El arte de lo imposible
El ilusionismo, que durante siglos ha fascinado a la humanidad, vive un momento de auge. Proliferan los aficionados y las tiendas, y la disciplina ha saltado incluso a la universidad En el siglo XXI, los hombres siguen rindi¨¦ndose al embrujo de los prestidigitadores, esos artistas capaces de enga?ar al cerebro
En un peque?o sal¨®n de un hotel madrile?o, una treintena de personas sigue con atenci¨®n los movimientos de In¨¦s, La Maga. Tres espectadores eligen cada uno una carta y la firman. Uno dibuja adem¨¢s sobre la suya unos corazones, otro le a?ade un mensaje, el tercero simplemente deja su nombre escrito. La Maga baraja los naipes y los arroja contra un panel de corcho al tiempo que lanza una chincheta. Las tres cartas, cada una con su se?a de identidad a?adida, quedan atravesadas en el corcho.
El juego es un cl¨¢sico que puso en escena por primera vez el caballero Pinetti en los a?os previos a la Revoluci¨®n Francesa y que originalmente se hac¨ªa con una ¨²nica carta y un disparo. Despu¨¦s de m¨²ltiples revisiones, In¨¦s lo retoma y lo perfecciona a ra¨ªz de verlo en las manos de Pepe Carroll. ¡°Cuando lo hago, el p¨²blico no puede ni respirar¡±, explica In¨¦s. ¡°Tardan en reaccionar porque las condiciones son de una imposibilidad total¡±.
La magia es el arte esc¨¦nico de lo imposible. ¡°Es el espectador quien sostiene el pensamiento m¨¢gico subyacente en cualquier juego de ilusionismo¡±, explica Ram¨®n Mayrata, autor de varios estudios y relatos sobre la evoluci¨®n cultural de la magia; el ¨²ltimo, El mago manco (fronterad / tanyible). Siempre hay un truco, pero tenemos la sensaci¨®n de estar presenciando un prodigio. Por eso los expertos insisten en que el elemento esencial es la psicolog¨ªa, la capacidad para manejar y guiar al p¨²blico.
Al Centro universitario Mar¨ªa Cristina vienen estudiantes desde Am¨¦rica
In¨¦s se confiesa autodidacta. ¡°Yo puedo estar a?os haciendo girar una moneda en las manos, ensayando pases mientras estoy en el cine, esperando al horno o leyendo un libro. Miras en el espejo c¨®mo te sale, te grabas en v¨ªdeo, lees todas las publicaciones de otros magos que hicieron ese n¨²mero antes, o los llamas para que te cuenten a qu¨¦ soluciones han llegado, estudias las variantes¡ Y as¨ª est¨¢s, d¨¢ndole vueltas a la moneda, hasta que un d¨ªa te das cuenta de que ya te sale, de que ya puedes mostrar ese n¨²mero ante un p¨²blico. Y entonces tu audiencia ve un gesto natural en el que una moneda se mete en la mano, la mano se cierra, se abre, y la moneda ya no est¨¢. Entre el primer gesto y el ¨²ltimo han podido pasar siete a?os¡±.
En las antiguas caballerizas del monasterio de El Escorial, un imponente edificio con un claustro ajardinado, un grupo de personas se dispone a pasar un curioso examen. Son los alumnos del primer curso del programa de Ilusionismo que se imparte desde hace dos a?os en el Centro Universitario Mar¨ªa Cristina. Uno a uno van desfilando ante el tribunal, mientras los compa?eros que esperan turno ensayan continuamente su n¨²mero.
¡°Vienen a estudiar aqu¨ª desde lugares muy lejanos, desde Europa hasta Am¨¦rica, porque solo en Corea hay otra Universidad que imparta estudios de Ilusionismo¡±, explica Fernando Arribas, director de este programa. ¡°Se sigue observando una minor¨ªa de mujeres, algo que es patente tambi¨¦n en la magia profesional. En cuanto a las edades, hay gente mayor, s¨ª, pero tambi¨¦n muchos j¨®venes. Incluso chicos que a¨²n no tienen edad para abordar estudios universitarios y est¨¢n aqu¨ª en calidad de oyentes, hasta que lleguen a aprobar la selectividad¡±.
