En la orilla de los 'chibanis', inmigrantes argelinos que velan por el confort ajeno
Por Anal¨ªa Iglesias
Pocas mujeres. Casi todos hombres (la mayor¨ªa, argelinos, aunque tambi¨¦n marroqu¨ªes y tunecinos), llegados a Francia como trabajadores a partir del fin de la Gran Guerra, son chibanis -"canosos", en ¨¢rabe dialectal-, muchos de ellos olvidados en la orilla norte del Mediterraneo. Chibani es un t¨¦rmino cari?oso que expresa la sabidur¨ªa de la edad adulta y el respeto que genera la experiencia. Hoy la palabra comienza a ser 'rehabilitada' para rendir homenaje a esos trabajadores que llegaron hasta la costa francesa y nunca pudieron retornar a su tierra.
Las mujeres quedaron en la ribera sur, parieron y criaron a sus hijos lejos de aquellos padres que enviaban dinero y llamaban por tel¨¦fono, y ped¨ªan fotos, y lloraban en ¨¢rabe o en bereber, aunque empezaban ya a so?ar en franc¨¦s. "Me r¨ªo en franc¨¦s pero lloro en cabilio", dice uno de los chibanis entrevistados por el realizador Rachid Oujdi en Perdus entre deux rives, les Chibanis oubli¨¦s ("Perdidos entre dos orillas, los chibanis olvidados").
Porque no basta con atravesar la 'fosa com¨²n' que es ya el Mar Mediterr¨¢neo, llegar a Europa y comenzar a currar. A este lado, al norte del mar, estos inmigrantes que ven¨ªan a ayudar a levantar la Europa de la prosperidad ajena se pon¨ªan manos a la obra con lo que les pidieran y, un buen tiempo despu¨¦s, advert¨ªan que no gozaban de las mismas garant¨ªas ni derechos laborales que sus compa?eros franceses, y a veces era tarde, porque sus empleadores no hab¨ªan cotizado por ellos.
Hoy, con jubilaciones reducidas a unos pocos cientos de euros, condenados al maltrato administrativo y sin retorno posible a esa vida africana que ya les queda irremediablemente lejos, juegan al domin¨® en la misma cafeter¨ªa de toda la vida. Son los pensionistas pobres de esa Marsella obrera y tan "fotog¨¦nica", en palabras de Oujdi; esa Marsella que los espectadores atentos tenemos fresca en la memoria gracias a realizadores como Robert Gu¨¦diguian.
Rachid Oujdi, un franc¨¦s nacido en Marsella e hijo de emigrantes argelinos, ha querido homenajear a los 'chibanis' en el documental Perdus entre deux rives, les Chibanis oubli¨¦s.
Los siete argelinos que protagonizan el filme fueron 'trabajadores temporales' (o eso cre¨ªan) que se volvieron eternos sin tierra. Algunos recuerdan ya con humor su arribo a la bidonville de St. Lazare, el barrio de chabolas en el que conviv¨ªan con "ratas como conejos". Entonces estaban blindados con unos deseos luminosos que, con el pasar de las d¨¦cadas, se redujeron al formulario de solicitud que les tramita la trabajadora social m¨¢s simp¨¢tica del barrio. Contaban con el coraje del migrante y, por supuesto, contribuyeron como nadie a los 30 gloriosos (como llaman los franceses a los a?os de fuerte crecimiento econ¨®mico de Occidente que va de 1945 a 1975). De seguro, los chibanis tienen los callos m¨¢s ¨¢speros de los '30 gloriosos'.
Podr¨ªa incluso pensarse en la contracara de los pied-noir, aquellos colonos franceses que labraron Argelia, tambi¨¦n parias que, en muchos casos, hab¨ªan nacido en ?frica y solo pisaron Europa para alimentar las trincheras de las guerras voraces (v¨¦ase, por caso, la historia del padre de Albert Camus, la que ¨¦l mismo narra en El primer hombre).
Entre otros intentos por comprender, interpelar las pol¨ªticas p¨²blicas y ayudar a estos se?ores de canas y franc¨¦s con acento magreb¨ª, figura tambi¨¦n este especial de France24. Pero Perdus entre deux rives... es el ¨²ltimo proyecto-homenaje y demanda, tambi¨¦n pensado en un principio para televisi¨®n (para la cadena France 3).
Hay multitud de respuestas a la pregunta de por qu¨¦ estos argelinos no pudieron volver a casa, y en todas ellas flota la falta de reconocimiento a esta gente que "construy¨® siempre cosas para los dem¨¢s y nunca algo para ellos", seg¨²n explica el director.
El homenaje de Oujdi canta a la vida que se vive pese a todo. La imperdible banda de sonido es la m¨²sica de la inmigraci¨®n argelina en Francia, a cargo de Mouss et Hakim en Origines controll¨¦s.
Llegaron en barco, algunos hace diez a?os que no ven a sus familias argelinas. Pero en esta orilla, la francesa, tambi¨¦n suenan acordeones.
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