El desaf¨ªo continuo en el Alto Nilo
La situaci¨®n de inestabilidad que caracteriza la zona hacen que cada vez sea m¨¢s complicado acceder adonde m¨¢s se nos necesita
¡°No corren buenos tiempos para Malakal¡¡±. Esta frase pon¨ªa fin a otro texto que escrib¨ª hace tres meses para Planeta Futuro, pocos d¨ªas despu¨¦s de acabar mi misi¨®n en el proyecto que MSF tiene en aquella zona de Sud¨¢n del Sur.
Ojal¨¢ aquella afirmaci¨®n se hubiera quedado vieja al poco tiempo de ser redactada, pero desgraciadamente esta frase no solo sigue teniendo todo el sentido del mundo, sino que adem¨¢s ahora puede ser aplicable a pr¨¢cticamente todo el Estado del Alto Nilo. Ciudades que hasta ahora eran sobre todo conocidas por disfrutar de un contexto tranquilo, pasaron a ser testigos directos de la oleada de violencia que arrasa el pa¨ªs desde finales de 2013 y que se ha recrudecido en los ¨²ltimos meses.
Melut, localidad donde MSF tiene un proyecto para atender a los desplazados y a las v¨ªctimas de la violencia, hab¨ªa servido hasta ahora de refugio a alrededor de 25.000 personas que se hab¨ªan visto obligadas a huir de sus hogares en otros puntos de la regi¨®n y del pa¨ªs. Varios campos de desplazados se distribu¨ªan a lo largo de un camino de tierra en el que la trayectoria la marcan los oleoductos. Sin embargo, como casi siempre suele ocurrir en estos casos, esta no es una zona en la que se acumule riqueza; m¨¢s bien todo lo contrario. De hecho, el petr¨®leo que transportan esos largu¨ªsimos tubos lo explota una compa?¨ªa extranjera, de tal modo que s¨®lo unos cuantos, y nunca los que m¨¢s lo necesitan, sacan rendimiento del tan preciado recurso natural de la zona. Y aqu¨ª, como en tantos otros lugares, quien controla el petr¨®leo tiene el poder.
Pero aquella relativa paz que se disfrutaba en la zona se termin¨® a finales de mayo, cuando Melut se vio literalmente saqueada y destruida por los enfrentamientos entre el grupo militar del Gobierno (SPLA) y la oposici¨®n (IO SPLA).
Aqu¨ª, como en tantos otros lugares, quien controla el petr¨®leo tiene el poder
Los combates que tuvieron lugar durante varios d¨ªas hicieron que aquellos que ya estaban desplazados tuvieran que iniciar una nueva migraci¨®n forzosa, mientras que los habitantes de la ciudad que les acog¨ªa no tuvieron m¨¢s remedio que unirse a ellos en su miserable peregrinar. Los pocos que decidieron quedarse en sus hogares, no s¨®lo se enfrentaron al peligro de las balas y las bombas, sino tambi¨¦n a la falta de agua potable, de comida y de bienes de primera necesidad. El sistema de tratamiento y distribuci¨®n de agua para toda la zona fue destruido, quedando como ¨²nica alternativa posible el agua del rio Nilo, que transporta enfermedades como la diarrea y que sabe bien c¨®mo atacar a los m¨¢s vulnerables.
L¨®gicamente, esta ola de violencia no s¨®lo afect¨® a la poblaci¨®n civil de Melut, sino tambi¨¦n a todas las organizaciones que estaban trabajando all¨ª en ese momento. Las actividades de todas ellas se vieron interrumpidas de manera forzosa, incluyendo los servicios m¨¦dicos que MSF ofrec¨ªa en el hospital de uno de los campos de desplazados. Hubo saqueos masivos y destrucci¨®n de las infraestructuras, de tal manera que cuando pudimos regresar a principios de junio, result¨® un verdadero desaf¨ªo poder poner en marcha de nuevo las actividades. Tuvimos que buscar la manera de encontrar un equilibrio entre atender a la poblaci¨®n m¨¢s afectada y vulnerable y mantener un m¨ªnimo nivel de seguridad para los pacientes y para el peque?o equipo que estaba all¨ª trabajando.
Aquellos d¨ªas parec¨ªa que nos movi¨¦ramos a trompicones, pero varias semanas despu¨¦s de haber reanudado algunas de las actividades m¨¦dicas, las m¨¢s esenciales y aquellas que s¨®lo MSF tiene capacidad para cubrir, una nueva amenaza de ataque invadi¨® Melut, haciendo que algunas de las personas que hab¨ªan regresado recientemente a los campos, aprovechando que la situaci¨®n estaba menos tensa, tuvieran que huir una vez m¨¢s.
