El perfil de la reina Isabel
John Carlin se aproxima a Isabel II, la reina de Inglaterra
Me invitaron hace unos a?os, por lo que solo se puede entender como un error de parte del departamento de protocolo de su majestad, a un banquete en Buckingham Palace. Cuando me toc¨® el turno de darle la mano a la reina Isabel II y a su consorte, el duque de Edimburgo, lo que me llam¨® la atenci¨®n fue que ¨¦l era reconociblemente humano y ella no.
?l, m¨¢s bajito de lo que me esperaba, destilaba un aburrimiento monumental. Ella ni siquiera. Exhib¨ªa apenas m¨¢s vida que su perfil, el famoso perfil que yo y el resto de sus subditos hemos visto en nuestras monedas en Gran Breta?a, Canad¨¢, Australia, Fiyi, Jamaica y una docena de pa¨ªses m¨¢s a lo largo de sus 63 a?os de reinado. Y se me ocurre ahora, mientras parte del planeta celebra la longevidad de una mujer que acaba de batir el r¨¦cord ingl¨¦s de a?os en el trono, que aqu¨ª est¨¢ el secreto de su ¨¦xito.
La reina Isabel II es un perfil, es un ser duodimensional de cuya persona no sabemos nada salvo, quiz¨¢, que le gustan sus perritos corgi y sus caballos de carreras. No tenemos ni idea de c¨®mo pasa sus d¨ªas en casa, de si ve cine o televisi¨®n, de si le gusta la m¨²sica o el f¨²tbol, de sus ideas pol¨ªticas (o si las tiene). Ni siquiera sabemos si quiere a su marido. Sin embargo, es la celebrity n¨²mero uno del mundo. Ocupa el primer puesto en ¡°la lista A¡±. Ni se le pasar¨ªa por la cabeza acudir a una fiesta a la casa de Angelina Jolie y Brad Pitt, pero si la pareja dorada de Hollywood recibiese una invitaci¨®n a una audiencia con ella vendr¨ªan corriendo, como un par de corgis a la hora de la comida.
La lejan¨ªa que ha cultivado durante todos estos a?os es lo que ha sellado su estatus como la monarca de monarcas
Es precisamente la lejan¨ªa que ha cultivado durante todos estos a?os (jam¨¢s se le ocurrir¨ªa posar para la revista Hola, ni nunca ha concedido una entrevista a ning¨²n medio) lo que ha sellado su estatus como la monarca de monarcas. Con la posible excepci¨®n de su marido y sus hijos, nadie la ve como un ser humano con vida propia, sino como el prototipo de lo que debe ser una reina ¨Cuna reina en un cuento de hadas o en una baraja de naipes¨C. La m¨ªstica que exuda sirve a la ¨²til funci¨®n de dar a los brit¨¢nicos y tambi¨¦n a buena parte del resto del mundo la imaginaria sensaci¨®n de que el pa¨ªs sobre el que ejerce el t¨ªtulo constitucional de jefa de Estado a¨²n mantiene algo de su antiguo brillo imperial. Para eso la pagan. La inversi¨®n seguramente ha valido la pena. Dif¨ªcilmente lo valdr¨¢ el d¨ªa en el que la reemplace su hijo Carlos, de cuyas andanzas sentimentales y exc¨¦ntricas ideas sabemos demasiado. Lo aconsejable ser¨ªa que el d¨ªa en que la reina Isabel II muera, los brit¨¢nicos abolieran la monarqu¨ªa. El suyo va a ser un acto imposible de seguir.
elpaissemanal@elpais.es
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