En este curso, profesionales de primera l¨ªnea imparten todas las especialidades, adem¨¢s de artes esc¨¦nicas, y se provee al alumno de las claves t¨¦cnicas esenciales. Pero el mago ha de construirse un personaje y un lenguaje propio: ¡°No solo es necesaria la habilidad manual¡±, precisa Arribas. ¡°De hecho, el arte empieza cuando la t¨¦cnica desaparece, cuando deja de tener importancia. El mago es, adem¨¢s de un artista, un inventor. Aunque el punto de partida sea un juego cl¨¢sico, siempre hay que aportar algo. En los ex¨¢menes y en los grandes cert¨¢menes, el tribunal valora especialmente las modificaciones que se han introducido sobre un juego ya conocido¡±.
Fernando Arribas es especialista en grandes ilusiones y en mentalismo. En su ¨²ltimo espect¨¢culo, Hades, el amante de la mente, recita los nombres y n¨²meros de una determinada p¨¢gina de la gu¨ªa telef¨®nica, abierta al azar por un espectador. No obstante, insiste en que prefiere utilizar siempre el t¨¦rmino ilusionista antes que mago y referirse al juego como tal, y no como truco, que tiene una connotaci¨®n de enga?o. ¡°Nuestro trabajo es crear ilusi¨®n y no otra cosa¡±, afirma contundente.
Por S¨¦neca y otros autores latinos sabemos de la existencia en Roma de los acetabularii, una suerte de predecesores de nuestros trileros, que hac¨ªan juegos de escamoteo con cubiletes: ¡°La figura del mago callejero se extiende durante toda la Edad Media. Eran prest¨ªmanos al tiempo que saltimbanquis o buhoneros¡±, precisa Ram¨®n Mayrata, profesor ¨¦l mismo en el Centro Universitario Mar¨ªa Cristina. El espectador de esa ¨¦poca a¨²n no percibe claramente la frontera entre realidad e ilusi¨®n, y m¨¢s de un artista callejero acab¨® en la hoguera, acusado de tratar con el demonio. ¡°La imprenta supone un cambio de mentalidad impresionante y, en nuestra historia, la protecci¨®n para los magos con la difusi¨®n de los primeros libros de secretos. Al desvelarse los trucos, ya no hab¨ªa lugar para pactos con el diablo, por mucho que algunos pretendieran detentar poderes sobrenaturales¡±.
Una vez sentadas las reglas del juego, llega un interesante periodo, en el siglo XIX, en el que van a coexistir el pensamiento m¨¢gico y el cient¨ªfico. Los ilusionistas se cobijan a la sombra de la ciencia, que en realidad siempre fue su soporte. Los juegos se llaman entonces experimentos de f¨ªsica recreativa y los magos abandonan la calle para entrar en los salones de la corte, donde las damas se desmayan ante experiencias tales como la visi¨®n de una gota de vinagre a trav¨¦s de un microscopio. Es entonces cuando nace la profesi¨®n de ilusionista, cuando el buscavidas callejero se especializa exclusivamente en los juegos de magia y los espect¨¢culos empiezan a presentarse en espacios cerrados. Este escenario es propicio para la invenci¨®n de aut¨®matas y otros ingenios de mec¨¢nica compleja y grandes dimensiones. De hecho, los ilusionistas se adelantaron en muchos casos a los cient¨ªficos, realizando observaciones y creando artefactos. Aparece entonces el que es considerado como el padre de la magia moderna: Robert Houdin ¨Cde quien precisamente tom¨® el nombre Harry Houdini, mucho m¨¢s conocido entre nosotros¨C y surgen vocablos como ilusionista y prestidigitador (dedos ligeros), que viene a sustituir al antiguo prestigiador, sin¨®nimo de embaucador.
Magia y poder
Aunque parezca incre¨ªble, la magia entronca tanto con la religi¨®n como con la ciencia, sus m¨¢s enconadas enemigas. La historia de los milagros y otras maravillas ha de partir inevitablemente de la propia ingenuidad del ser humano al enfrentarse con los fen¨®menos naturales: posiblemente el primer espect¨¢culo de magia fue provocado por aquellos que sab¨ªan encender el fuego.
