Cuatro paradojas

Paseando por mi barrio repar¨¦ en un negocio que de repente hab¨ªa cerrado. Nunca le preste atenci¨®n, pero ahora al verlo en esa situaci¨®n sent¨ª pena y me acerqu¨¦ a mirar que era. Esto rezaba el cartel: "Siberet asesor¨ªa de empresas". Entonces pens¨¦: "Asesoraban empresas y han cerrado. O sea, ellos venga a dar buenos consejos a otras empresas mientras la suya se iba a pique, sin olerse la tostada". ?Una!

Hace unos d¨ªas me llam¨® un amigo al m¨®vil desde Londres a las dos de la ma?ana, para decirme muy preocupado que le llegaban unas facturas tremendas de tel¨¦fono y que apenas pod¨ªa pagarlas. Para contarme esto estuvo casi 20 minutos de reloj, despu¨¦s ya m¨¢s tranquilo se interes¨® por m¨ª y me pregunto si me contaba algo, porque no ten¨ªas ganas de colgar. ?Dos!

La otra tarde, mi mujer visiblemente alterada me espet¨®: "No esperes que te diga lo que tienes que hacer, ?tiene que salir de ti!" Y entonces yo le respond¨ª: "?No te das cuenta de que al decirme eso, ya me est¨¢s diciendo lo que tengo que hacer?" ?Tres! (Por cierto querido lector, por una vez y sin que sirva de precedente no supo que responderme, cerr¨® la boca, ?touch¨¦!)

No soy yo una persona que suela desvelarse. Como se suele decir no me llega la cabeza a la almohada, supongo que ayuda no tener excesivas preocupaciones y adem¨¢s que¡­ bueno, donde no hay mata no hay patata, pero el otro d¨ªa tard¨¦ m¨¢s de la cuenta en echar la persiana por culpa de la cuarta paradoja: "?Por qu¨¦ las tiendas de 24 horas tienen puerta si, como su propio nombre indica, nunca cierran?"