Van Gogh, un asunto de familia
Tras las celebraciones del 125? aniversario de la muerte de Van Gogh la conmemoraci¨®n culmina en septiembre con la apertura de un nuevo acceso en el museo de ?msterdam Hablamos con el sobrino biznieto del pintor sobre su legado art¨ªstico y humano
Todos los a?os, la escena se repet¨ªa el primer d¨ªa de clase. Al pasar lista, los profesores respiraban profundamente un segundo cuando llegaba el turno de Vincent Willem van Gogh, sobrino biznieto del pintor holand¨¦s. ¡°?Eres¡ pariente suyo?¡±, preguntaban casi de forma ret¨®rica. Cumplido el ritual y explicada la afinidad, al muchacho le dejaban tranquilo durante el resto del curso. Ahora que tiene 61 a?os y asesora al museo que lleva el nombre de su t¨ªo en ?msterdam ¨Ces una especie de embajador cultural¨C, su tarjeta de visita le presenta como V. Willem van Gogh. Un peque?o truco que despista al principio y explica con modestia: ¡°Hay suficientes Vincent en la familia¡±.
El sobrino biznieto del artista habla arropado por un mural en tonos sepia que resume la vida y obra de su ilustre antepasado en una sala de reuniones del centro. Entre sus tocayos destaca su abuelo, Vincent Willem, claro. Era el ¨²nico hijo de Theo, el sufrido hermano y receptor de 651 cartas del artista, muchas ilustradas. La correspondencia completa suma 819, dirigidas tambi¨¦n a otros colegas, o bien a la madre y una hermana. Es una cifra abultada, mas no excepcional. Monet, el impresionista parisiense, super¨® las 3.000. De su compatriota Delacroix, padre de la escuela rom¨¢ntica francesa, se conservan 1.500. Lo verdaderamente valioso de las misivas es que deshacen el equ¨ªvoco de la dependencia fraterna de un creador en busca de su identidad. Muestran que la intensidad del v¨ªnculo era doble y los hermanos se apoyaban por igual, algo que el sobrino est¨¢ empe?ado en demostrar.
Es un hecho constatado que Vincent se amparaba en Theo y sobreviv¨ªa, y pintaba, gracias al estipendio y los materiales que recib¨ªa de este. Tambi¨¦n lo es su plan vital, porque en las notas esbozaba los cuadros que bull¨ªan en su cabeza y deseaba ejecutar. ¡°Pero lo m¨¢s importante es que ambos se necesitaban mentalmente, algo de lo que no suele hablarse¡±, insiste el sobrino biznieto. ¡°Era una sujeci¨®n mutua. Theo pensaba que Vincent era grande. Estaba metido en el negocio del arte y anim¨® la evoluci¨®n pict¨®rica de su hermano mayor. Vincent, por su parte, volcaba en sus escritos su alma. Se alimentaban uno a otro, y cuando lleg¨® el suicidio, murieron casi al mismo tiempo. Mi t¨ªo, de su propio disparo el 29 de julio de 1890, a los 37 a?os. Mi bisabuelo, el marchante, apenas seis meses despu¨¦s (supuestamente de s¨ªfilis) a los 33 a?os¡±.
Su teor¨ªa iguala a los hermanos y propone una doble imagen novedosa: el artista febril a la espera constante de remesas, y el hermano deseoso de recibir otra carta excepcional. Empe?ado como est¨¢ en despejar equ¨ªvocos sobre la vida del artista, Willem, casado desde 2007 con una cubana, no duda en abordar el ya legendario tema de la salud mental de Vincent. ¡°Se han escrito por lo menos 400 libros o ensayos. No soy m¨¦dico ni psiquiatra, pero s¨ª tuvo obsesi¨®n por su arte y depresiones. Y s¨ª, creo que se suicid¨®. No hubo terceras personas, como sugiere la biograf¨ªa Van Gogh: la vida, de los estadounidenses Steven Naifeh y Gregory White Smith¡±. Los escritores apuntan que la bala que le cost¨® la vida fue disparada, accidentalmente, por un adolescente que jugaba a los vaqueros en un trigal en la propia Auvers-sur-Oise. Para evitarle el reformatorio, el pintor no le denunci¨®. En su lugar, regres¨® a casa y dio una explicaci¨®n incoherente de lo ocurrido. Dos d¨ªas despu¨¦s, la infecci¨®n desen?cadenada por el balazo le produjo la muerte.