Al cient¨ªfico no le costar¨¢ hacerse pasar por mago. No fue esa la intenci¨®n de, por ejemplo, Arqu¨ªmedes, de quien se dice que incendi¨® la flota romana que intentaba invadir Siracusa vali¨¦ndose de un enorme espejo c¨®ncavo. Crist¨®bal Col¨®n s¨ª pretend¨ªa la consideraci¨®n de mago ante los ind¨ªgenas jamaicanos cuando escenific¨® un ilusorio poder¨ªo sobre los astros, sabiendo que en aquel momento preciso iba a producirse un eclipse. Los sacerdotes egipcios ya utilizaban trucos para asombrar a los fieles, aplicando la f¨ªsica: abr¨ªan y cerraban las puertas del templo a voluntad mediante un ingenio mec¨¢nico que combinaba el fuego y el vapor de agua. Tambi¨¦n es de origen egipcio el m¨¦todo para paralizar una serpiente provoc¨¢ndole catalepsia: un milagro que se anotaron Mois¨¦s y su hermano Aar¨®n ante el fara¨®n, seg¨²n el relato b¨ªblico.
Si la ciencia se ha usado para fingir poderes m¨¢gicos, el ilusionismo ha servido para simular poder militar. Uno de los magos m¨¢s c¨¦lebres, Jasper Maskelyne (1902-1973), nieto del tambi¨¦n mago John Nevil, se gan¨® su fama durante la II Guerra Mundial creando asombrosos camuflajes en ?frica para desorientar la maquinaria b¨¦lica de los nazis. Quiz¨¢ hay mucha exageraci¨®n en su autobiograf¨ªa, pero algo hay de verdad en sus astucias para disimular tanques d¨¢ndoles apariencia de camiones y al rev¨¦s. Para confundir al enemigo, aparent¨® concentraciones de tropas en lugares que no figuraban en los planes militares. Un complejo juego de luces protegi¨® el canal de Suez deslumbrando a los bombarderos enemigos y construy¨® una r¨¦plica del puerto de Alejandr¨ªa en una bah¨ªa m¨¢s alejada. De noche se apagaban las luces del verdadero y se encend¨ªan las del falso para atraer a la aviaci¨®n nazi hacia un objetivo equivocado.
Tambi¨¦n a lo largo del siglo XIX empieza a extenderse el espiritismo. Es un momento crucial en la historia de la magia, en el que algunos profesionales intentan distanciarse de los videntes y seguir avanzando por la senda de la tecnolog¨ªa. ¡°A lo largo de la historia, la magia ha confluido con otras artes, ha intervenido en la tecnolog¨ªa del espect¨¢culo y en una serie de laboratorios experimentales, como lo fue el londinense Egyptian Hall, donde empiezan a proyectarse las primeras ilusiones de im¨¢genes en movimiento¡±, explica Ram¨®n Mayrata. All¨ª se dan la mano la magia y la gran ilusi¨®n del siglo XX: el cine. All¨ª aprende ilusionismo el cineasta Georges M¨¦li¨¨s, un gran innovador en el uso de efectos especiales. Otro cineasta y aficionado a la magia, Orson Welles, ejecut¨® su gran juego no a trav¨¦s de las im¨¢genes, sino de las ondas: la emisi¨®n radiof¨®nica de La guerra de los mundos consigui¨® sugestionar a buena parte de la poblaci¨®n.
Del teatro, el ilusionismo entra con fuerza en los espect¨¢culos de variedades y el music hall. Y, por ¨²ltimo, en la televisi¨®n. Finalmente habr¨¢ una especialidad para cada espacio esc¨¦nico.
La profesionalidad de un mago ha de medirse por el dominio no solo de la t¨¦cnica del juego en s¨ª, sino tambi¨¦n de la psicolog¨ªa del espectador y del medio a trav¨¦s del cual se expresa, de manera que no es lo mismo un espect¨¢culo de calle que otro desarrollado en un teatro o, ya en nuestra ¨¦poca, ante las c¨¢maras de televisi¨®n.
