La guerra de artificio contra los traficantes de personas est¨¢ costando vidas
Kevin Watkins (@kwatkinsODI) es director del Overseas Development Institute y patrono de la Fundaci¨®n porCausa. Esta pieza es parte de la serie de @porCausaorg sobre la crisis de refugiados. Una versi¨®n reducida del texto fue publicada por el diario brit¨¢nico The Independent.
"?Podemos aprender algo de esta gente?". Refugiados vietnamitas durante la crisis de los balseros. Foto: Red Cross UK.
?Exactamente cu¨¢nto tiene que empeorar la crisis en las fronteras de la Uni¨®n Europea antes de que sus l¨ªderes comiencen a mostrar alg¨²n liderazgo?
La reuni¨®n de la semana pasada en Viena sobre la migraci¨®n en los Balcanes occidentales ha sido la pen¨²ltima oportunidad perdida. Reunidos sobre 2.400 muertos en el Mediterr¨¢neo, el espantoso descubrimiento de 70 cad¨¢veres descompuestos en un cami¨®n varado en una autopista austriaca y el sufrimiento de escala ¨¦pica a lo largo de las fronteras de la UE, la cumbre ofreci¨® como resultados algunas expresiones de angustia, una peque?a porci¨®n de ayuda humanitaria y el compromiso de reforzar m¨¢s los controles en frontera.
La respuesta de la UE a la crisis migratoria ha seguido una trayectoria l¨®bregamente predecible. Mientras una operaci¨®n de b¨²squeda y rescate criminalmente infrafinanciada salva vidas en el Mediterr¨¢neo, los gobiernos europeos mantienen una guerra verbal contra los traficantes de personas, disparan el gasto en vallas y control de fronteras y emiten amenazas de deportaci¨®n para los "enjambres" de inmigrantes irregulares que buscan el acceso irregular a los mercados de trabajo de Europa.
Todo esto est¨¢ desatando el p¨¢nico moral de los refugiados y desviando la atenci¨®n del debate que deber¨ªa estar teniendo lugar. Este debate es sobre un desplazamiento forzoso de seres humanos que no tiene precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, y sobre un sistema de asilo que muestra defectos m¨¢s all¨¢ de cualquier soluci¨®n.
La guerra contra los traficantes de personas es una guerra de cart¨®n-piedra. Nadie pone en duda la criminalidad de las bandas que controlan el mercado de seres humanos. Pero la rigidez creciente de las pol¨ªticas fronterizas europeas no hace m¨¢s que incrementar los beneficios de este mercado.
Un tr¨¢gico incidente ayuda a ilustrar el reto real al que hace frente Europa. El pasado abril, 500 inmigrantes murieron en la costa de Libia cuando su bote se hundi¨® tras chocar con un barco carguero. La relaci¨®n de v¨ªctimas inclu¨ªa nacionales de Siria, Eritrea y Somalia que escapaban de la guerra, la persecuci¨®n y la violaci¨®n de derechos humanos. Eran parte de los alrededor de 60 millones de personas obligadas a abandonar su lugar de origen, muchas de las cu¨¢les viven como refugiados.
Estas son realmente las personas que buscan acceder¨¢ una Europa en la que creen que podr¨ªan encontrar seguridad y la oportunidad de rehacer sus vidas. Los datos de la agencia europea de fronteras, Frontex, muestran que los grupos m¨¢s amplios de quienes tratan de entrar por los Balcanes occidentales y el Mediterr¨¢neo son sirios, seguidos de eritreos y afganos (muchos de ellos refugiados expulsados de Ir¨¢n). Mientras los pa¨ªses europeos sufren discutiendo un modesto plan de la Comisi¨®n para acoger a 40.000 refugiados y los medios de comunicaci¨®n brit¨¢nicos desatan el p¨¢nico por 5.000 inmigrantes en Calais, m¨¢s de 4 millones de refugiados sirios viven en pa¨ªses vecinos. Etiop¨ªa, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, acoge m¨¢s de un mill¨®n de refugiados de Eritrea, Somalia y Sud¨¢n del Sur.
Por supuesto, no todos los inmigrantes son refugiados. La l¨ªnea que separa la pobreza y el desplazamiento forzoso a menudo es difusa. Pero la inmensa mayor¨ªa de los que tratan de acceder ahora a la UE vienen de pa¨ªses en donde existe una presunci¨®n razonable de la legitimidad de su demanda de asilo.
La inepta respuesta de Europa a la crisis de los refugiados ha generado una sensaci¨®n de fatalismo. Las llamadas a construir vallas m¨¢s altas, desmantelar el derecho a la libre circulaci¨®n dentro de la UE o la repatriaci¨®n forzosa tienen un atractivo populista que ha sido explotado con cierta eficacia por xen¨®fobos de diferente pelaje, pero estas son medidas est¨¦riles que no har¨¢n nada para frenar la crisis que alimenta el reto migratorio.
