Democracia inacabada
Centroam¨¦rica es una de las regiones m¨¢s inseguras del mundo. La combinaci¨®n de bandas, narcos y Estado cautivo genera delincuencia y violencia. En algunos pa¨ªses, las grandes organizaciones delictivas est¨¢n incrustadas en las instituciones
Guatemala vive un proceso electoral extra?o: escoger un nuevo presidente, mientras que el saliente renuncia, acusado de corrupci¨®n por la calle, el Congreso y el Poder Judicial. Es una de las paradojas de una miniregi¨®n convulsa y a la vez anunciadora de cambios cruciales en Am¨¦rica Latina.
Un recorrido por cuatro pa¨ªses centroamericanos muestra las consecuencias del olvido internacional y del legado de las guerras del siglo pasado. Sociedades entra?ables, desgarradas por pobreza, violencia y corrupci¨®n, impulsadas por la emigraci¨®n, instaladas en una democracia inacabada pero resistente: estas son caracter¨ªsticas de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.
Centroam¨¦rica es una de las regiones m¨¢s inseguras del mundo. Pandillas desagregadas en Guatemala, maras organizadas en El Salvador y la combinaci¨®n de ambas en Honduras desuelan ciudades y barrios, desangran a sus juventudes y ahuyentan a inversionistas. En Honduras, las pandillas se han entreverado con el crimen organizado, que se ha dedicado a traer drogas desde Venezuela a partir de 2005, y a reenviarlas a M¨¦xico y Estados Unidos.
En El Salvador, el narco tiene menor presencia y las bandas armadas encierran otro origen: las deportaciones de salvadore?os de Los ?ngeles hace 15 a?os. El Gobierno anterior facilit¨® una tregua con sus dirigentes que, al principio, permiti¨® disminuir la violencia, pero que ya se agotaba cuando el Gobierno actual la clausur¨®. La Barrio 18 y la MS-13 respondieron con fuego y la violencia alcanz¨® grados nunca vistos: 677 muertos en junio, 250 en la primera semana de agosto.
En Guatemala las grandes organizaciones delictivas se encuentran incrustadas en el Estado desde hace tiempo, y las pandillas son m¨¢s un veh¨ªculo de movilidad social que otra cosa. Las carreteras y costas de Guatemala encaminadas a M¨¦xico son arterias cruciales de la circulaci¨®n de drogas. Los narcos las aprovechan y se las disputan. Los efectos perversos en Centroam¨¦rica de la guerra sangrienta e in¨²til del expresidente mexicano Felipe Calder¨®n se multiplican y se resumen en un factor: a pesar de sus debilidades, M¨¦xico es m¨¢s capaz de administrar y acotar al crimen organizado que sus socios del Tri¨¢ngulo del Norte. Las consecuencias de esta tragedia son diferentes en cada pa¨ªs. En los tres casos la mezcla espec¨ªfica de bandas, narcos y Estado cautivo var¨ªa, el resultado no: delincuencia, inseguridad y violencia.
Emigraci¨®n y remesas marcan la configuraci¨®n social y econ¨®mica del Tri¨¢ngulo del Norte
Ese resultado conduce a su vez a un segundo rasgo regional: el peso de la emigraci¨®n y las remesas en las sociedades y econom¨ªas. De Nicaragua los nacionales parten al sur: a Costa Rica y a la industria de la construcci¨®n de Panam¨¢; las remesas equivalen al 11% del PIB. De Guatemala huyen a EE?UU debido a la inseguridad; los env¨ªos de expatriados alcanzan el 10% del ingreso nacional. Para Honduras, de donde la gente huye por la violencia, la cifra es del 15%; para El Salvador, de donde se alejan por la postraci¨®n econ¨®mica, es del 16%. Como lo describi¨® Joaqu¨ªn Villalobos, la regi¨®n corre el riesgo de convertirse en el equivalente de una sociedad asistida, viviendo de remesas y del consumo que generan, pero condenada a la pobreza que aflige a los desterrados del universo de env¨ªos de d¨®lares.