Antes de la existencia de las escuelas de ilusionismo, los profesionales aprend¨ªan a trav¨¦s de la tradici¨®n oral congreg¨¢ndose en torno a las sociedades de magos, que a¨²n existen, y donde, adem¨¢s de compartir los secretos de los diferentes juegos, se cuida especialmente de preservar la ¨¦tica profesional: ¡°Ahora son mucho m¨¢s abiertas y para ingresar solo es necesario ejecutar una prueba de afici¨®n¡±, indica ?ngel Torres, que regenta en Madrid la tienda Magos Artesanos.
En la trastienda de los establecimientos dedicados a la magia siempre hay mesas con tapetes de color verde, dispuestas para el taller, la clase, la tertulia o el ensayo. Casi la totalidad de los clientes son aficionados y los art¨ªculos m¨¢s vendidos son, por supuesto, los naipes y los pa?uelos. La magia de cerca es la m¨¢s solicitada, pero las tiendas m¨¢s veteranas, como Magia Estudio, en Madrid, o El Rei de la Magia, en Barcelona ¨Cla m¨¢s antigua de Espa?a, fundada por Joaquim Partag¨¤s en 1881¨C, a¨²n conservan piezas de museo y artilugios destinados a grandes ilusiones, para los que hace falta pr¨¢cticamente un almac¨¦n.
En cuanto a la comercializaci¨®n de los juegos, suele hacerse despu¨¦s de un periodo de amortizaci¨®n sobre el escenario: ¡°El autor los maneja durante ocho o nueve a?os; despu¨¦s publica el secreto, lo que ser¨ªa como un registro de patentes, y ya puede salir al mercado¡±, puntualiza ?ngel Torres. Y a?ade: ¡°Esta profesi¨®n es muy seria y se rige por un c¨®digo ¨¦tico que est¨¢ muy arraigado¡±.
Robert Houdin se preocup¨® tambi¨¦n de sentar las bases de este c¨®digo y las incluy¨® en sus escritos: ¡°Nunca se debe recurrir a compinches, pues no es moralmente aceptable, ni a bromas de mal gusto ni a charlas pseudocient¨ªficas¡±, por ejemplo. Tambi¨¦n sobre estos aspectos insiste Ana Tamariz desde su escuela, que regenta desde hace m¨¢s de 25 a?os. Presiden el aula tres grabados con im¨¢genes de Houdin y algunos de sus consejos: ¡°El mago, como artista, debe creer en lo que dice y hace¡±. O bien: ¡°Un mago debe siempre dar cr¨¦ditos a otros magos cuando corresponda¡±. Y adem¨¢s: ¡°El mago debe mirar a los ojos para conocer al p¨²blico¡±. La mirada es, por cierto, el primero de los cinco puntos m¨¢gicos que Juan Tamariz, padre de Ana y uno de los mejores magos del mundo, considera claves en este oficio. Los otros son la voz, las manos, el cuerpo y los pies.
¡°Entre los profesionales de la magia hay una relaci¨®n casi familiar¡±, dice Ana. ¡°Nos llevamos muy bien y nos apreciamos de veras. No escuchar¨¢s a un mago hablar mal de otro¡±. Y parece cierto ya que cualquiera de ellos reconoce los m¨¦ritos ajenos. Por ejemplo, siempre se menciona a Juan Tamariz: ¡°Es que Juan rompi¨® con el secretismo y abri¨® muchas puertas¡±.
En la escuela de Ana dan clase varios profesores de cada una de las especialidades, altern¨¢ndose para ofrecer al alumno una mayor variedad de ideas: ¡°As¨ª, cada uno desarrolla mejor su personalidad sin dejarse influenciar por quien le ense?a. Y aprenden sobre todo a actuar con naturalidad, porque adem¨¢s los juegos de magia proporcionan seguridad y son una excelente terapia contra la timidez. Pero lo m¨¢s bonito de esto¡±, concluye, ¡°es que nos hace volver a todos a la infancia. En un momento dado, todos nos transformamos en ni?os¡±.
elpaissemanal@elpais.com
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