefieren ni?o o ni?a... Vuelve a tener planes. ¡°Sin ¨¦l habr¨ªa sido imposible¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.