Mourinho, una eminencia m¨¦dica en el Chelsea
En l¨ªnea con Bilardo, el entrenador portugu¨¦s quiere que el resultado est¨¦ por encima de todo
Magos y adivinos, criaturas de la noche en las TDT, confiesan en privado la aparici¨®n de signos inquietantes que preludian el fin de los tiempos, con anticristo, azufre y destrucci¨®n planetaria. Citan la ola de calor que ha tostado a los espa?oles durante un mes; la rebequita guardiolana exhibida por Mariano Rajoy en Galicia; o el hecho, sin precedente en los anales deportivos, de que Florentino P¨¦rez (todav¨ªa) no se haya gastado este verano 200 millones en fichajes (est¨¢ en preparaci¨®n un congreso mundial de intermediarios futbol¨ªsticos para protestar por las consecuencias de este brusco gesto de austeridad y la OCDE estudia sus efectos depresivos sobre la econom¨ªa mundial); y, por ¨²ltimo y definitivo, el retorno de Jos¨¦ Mourinho.
Mourinho, esa fotocopia tristona de Perfectus Detritus, el personaje de La Ciza?a de Ast¨¦rix, acaba de ¡°relevar de sus funciones¡± a la m¨¦dico del Chelsea, la gibraltare?a Eva Carneiro. El error de Eva fue atender a un magullado jugador del Chelsea, Hazard, y, al hacerlo, dejar al equipo ¡°con ocho jugadores de campo en un contrataque del equipo contrario despu¨¦s de una falta¡±. Con la locuacidad melanc¨®lica que le caracteriza, Mou dictamin¨® que ¡°Hazard no ten¨ªa nada¡± y que ¡°todos los empleados del club deben entender los entresijos del juego¡±. Lo que propone el portugu¨¦s es que los utilleros, jardineros, cortadores de entradas, capellanes o pastores (lo que tenga el Chelsea) y hasta los encargados de la seguridad deben saberlo todo sobre t¨¢ctica. Gary Lineker lo ha explicado con sorna; ¨¦l podr¨ªa ser m¨¦dico en el Chelsea, porque sabe mucho de f¨²tbol y nada de medicina.
La decisi¨®n de Mourinho tiene implicaciones sorprendentes. En el l¨ªmite, Mou pone el resultado por encima de la salud de los jugadores; declara sin rubor que ¨¦l sabe m¨¢s de medicina que una profesional con t¨ªtulo; y supera el grotesco berrinche de Bilardo cuando increp¨® en lunfardo rabioso al masajista del Sevilla por atender a un jugador del equipo contrario. Profesionales como Mourinho y Bilardo est¨¢n convirtiendo la deportividad en mueca de la caridad mal entendida.
M¨¢s signos inquietantes. Lothar Matth?us, excentrocampista del Bayern y de la selecci¨®n alemana, reconvertido de urgencia en periodista, resucit¨® la rancia disputa sobre qui¨¦n es el mejor entrenador del mundo, si Mou o Guardiola, entrenador del Bayern. Lothar apost¨® en esa ruleta por Mou (igual que Ibrahimovic, otro prodigio de objetividad), porque es ¡°franco¡± ¡°y dice todo en la cara de los jugadores¡±. ?Se refiere al Mourinho que insult¨® abusivamente a los periodistas en Madrid, al que sembr¨® la discordia en el vestuario del Real Madrid, al que disolvi¨® con sulf¨²rico el entendimiento entre los jugadores madridistas y barcelonistas de la selecci¨®n, al que coaccion¨® a los ¨¢rbitros, despidi¨® en 2005 al m¨¦dico del Chelsea (las fechor¨ªas siempre tienen precedentes) y tiene un prontuario de broncas y resentimientos tan largo como los brazos de Pau Gasol? Excelente elecci¨®n, herr Matth?us.
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