El divino m¨¦todo de Sherlock Holmes
Esta semana proponemos un desaf¨ªo mental digno de un Moriarty: cuestionar el m¨¦todo deductivo del m¨¢s famoso de los detectives
Algunos lectores han calificado de ¡°teol¨®gica¡± la paradoja de Newcomb, propuesta la semana pasada, y creo que no van desencaminados, pues seguramente no habr¨ªa suscitado tantas controversias si no vivi¨¦ramos en un mundo en el que miles de millones de personas creen (o creen creer) que un Dios omnipotente y omnisciente, que sabe con absoluta certeza todo lo que va a suceder, es compatible con el libre albedr¨ªo. Pero si Dios sabe que voy a escribir este art¨ªculo, no puedo hacer otra cosa, y si no puedo hacer otra cosa, no tengo elecci¨®n. Y la libertad es la posibilidad de elegir o no es m¨¢s que una entelequia. Afirmar lo contrario es una contradicci¨®n in t¨¦rminis; pero los te¨®logos al uso lo llaman ¡°misterio¡± y se quedan tan anchos.
La paradoja fue formulada por el f¨ªsico te¨®rico William Newcomb, de la Universidad de California, en 1960, y en 1969 Robert Nozick, fil¨®sofo de la Universidad de Harvard, la dio a conocer en un art¨ªculo titulado Newcomb¡¯s Problem and Two Principles of Choice (aunque fue Martin Gardner quien la populariz¨®, unos a?os despu¨¦s, en su secci¨®n de pasatiempos matem¨¢ticos de Scientific American). En su art¨ªculo, Nozick observa: "Casi todos tienen claro lo que habr¨ªa que hacer; el problema es que la gente se divide casi por la mitad con respecto a cu¨¢l es la soluci¨®n correcta, con un gran porcentaje que cree que la otra mitad est¨¢ totalmente equivocada¡±.
Si Dios sabe que voy a escribir este art¨ªculo, no puedo hacer otra cosa, y si no puedo hacer otra cosa, no tengo elecci¨®n
La similitud con el problema de Monty Hall y sus variantes es m¨¢s de tipo psicol¨®gico que l¨®gico, en el sentido de que la paradoja de Newcomb tambi¨¦n parece tener la propiedad de radicalizar posturas opuestas (con la notable diferencia de que el problema de Monty Hall tiene una soluci¨®n clara e incuestionable, mientras que la paradoja de Newcomb es en cierto modo ¡°indecidible¡±, pues hunde sus ra¨ªces en nuestra visi¨®n del mundo y nuestra concepci¨®n de la realidad).
Como aproximaci¨®n jocosa al asunto, cabr¨ªa pensar que en realidad la paradoja de Newcomb es un test: un dios astuto (pero no omnisciente) pone las monedas en ambos cofres, de forma que los creyentes se ver¨¢n reafirmados en su fe y los esc¨¦pticos en su escepticismo; de este modo, el diosecillo sabr¨¢ con qui¨¦nes puede contar incondicionalmente¡ y a qui¨¦nes conviene vigilar de cerca.
En Baker Street
Una prueba que reafirma a la vez dos posturas opuestas no deja de ser tambi¨¦n parad¨®jica, y nos remite directamente a la controvertida paradoja del cuervo, de la que nos ocuparemos en breve. Pero antes os propongo pasar por el 221 B de Baker Street.
No busqu¨¦is la m¨¢s popular frase de Sherlock Holmes en los libros que relatan sus aventuras, pues Conan Doyle nunca puso en boca del detective su paternalista apostilla: ¡°Elemental, querido Watson¡±. Pero si se ha impuesto esta frase ap¨®crifa (repetida con frecuencia en las memorables versiones cinematogr¨¢ficas protagonizadas por Basil Rathbone) , es porque sin duda refleja la personalidad de Holmes y su relaci¨®n con su inseparable Watson, a la vez afectuosa y condescendiente.
Pero ?qu¨¦ es lo elemental, seg¨²n Holmes? La forma en que llega a sus conclusiones, su m¨¦todo deductivo. ?Y en qu¨¦ consiste su m¨¦todo? El divino detective lo dice expresamente en El signo de los cuatro: ¡°Cuando han sido descartadas todas las explicaciones imposibles, la que queda, por inveros¨ªmil que parezca, tiene que ser la verdadera¡±.
Suena convincente, pero ?es realmente un buen m¨¦todo? (Una pista: la utilizaci¨®n del adjetivo ¡°divino¡± no es casual ni meramente ir¨®nica).
Carlo Frabetti
Escritor y matem¨¢tico, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York, ha publicado m¨¢s de 50 obras de divulgaci¨®n cient¨ªfica para adultos, ni?os y j¨®venes, entre ellos ¡®Maldita f¨ªsica¡¯, ¡®Malditas matem¨¢ticas¡¯ o ¡®El gran juego¡¯. Fue guionista de ¡®La bola de cristal¡¯
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.