A esta huida constante que acaba con las esperanzas de esta gente para poder tener una vida tranquila y un hogar, se le unen otros da?os colaterales como son la falta de acceso a una asistencia m¨¦dica que para muchos es vital. Para curarse o sobrevivir a enfermedades como la tuberculosis, el kala azar o la desnutrici¨®n, olvidadas todas ellas en el mundo de los ricos, es necesario seguir un tratamiento y hacer despu¨¦s un seguimiento prolongado de su evoluci¨®n, ya que el riesgo de sufrir complicaciones graves es alto si el paciente no recibe la medicaci¨®n y los cuidados necesarios.
Por lo que respecta a nosotros, recuerdo que una noche de finales de junio nos vimos obligados improvisar un hospital dentro del campamento de Naciones Unidas, en donde el equipo de MSF se hab¨ªa alojado temporalmente tras la brutal ola de violencia. No ten¨ªamos claro que el rumor que se estaba oyendo y que anunciaba que ¨ªbamos a sufrir otro ataque fuese cierto, pero lo que s¨ª sab¨ªamos es que no pod¨ªamos poner en riesgo la seguridad de los pacientes ingresados en nuestra cl¨ªnica. Algunos ten¨ªan un estado de salud tan delicado que no pod¨ªan ser dados de alta, as¨ª que nos los llevamos con nosotros a otro emplazamiento m¨¢s seguro y que estaba situado a unos 15 kil¨®metros.
La lluvia y el barro nos acompa?aron durante toda la noche, lo que dificult¨® a¨²n m¨¢s el traslado de los pacientes y la instalaci¨®n de la tienda donde pondr¨ªamos el hospital de campa?a. Una vez que tuvimos todo bajo control y que vimos que lo peor ya hab¨ªa pasado, recibimos un aviso para que fu¨¦ramos a ver a un paciente que estaba en estado grave. Se trataba de Chok, un ni?o de cuatro a?os que hab¨ªa ingresado d¨ªas atr¨¢s y que presentaba un cuadro severo de kala azar. Fue el primer caso de esta enfermedad olvidada y terrible que recibimos en nuestra cl¨ªnica tras la reanudaci¨®n de nuestras actividades. A simple vista, parec¨ªa que hab¨ªa mejorado a lo largo de los d¨ªas, pero la realidad nos deparaba una desagradable sorpresa. No pudimos hacer nada por ¨¦l; su coraz¨®n no resisti¨® m¨¢s y su padre tuvo que ver una vez m¨¢s c¨®mo uno de sus hijos se le iba sin poder hacer nada por evitarlo. Se sent¨® a su lado, en el suelo de la tienda, y comenz¨® a lamentarse de que su mujer, la mam¨¢ de Chok, no hubiera podido estar estuviera presente para despedirse del ni?o.
A¨²n me pregunto cu¨¢ndo llegar¨¢n mejores tiempos para el pa¨ªs m¨¢s joven del mundo...
La situaci¨®n de inestabilidad que caracteriza el estado del Alto Nilo, con luchas entre ambos bandos, rivalidades ¨¦tnicas y desplazamientos de poblaci¨®n, hace que nuestra presencia en la zona est¨¦ m¨¢s que justificada. Sin embargo, cada vez resulta m¨¢s complicado poder acceder a los lugares donde m¨¢s se nos necesita. La falta de seguridad hace que nuestro d¨ªa a d¨ªa en esta zona de Sud¨¢n del Sur sea un desaf¨ªo constante. Los altos niveles de violencia nos obligan a tener que buscar todas las alternativas posibles para hacer llegar esa ayuda que tanta falta hace. Tambi¨¦n nos hace tener que cambiar a menudo el enfoque de nuestras actividades para adaptarlas a este contexto cambiante y conseguir as¨ª un mayor impacto positivo en la poblaci¨®n.
El nueve de julio, Sud¨¢n del Sur cumpli¨® cuatro a?os, y la verdad es que no encuentro demasiados motivos para celebraciones. A¨²n me pregunto cu¨¢ndo llegar¨¢n mejores tiempos para el pa¨ªs m¨¢s joven del mundo...
Ana de la Osada, enfermera y coordinadora m¨¦dica del proyecto de MSF en Melut.
Este post forma parte del Concurso de Post Solidarios que la Fundaci¨®n Mutua Madrile?a ha puesto en marcha con motivo de los III Premios al Voluntariado Universitario.
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