?Somatizas para llamar la atenci¨®n?
En Nigeria hay una enfermedad que se llama Ode-Ori, que consiste en cansancio mental y en dificultades para conciliar el sue?o. Seg¨²n los que lo padecen, se debe a un insecto sobrenatural que se adentra por el cerebro y que causa todos estos trastornos. En China hay hombres que padecen otra curiosa enfermedad denominada El koro, cuyo s¨ªntoma consiste en el miedo de que los genitales se retraigan hasta el abdomen y desaparezcan¡ En Occidente dir¨ªamos que todo eso es imposible y que son somatizaciones, es decir, invenciones. La somatizaci¨®n es la capacidad de convertir nuestros problemas en molestias f¨ªsicas, que pueden llegar a angustiar (y si no, que se lo preguntemos a algunos de los que sufren las anteriores enfermedades). Pues bien, en este lado del mundo tambi¨¦n somatizamos y mucho y lo peor, no nos damos ni cuenta, porque la somatizaci¨®n es en s¨ª misma una enfermedad.
Te duele la cabeza con mucha frecuencia, caes acatarrado un mes y otro tambi¨¦n o tu est¨®mago no parece que sea tu mejor amigo. ?Quiz¨¢ puedas tener la enfermedad de la somatizaci¨®n? Vamos a las cifras. Seg¨²n Javier Garc¨ªa Campayo, profesor de medicina de la Universidad de Zaragoza y autor del libro ¡°Dicen que no tengo nada¡±, el 75 por ciento de las personas sanas tienen un dolor o una molestia en una semana y el 25 por ciento de los que acuden al m¨¦dico de Atenci¨®n Primaria es por una somatizaci¨®n. En otras palabras, la enfermedad es una expresi¨®n de algo m¨¢s que alg¨²n problema de salud.
La somatizaci¨®n se ha considerado como enfermedad desde hace muy poco. A pesar de que en el papiro egipcio de Kahun del 1900 a.C. ya se hablaba de ella, tuvimos que esperar unos cuantos siglos m¨¢s, y no fue hasta 1980 cuando la somatizaci¨®n se consider¨® como una enfermedad. ?Y por qu¨¦ somatizamos? Las causas son m¨²ltiples y muy escurridizas. Se estudian motivos gen¨¦ticos y biol¨®gicos, pero parece que tiene mucho que ver con nuestras experiencias infantiles. Si de peque?os no ten¨ªamos el cari?o que nosotros dese¨¢bamos y cuando ca¨ªmos enfermos nos hac¨ªan m¨¢s caso, tenemos m¨¢s papeletas para convertirnos en somatizadores. De ese modo, desarrollamos una estrategia inconsciente ante padres que ten¨ªan dificultad para expresar el cari?o o que estaban ausentes o eran demasiado autoritarios y cuando enferm¨¢bamos, consegu¨ªamos un respiro. Ya sabemos: ning¨²n padre es perfecto, pero de peque?o no tenemos ese nivel de comprensi¨®n y nos inventamos mil y una t¨¢cticas para llamar una atenci¨®n maravillosa. El problema es que esa t¨¦cnica se incrusta como una agujeta al m¨²sculo y ya de adultos, repetimos el mismo patr¨®n y somatizamos lo que nos ocurre para ser el centro de atenci¨®n, para saltarnos obligaciones que nos superan o para huir de situaciones que no queremos evidenciar. La cabeza no es capaz de encontrar respuestas a lo que el cuerpo se encarga de gritar. Y a¨²n hay un dato m¨¢s curioso: si de peque?os nuestros padres eran somatizadores, tambi¨¦n hay m¨¢s posibilidades de que lo seamos (de hecho, el 80 por ciento de los somatizadores reconocen que tambi¨¦n lo son sus padres). Aprendemos observando, incluso la enfermedad.
Y, ?qu¨¦ podemos hacer para saber si estamos somatizando un dolor o una enfermedad? (Estamos hablando, l¨®gicamente, de enfermedades leves o muy leves):
- Lo primero, tranquilizarse. Como escribe el doctor Garc¨ªa Campayo, la somatizaci¨®n en s¨ª misma es una enfermedad. El problema no es el dolor de cabeza, de est¨®mago o de lo que sea (que, por supuesto duele), sino los problemas que hay detr¨¢s. Por ello, adem¨¢s de abordar el problema f¨ªsico, se ha de pedir otro tipo de ayuda con especialistas que traten emociones y ayuden a ver cu¨¢les son los beneficios ocultos que favorece la enfermedad.
- Ser muy honesto con uno mismo. ?Cu¨¢ntas veces vas al m¨¦dico o consumes medicamentos con respecto a la media de amigos sanos? No hace falta llenarse de argumentos explicatorios. Lo importante es la sinceridad, porque solo desde ah¨ª podremos estar bien con nosotros mismos.
- No utilices la enfermedad para ser el centro de atenci¨®n. Puedes estar enfermo, pero no abuses de ella para que el resto de la familia se sienta culpable. L¨®gicamente, la somatizaci¨®n es un proceso inconsciente, pero los familiares tambi¨¦n se llegan a quejar. Identifica dichas quejas y reflexiona sobre ellos.
- Pon l¨ªmites a tu enfermedad. No hables a todas horas de ella (adem¨¢s, porque es muy cargante para el resto) y disfruta de las m¨²ltiples cosas amables que ofrece la vida.
- Lo primero, tranquilizarse. Como escribe el doctor Garc¨ªa Campayo, la somatizaci¨®n en s¨ª misma es una enfermedad. El problema no es el dolor de cabeza, de est¨®mago o de lo que sea (que, por supuesto duele), sino los problemas que hay detr¨¢s. Por ello, adem¨¢s de abordar el problema f¨ªsico, se ha de pedir otro tipo de ayuda con especialistas que traten emociones y ayuden a ver cu¨¢les son los beneficios ocultos que favorece la enfermedad.
- Ser muy honesto con uno mismo. ?Cu¨¢ntas veces vas al m¨¦dico o consumes medicamentos con respecto a la media de amigos sanos? No hace falta llenarse de argumentos explicatorios. Lo importante es la sinceridad, porque solo desde ah¨ª podremos estar bien con nosotros mismos.
- No utilices la enfermedad para ser el centro de atenci¨®n. Puedes estar enfermo, pero no abuses de ella para que el resto de la familia se sienta culpable. L¨®gicamente, la somatizaci¨®n es un proceso inconsciente, pero los familiares tambi¨¦n se llegan a quejar. Identifica dichas quejas y reflexiona sobre ellos.
- Pon l¨ªmites a tu enfermedad. No hables a todas horas de ella (adem¨¢s, porque es muy cargante para el resto) y disfruta de las m¨²ltiples cosas amables que ofrece la vida.
Porque quiero tu cuerpo ciegamente. Porque deseo tu belleza plena. Blas de Otero
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.