La invasi¨®n del neoespa?ol
Es demasiada la gente que ya no domina la lengua, sino que la zarandea y avanza por ella a tientas
En pocos d¨ªas he o¨ªdo o le¨ªdo, en prensa o en libros, las siguientes expresiones inexistentes y por tanto dif¨ªcilmente comprensibles: ¡°Le echaron el pato encima¡±; ¡°Se desviv¨ªa en elogios de ella¡±; ¡°Le dio a la sin lengua¡±; ¡°Es una mujer-bandera¡±. Uno trata de ¡°traducir¡±, y supone que en la primera hay una mezcla de ¡°pagar el pato¡± y ¡°cargarle el muerto¡±; en la segunda, de ¡°desvivirse por ella¡± y ¡°deshacerse en elogios¡±; en la tercera, una metamorfosis (a la lengua se la llama castizamente ¡°la sin hueso¡±); en la cuarta, lo que siempre se dijo ¡°una mujer de bandera¡± ha quedado comprimido en una extra?a figura: mujeres que se llevan en un asta, para dolor de ellas. Escrib¨ª bastantes art¨ªculos comentando estas corrupciones y absurdos, hasta que di la batalla por clamorosamente perdida. Alertar de los imparables maltrato y deterioro del castellano, en Espa?a como en Latinoam¨¦rica (hay la fama de que all¨ª se habla mejor que aqu¨ª, pero es falsa: cada lado del Atl¨¢ntico, simplemente, destruye a su manera), carec¨ªa de sentido cuando los embates son constantes y sa?udos y adem¨¢s contradictorios entre s¨ª, no obedecen a un plan ni a un esquema. Los anglicismos superfluos, por supuesto, campan a sus anchas (hoy muchos dicen ¡°campean¡±). Las concordancias han saltado por los aires: ¡°Quiero decirle a los espa?oles¡±, se oye en boca del Presidente del Gobierno y tambi¨¦n del ¨²ltimo mono, ya que a nadie le importa que el plural ¡°espa?oles¡± exija ¡°les¡± en esa frase. Los modismos son ¡°creativos¡± y no hay dos personas que coincidan en ellos: el antiguo e invariable ¡°poner la carne de gallina¡± admite todas las variantes, desde ¡°la piel¡± hasta ¡°los vellos¡± hasta ¡°la carne de punta¡±.
El problema de esta?gu¨ªa?es que s¨®lo puede ser descriptiva, porque ?c¨®mo puede aprenderse a manejar lo que en modo alguno es manejable?
Hice bien en abandonar la lucha, porque la magnitud del desastre es a¨²n mayor de lo que cre¨ªa, seg¨²n compruebo en un libro que me llega, Gu¨ªa pr¨¢ctica de neoespa?ol, de Ana Durante, veterana profesional de la edici¨®n que se ha pasado a?os observando anomal¨ªas, analiz¨¢ndolas y recopil¨¢ndolas, para llegar a la conclusi¨®n de que, sin que nos percatemos mucho, hay una ¡°neolengua¡± o ¡°Idioma Aproximado¡± (de ambas formas lo llama) que est¨¢ suplantando al espa?ol tradicional que todav¨ªa muchos hablamos y escribimos. Esto no ser¨ªa demasiado grave si no fuera porque este ¡°neoespa?ol¡± no est¨¢ organizado ni hay acuerdo alguno entre sus usuarios: cada cual dice o escribe lo que le parece; todo vale con tal de que sea incorrecto o inexistente o inventado; cada uno se expresa ¨Cen solitario¨C como le viene en gana. Y aunque la autora se abstiene de identificar sus ejemplos con t¨ªtulos, nombres y apellidos, para no perjudicar a nadie, tiene raz¨®n cuando se?ala que ¡°bajo ninguna circunstancia tendr¨ªa imaginaci¨®n suficiente como para inventar algo ni remotamente parecido¡± a dichos ejemplos. (Nadie la tendr¨ªa, en efecto.) Al recorrerlos uno, adem¨¢s, a menudo los reconoce: los ha visto u o¨ªdo antes, o cosas muy similares. Pero probablemente los ha visto u o¨ªdo sueltos, sin calibrar la dimensi¨®n del destrozo. Al encontr¨¢rselos agrupados en los diferentes cap¨ªtulos de esta Gu¨ªa de neoespa?ol, la carcajada es casi continua (para los que a¨²n empleamos el idioma ¡°no aproximado¡±) y tambi¨¦n la desolaci¨®n (de nuevo para los que preferimos que la lengua sea algo s¨®lido y firme y comprensible para todos, y no una especie de papilla que salpica de diversas maneras a cuantos meten la cuchara en ella).
Sus delirantes, tronchantes y a la vez trist¨ªsimos ejemplos est¨¢n sacados de prensa escrita y hablada, pero tambi¨¦n de obras literarias, tanto originales como traducidas. Uno va leyendo, y casi a cada p¨¢gina le da la risa y se lleva las manos a la cabeza, desesperado: ¡°Esa camisa le profer¨ªa un aire chulesco¡±, o ¡°Dijo el rey propici¨¢ndole un beso en la frente¡±, o ¡°El religioso ahorc¨® los h¨¢bitos¡±, o ¡°Hab¨ªan fletado todo el hotel¡± son muestras de c¨®mo los verbos se permutan alegremente y de que cualquiera les sirve hoy a muchos hablantes y escritores. Claro que esto no es nada al lado de las ¡°creaciones¡± enigm¨¢ticas: ¡°Su trato a veces puede aminorarse dif¨ªcil¡±, o ¡°Lo mir¨® atusando las pesta?as¡±, o ¡°La oy¨® desertar hondos suspiros¡±, o ¡°Pifi¨® ella, mir¨¢ndolo a los ojos¡±. Hay que ser muy sagaz para traducir todo eso. La autora no pretende serlo. Trata de descifrar lo indescifrable, y reconoce a veces su fracaso, es incapaz de ¡°traducir¡± de una neolengua cuyos c¨®digos desconocemos, seguramente porque se caracteriza por no tenerlos. Tampoco se rasga las vestiduras, no dice que esta extra?a suplantaci¨®n del espa?ol sea en s¨ª buena ni mala, tan s¨®lo da cuenta de ella. Lo hace con resignaci¨®n y humor: ante la frase ¡°Tan pronto le quit¨® el ojo, la joven sali¨® corriendo¡±, se limita a apostillar: ¡°Lo que no es de extra?ar, cualquiera de nosotros habr¨ªa hecho lo mismo¡±. Apenas se inmuta al leer: ¡°El viento cambi¨® de direcci¨®n sin cita previa¡± o ¡°Intent¨® besarle los labios de ¨¦l con los suyos¡±. Yo maldije, en cambio. Para m¨ª el conjunto es aterrador, pese a lo mucho que me he divertido. Es demasiada la gente (incluidos renombrados autores y traductores) que ya no domina la lengua, sino que la zarandea y avanza por ella a tientas y es zarandeada por ella. Hubo un tiempo en el que pod¨ªa uno fiarse de lo que alcanzaba la imprenta. Ya no: es tan inseguro y deleznable como lo que se oye en la calle. El problema de esta Gu¨ªa de neoespa?ol es que s¨®lo puede ser descriptiva, porque ?c¨®mo puede aprenderse a manejar lo que en modo alguno es manejable?
elpaissemanal@elpais.es
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