Existe una alternativa. Comparen las cumbres migratorias de la UE con la respuesta ofrecida hace unos cuarenta a?os a la crisis de los balseros que se produjo al final de la Guerra de Vietnam. Entonces, como ahora, una gran guerra y el miedo a la persecuci¨®n enfrent¨® a una regi¨®n entera a flujos de inmigraci¨®n sin precedentes. A finales de 1979 m¨¢s de medio mill¨®n de personas hab¨ªan abandonado Vietnam. Abrumados por la situaci¨®n, gobiernos de la regi¨®n como Tailandia, Malasia y Filipinas ¨Cninguno de los cu¨¢les reconoc¨ªa la Convenci¨®n de la ONU sobre Refugiados- adoptaron la pol¨ªtica de devolver los barcos. El negocio del tr¨¢fico de personas floreci¨®, con traficantes fletando barcazas met¨¢licas descascaradas y abandonadas en aguas internacionales. La cifra de ahogados super¨® posiblemente las 200.000 personas.
La crisis fue resuelta a trav¨¦s de la cooperaci¨®n internacional. En 1989, sobre la base de un acuerdo previo, m¨¢s de 70 gobiernos se comprometieron a un Plan de Acci¨®n Comprehensivo. Los pa¨ªses de la regi¨®n accedieron a dejar de expulsar los barcos y a procesar las solicitudes de asilo, y Vietnam accedi¨® a apoyar una pol¨ªtica de salidas ordenadas. En el otro extremo del acuerdo, una coalici¨®n de pa¨ªses desarrollados acept¨® un proceso r¨¢pido de reasentamiento de los refugiados, un mill¨®n de los cu¨¢les abandon¨® la regi¨®n. La agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) recibi¨® los recursos financieros para aplicar el plan.
Llegar a un acuerdo no fue f¨¢cil. Margaret Thatcher, entonces Primera Ministra brit¨¢nica, se opuso sonoramente al reasentamiento en el Reino Unido de los balseros vietnamitas que hab¨ªan llegado a Hong-Kong. Igual que sus colegas de hoy, los gobiernos regionales ten¨ªan miedo de ser inundados por los refugiados. Lo que permiti¨® la resoluci¨®n de la crisis fue un enfoque multilateral basado en la responsabilidad compartida, los valores comunes y, en t¨¦rminos de la realpolitik m¨¢s gruesa, el reconocimiento de que no exist¨ªa una alternativa cre¨ªble.
El contraste con la respuesta a la tragedia que se desencadena en las fronteras de la UE resulta al mismo tiempo doloroso e instructivo. Consideremos la respuesta internacional a la petici¨®n de ayuda de los refugiados sirios establecidos en Estados vecinos. Alrededor del 70 por ciento de los refugiados sirios en L¨ªbano viven en este momento por debajo del umbral de la pobreza. Menos de la mitad de los ni?os refugiados en la regi¨®n est¨¢n en la escuela, y el trabajo infantil ha alcanzado proporciones epid¨¦micas. La asistencia sanitaria es limitada. A pesar de las necesidades urgentes y las peticiones constantes de ayuda, menos de un tercio de las demandas de ACNUR en Siria est¨¢n financiadas.
Una ayuda m¨¢s eficaz y generosa para los pa¨ªses que acogen a los refugiados podr¨ªa ofrecer esperanza y oportunidades, liberando algo la presi¨®n de refugiados que se dirigen hacia la UE. Enfrentados a una pobreza abyecta y a un futuro que no ofrece seguridad, empleo o educaci¨®n para sus hijos, los refugiados sirios hacen lo que los ciudadanos de la UE har¨ªan en sus circunstancias, que es buscar un futuro mejor en alguna otra parte. La misma historia podr¨ªa aplicar a los refugiados que huyen de la violencia y el abuso de los derechos humanos en Sud¨¢n del Sur, el Norte de Nigeria, Mali, Eritrea y Somalia.
Pero, aunque la ayuda debe jugar su papel, la idea de que puede resolver la crisis migratoria es una fantas¨ªa. Tras otro verano tr¨¢gico, los gobiernos europeos deben recuperar e incrementar de forma notable las operaciones de b¨²squeda y rescate que fueron recortadas el a?o pasado. Sea cual sea la complejidad legal, pol¨ªtica o econ¨®mica de este reto, permitir que emigrantes vulnerables se ahoguen en el Mediterr¨¢neo o se asfixien en las bodegas de los barcos es una afrenta a los valores europeos.
El desaf¨ªo m¨¢s profundo es transformar la pol¨ªtica de asilo de la UE. La llamada Regulaci¨®n de Dubl¨ªn ¨Cque exige procesar la solicitud de asilo en los pa¨ªses por donde acceden los solicitantes- se est¨¢ colapsando bajo el peso de su propia irrelevancia y necesita ser reemplazada por una alternativa coherente. Lo que resulta a¨²n m¨¢s urgente, Europa debe incrementar radicalmente el n¨²mero de peticiones de asilo que procesa y el de refugiados que admite.
Sostener una guerra ret¨®rica contra los traficantes de personas es suficiente para los pol¨ªticos que buscan r¨¦dito populista. Pero las v¨ªctimas de esta guerra no son los traficantes, sino aquellos forzados a ponerse en sus manos por la inercia pol¨ªtica que lastra a los l¨ªderes de la UE.
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