C¨®digos
Nuestro domicilio es m¨¢s importante que nuestra herencia biol¨®gica
A estas alturas de la historia el destino de la humanidad se debate entre dos c¨®digos, el gen¨¦tico y el postal. La estructura cromos¨®mica del ser humano se compone de una combinaci¨®n de cuatro bases bioqu¨ªmicas que giran con una doble h¨¦lice para formar el edificio intrincado de la vida. El destino de la humanidad est¨¢ ligado a este c¨®digo seg¨²n el cual gen¨¦ticamente estamos hechos solo de materia y todos partimos de cero al nacer, movidos por una maquinaria celular id¨¦ntica a todas las personas, no importa el origen y la raza. Pero, sin duda, en la vida existe un elemento discriminatorio m¨¢s determinante que el c¨®digo gen¨¦tico. Se trata del c¨®digo postal. Este marca definitivamente nuestro futuro. Nacer y vivir en Somalia implica un alto riesgo de morir joven, pobre y machacado por la enfermedad. Nacer y vivir en la avenida Foch de Par¨ªs o en el Upper East Side de Manhattan significa salud, riqueza y larga vida. Nuestro domicilio es m¨¢s importante que nuestra herencia biol¨®gica. El cartero sabe adonde llevar las buenas y las malas noticias. Gen¨¦ticamente Einstein apenas se distingu¨ªa de un simple rat¨®n o incluso de la mosca del vinagre, pero la diferencia entre un escandinavo y un subsahariano es abismal, por eso si nada podemos hacer por cambiar nuestra estructura cromos¨®mica, a la hora de adquirir un poco de felicidad todo nuestro esfuerzo suele estar dirigido a vivir en un buen c¨®digo postal, que generalmente suele llevar aparejado el uso y disfrute de los derechos humanos. El terrible espect¨¢culo de miles de emigrantes que mueren ahogados en el Mediterr¨¢neo y la angustia de los refugiados que huyen de la guerra y se estrellan contra las vallas de Europa se debe a que tratan ag¨®nicamente de alcanzar un buen c¨®digo postal, porque saben de sobra que si permanecen bajo el hambre y las bombas su c¨®digo gen¨¦tico habr¨¢ fracasado.
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