El sobrino biznieto de Vincent van Gogh est¨¢ empe?ado en demostrar que el v¨ªnculo con Theo era doble y los hermanos se apoyaban por igual
Sentado frente a un austero t¨¦, y en una ma?ana de luz gloriosa, de esas que el cielo del norte europeo regala pocas veces, el embajador cultural agradece el esfuerzo de los escritores. Pero aporta un testimonio familiar: ¡°Es una biograf¨ªa estupenda, de las mejores que se han publicado. Sin embargo, no comparto la versi¨®n de c¨®mo fue el final. Los autores asumen demasiadas cosas sobre lo que pudo pasar. Theo lo vio al d¨ªa siguiente del tiro y le pregunt¨® si hab¨ªa sido un suicidio. Vincent respondi¨® que s¨ª y que era hora de irse. ?Por qu¨¦ iba a mentir a su hermano y mentor en el ¨²ltimo momento de intimidad?¡±.
El pintor sigue inspirando con su obra porque sabemos cu¨¢nto le cost¨® el arte. Era a su vez un europeo moderno: hablaba ingl¨¦s y franc¨¦s y viaj¨® a B¨¦lgica, Inglaterra y Francia. Hasta donde pudo, llevado por su arte. ¡°F¨ªjese, por otro lado, en la adoraci¨®n de los japoneses. Cuando llegan al museo y ven las telas de los almendros en flor, la empat¨ªa es instintiva. Hay algo en la exploraci¨®n de uno mismo que les atrae. En China, su obra sobrevivi¨® incluso a la Revoluci¨®n Cultural de Mao. All¨ª es apreciado porque era aut¨®nomo. Como pintor, no quiso formar parte de la burgues¨ªa y no retrataba a los ricos, sino a la gente corriente¡±.
Willem asegura que su familia est¨¢ muy unida y que suelen citarse todos, cada dos a?os, en alg¨²n lugar que fue especial para el pintor. En esta ¨²ltima ocasi¨®n ha sido en Auvers-sur-Oise, con motivo de la presentaci¨®n del Atlas de Van Gogh. Una obra que recorre los lugares se?alados, desde los balbuceos art¨ªsticos en Holanda, de paleta oscura y motivos campesinos, hasta el estallido de luz y color de Francia. ¡°Somos unos 30, y nos reciben bien porque la gente siente afinidad por la peripecia vital del pintor. Eso s¨ª, entre nosotros hay de todo, ingenieros, juristas, historiadores o soci¨®logos, pero nada de pintores. Es imposible competir. Sin duda, el que ten¨ªa m¨¢s talento era mi primo Theo, el cineasta [asesinado en 2004 por un islamista holand¨¦s de origen marroqu¨ª]¡±.
Despu¨¦s de tanto esfuerzo y metros y metros de lienzos sin vender, Vincent expir¨® al borde de la fama. Tan t¨®pico como cierto. Tras el entierro de Theo, su viuda, Johanna Bonger, se vio en casa con un beb¨¦ y 450 pinturas y 700 dibujos originales. Convencida de la val¨ªa de su cu?ado, se impuso la tarea de hacerle justicia. Aunque solo se ha podido comprobar la venta, en vida del artista, de una tela, El vi?edo rojo, Van Gogh intercambi¨® cuadros con colegas como ?mile Bernard, Toulouse-Lautrec y Gauguin. Renoir y Manet le consideraron uno de los mejores vanguardistas. ¡°Si bien durante su estancia en La Haya tambi¨¦n hab¨ªa vendido algunos dibujos, cuando falleci¨® era un desconocido para el gran p¨²blico. De todos modos, eso de que era un hombre aislado es otro mito. Intenso, conflictivo, trabajador y estudioso sin descanso. Seguro. Choc¨® con Gauguin, sin duda. Pero era amigo de sus contempor¨¢neos, sali¨® a pintar al campo con Seurat y compart¨ªa tardes con ellos en los caf¨¦s de Par¨ªs¡±.