Hace d¨¦cadas que Washington no ejerc¨ªa tal influencia en Centroam¨¦rica y centra sus esfuerzos en el narcotr¨¢fico y en asuntos que le afectan directamente: la migraci¨®n, la violencia, la gobernabilidad y la corrupci¨®n. Sus pol¨ªticas contrainsurgentes en los a?os ochenta y su guerra contra las drogas desde 1971 contribuyeron a las desgracias centroamericanas; hoy EE?UU se ve forzado a rectificar y a atender los problemas que en buena medida cre¨®. Lo cual nos lleva al acontecimiento m¨¢s esperanzador de este tiempo en Centroam¨¦rica.
En 2006 Ban Ki Moon y el Gobierno chap¨ªn crearon la Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Su prop¨®sito consist¨ªa en ser un coadyuvante de la fiscal¨ªa y del ministerio p¨²blico en la investigaci¨®n y juicio ¡°de los delitos cometidos por integrantes de los cuerpos ilegales de seguridad... como en general en las acciones que tiendan al desmantelamiento de estos grupos... (para) fortalecer a las instituciones del sector Justicia para que puedan continuar enfrentando a estos grupos ilegales en el futuro¡±. Con el tiempo, la CICIG se ocup¨® m¨¢s de temas de corrupci¨®n gubernamental, y se vincul¨® m¨¢s a EE?UU.
Un mayor apoyo de EE?UU contra la corrupci¨®n gubernamental ser¨ªa un gran avance en la regi¨®n
En el primer semestre de 2015, la CICIG ocup¨® las primeras planas de los diarios guatemaltecos por sus acciones dirigidas contra miembros del gabinete del expresidente P¨¦rez Molina, su vicepresidenta y ¨¦l mismo. Con sus 200 oficiales de seguridad y 200 fiscales, todos extranjeros, trabajando directamente con el MP; con un nuevo comisionado colombiano vigoroso; con recursos suficientes y el apoyo de la Embajada norteamericana, la CICIG se ha convertido en un potente instrumento de lucha contra la corrupci¨®n en el pa¨ªs. Como cont¨® un alto funcionario del Gobierno: ¡°Duele reconocer que somos incapaces de limpiar la casa nosotros. Pero mejor que lo haga alguien a que no lo haga nadie¡±. Lleg¨® hasta el final: la renuncia el 2 de septiembre de P¨¦rez Molina, obligada por las investigaciones de la CICIG, el desafuero por el Congreso, y las protestas callejeras.
La idea ha hecho su camino. En Tegucigalpa se manifiestan exigiendo la creaci¨®n de una CICIH: el equivalente en Honduras. En una visita a la capital hondure?a, el emisario estadounidense Tom Shannon insinu¨® que la aprobaci¨®n de los recursos para la llamada Alianza para la Prosperidad ser¨ªan m¨¢s r¨¢pidamente desembolsados de surgir una CICIH. En El Salvador, aunque el Gobierno confronta menores desaf¨ªos en materia de corrupci¨®n que sus vecinos, tambi¨¦n han surgido demandas a favor de una comisi¨®n an¨¢loga, que hasta ahora el r¨¦gimen rechaza.
La raz¨®n es obvia. Los 1.000 millones de d¨®lares que prometi¨® el vicepresidente norteamericano a los tres pa¨ªses del Tri¨¢ngulo hace casi un a?o no constituyen una cifra deslumbrante, pero revisten un valor emblem¨¢tico. Washington puede condicionarlos a la perpetuaci¨®n de la guerra antinarc¨®ticos, o a la disuasi¨®n migratoria, o al combate a la corrupci¨®n a trav¨¦s del modelo de la CICIG. Los dos primeros temas ser¨ªan m¨¢s de lo mismo; el tercero, con todo y sus implicaciones de soberan¨ªa acotada, representar¨ªan un avance para la regi¨®n.
Como lo ser¨ªa la consumaci¨®n de un viejo sue?o: la uni¨®n aduanera de los pa¨ªses del Tri¨¢ngulo, y posiblemente tambi¨¦n de Nicaragua y/o Costa Rica. Ninguna de estas econom¨ªas, ni siquiera Guatemala, es verdaderamente competitiva ¡ªo incluso viable¡ª por s¨ª sola. No es seguro que lo sean en un esquema de mercado com¨²n, como en los a?os sesenta, sin M¨¦xico. Y los obst¨¢culos pol¨ªticos son monumentales. Pero al menos ya empiezan a hablar de eso y a negociarlo. Es otro rayo de esperanza en una regi¨®n donde no abundan.
Jorge Casta?eda es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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