Confusi¨®n
Un prelado polaco no s¨®lo ha anunciado p¨²blicamente su homosexualidad, sino que ha presentado al mismo tiempo a su novio, cuyo origen catal¨¢n agravar¨¢ la dimensi¨®n del caso para algunos, tal como est¨¢n las cosas

Me contaba Javier Reverte de vuelta de un viaje a Irlanda, pa¨ªs al que dedic¨® unos de sus mejores relatos de g¨¦nero: Canta Irlanda,qu¨¦ es un homosexual para los irlandeses: un hombre al que le gustan m¨¢s las mujeres que el whisky.
Si hacemos caso a los irlandeses, hay que pensar que en el Vaticano hay m¨¢s mujeres que whisky, habida cuenta de la existencia en ¨¦l, seg¨²n dicen, de un poderoso lobby gay que mover¨ªa los hilos del poder en la sombra dejando al Papa (a los diferentes papas) aparentar que lo ejerce ¨¦l. Ocurre en todos los Estados (no necesariamente con homosexuales), as¨ª que el Vaticano no ser¨ªa ninguna excepci¨®n.
La confesi¨®n p¨²blica de uno de los miembros de ese lobby, el prelado polaco Krzystztof Charamsa, de su homosexualidad justo en v¨ªsperas del S¨ªnodo de la Familia, la reuni¨®n de todos los obispos para hablar de una instituci¨®n que consideran uno de los pilares fundamentales de la Iglesia, ha provocado un terremoto cuyos ecos han llegado a todo el mundo. Porque el prelado no solo ha anunciado p¨²blicamente su homosexualidad, sino que ha presentado al mismo tiempo a su novio, cuyo origen catal¨¢n agravar¨¢ supongo la dimensi¨®n del caso para algunos, tal como est¨¢n las cosas.
La reacci¨®n del Vaticano no se hizo esperar: el mismo d¨ªa de su confesi¨®n el prelado fue fulminantemente cesado de todos sus cargos, que no eran pocos ni insignificantes precisamente: oficial de la Congregaci¨®n de la Doctrina de la Fe (la antigua Inquisici¨®n), secretario adjunto de la Comisi¨®n Internacional Teol¨®gica vaticana y profesor en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y a partir de ah¨ª empez¨® la pol¨¦mica: que si la Iglesia cat¨®lica es hom¨®foba, que si por qu¨¦ no van a poder los curas tener pareja, que si la sexualidad es algo privado y, por tanto, cada uno hace con ella lo que quiere¡, y, al rev¨¦s, que si est¨¢s en la Iglesia ya sabes las normas, que si no te gustan estas lo que tienes que hacer es irte, que el hecho de que este papa haya manifestado que qui¨¦n es ¨¦l para juzgar a los homosexuales no significa que los admita entre sus obispos y menos con novio¡ El asunto es delicado, la verdad. As¨ª que yo, que prefiero el gin-tonic a las mujeres (el whisky nunca me ha gustado mucho), me abstendr¨¦ de manifestarme sobre este tema, no sea que alguien me tache de hom¨®fobo, que es una acusaci¨®n muy grave en estos tiempos de confusi¨®n en los que un obispo pretende tener pareja (da igual que sea hombre o mujer) y seguir perteneciendo a un club que establece el celibato como norma.
Se empieza as¨ª y se termina por no ir a misa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.