Aun as¨ª, lo que le lanz¨® a la fama fue el tes¨®n de Johanna. Ella organiz¨® exposiciones y vendi¨® obras a colecciones y museos. Como hab¨ªa varias repetidas, por ejemplo, las cinco versiones de Los girasoles, pudo escoger los compradores y quedarse alguna. En Holanda, la primera muestra de envergadura lleg¨® en 1905, en el Museo Stedelijk, de arte moderno, de la capital. ¡°Piense que cuando Vincent pintaba a destajo en Par¨ªs, la fama era distinta¡±, prosigue Vincent Willem. ¡°No supon¨ªa que los aficionados compraran a grandes precios. Era otra dimensi¨®n. Por eso mi t¨ªo ansiaba tanto una buena cr¨ªtica. Cre¨ªa que pintar era un oficio democr¨¢tico y siempre quiso ser apreciado¡±.
Despu¨¦s de vender 250 obras y promover la publicaci¨®n de la correspondencia del artista, la t¨ªa Jo, hija de un corredor de Bolsa y una de las fundadoras del movimiento socialista holand¨¦s de mujeres, se qued¨® con las 200 restantes. Van Gogh ya era famoso, muy famoso, y hab¨ªa que hacer algo m¨¢s. A la muerte de su madre, en 1925, Vincent Willem s¨¦nior hered¨® la colecci¨®n. En su casa, las telas estaban en el comedor y repartidas por las habitaciones. ¡°Era mi abuelo y no repar¨¦ en lo que supon¨ªan hasta unas vacaciones de verano. Tendr¨ªa unos 10 a?os, y al entrar en la habitaci¨®n de un hotel en Francia, vi una reproducci¨®n de Los girasoles. Entonces pens¨¦ que la cosa iba en serio¡±. Despu¨¦s de abundantes antol¨®gicas y cesiones temporales al extranjero, el Estado holand¨¦s propuso en 1960 la creaci¨®n de la Fundaci¨®n Van Gogh. El actual museo abri¨® sus puertas en 1973.
Dise?ado por dos pesos pesados de la arquitectura, el holand¨¦s Gerrit Rietveld y el nip¨®n Kisho Kurokawa, presenta a la familia Van Gogh, ensombrecida por la rigidez del patriarca, Theodorus, pastor protestante. ¡°En realidad, el pintor se llevaba bien con sus tres hermanas (Anna, Lies y Willemina, que acab¨® en una instituci¨®n psiqui¨¢trica, y sus dos hermanos, Theo y Cor, muerto en Sud¨¢frica)¡±, a?ade el sobrino biznieto. ¡°A su madre, Ana, la quer¨ªa mucho y le envi¨® una copia de su dormitorio en Arl¨¦s. S¨ª se enfrent¨® a su padre, preocupado porque el chico no encajara en ninguna parte. Adem¨¢s, todos los amores de Vincent se truncaron y con ellos la perspectiva de asentarse¡±.
No debi¨® de ser f¨¢cil convivir con un tipo que apenas com¨ªa y beb¨ªa caf¨¦ y fumaba sin parar. Que pintaba y dibujaba hasta el alba bebiendo absenta, el ajenjo, licor por antonomasia de la belle ¨¦poque. Le rechazaron Eug¨¦nie Loyer, en La Haya, cuando ten¨ªa 20 a?os, y su prima viuda, Kee Vos-Stricker. A la prostituta Sien Hoornik, madre de una ni?a y embarazada de otro hombre, de la que se apiad¨® al principio, la abandon¨® ¨¦l. Su vecina, Margot Begemann, que le correspondi¨® pero era 10 a?os mayor, intent¨® suicidarse cuando ambas familias se opusieron al enlace. La ¨²ltima fue Agostina Segatori, due?a de Le Tambourin, caf¨¦ restaurante parisiense. Modelo de Corot, Delacroix, Jean-L¨¦on G¨¦r?me, Manet y del propio Van Gogh, cuando se retir¨® de posar compr¨® el local. Acab¨® mal. Ella perdi¨® el caf¨¦ y los lienzos del holand¨¦s que se hab¨ªa quedado.
Esquivar el t¨®pico del artista desgraciado que triunfa a posteriori es siempre un reto, pero 125 a?os despu¨¦s de su muerte el museo de ?msterdam se prepara para inaugurar en septiembre una nueva entrada en forma de elipse. Acompa?ada de un bulevar exterior, permitir¨¢ gestionar mejor el flujo de visitantes. Hace cuatro d¨¦cadas se pens¨® que el pintor atraer¨ªa a unas 200.000 personas al a?o. Hoy suman 1,6 millones y por eso la nueva puerta al universo de Van Gogh est¨¢ a punto de abrirse.
elpaissemanal@elpais.es
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