Colonia y Suiza, dos maneras de ver a los refugiados
Dos sociedades tan parecidas votando de forma tan diferente indica lo extremadamente vol¨¢tiles que pueden ser los estados de opini¨®n
La ciudad de Colonia acaba de dar una lecci¨®n de coraje frente a la intransigencia. Henriette Reker, la candidata independiente que fue atacada un d¨ªa antes de las elecciones por un ultraderechista xen¨®fobo, ha sido elegida alcaldesa de la ciudad por el 51% de los votos. Con la fuerza de esta mayor¨ªa absoluta podr¨¢ aplicar las pol¨ªticas que prometi¨® en campa?a electoral, entre ellas la de conceder ayudas y alojamiento a los refugiados que ahora viven en tiendas de campa?a. Esta promesa y su apoyo a la pol¨ªtica de asilo de Angela Merkel fue la raz¨®n esgrimida por el parado de 44 a?os que le caus¨® graves heridas el s¨¢bado.
Afortunadamente, el desenlace ha sido en este caso positivo, tanto en el plano personal como pol¨ªtico: los 800.000 electores llamados a las urnas en Colonia han respondido al ataque de la ¨²nica forma eficaz para frenar a los violentos y sus amenazas: no dejarse amedrentar ni avalar en las urnas la catastr¨®fica visi¨®n que la ultraderecha tiene sobre los supuestos peligros de la llegada de inmigrantes y refugiados. Pero conviene no bajar la guardia, porque es un discurso peligroso que puede llegar a calar, como se ha visto en las ¨²ltimas elecciones celebradas en Suiza. El mismo domingo que los ciudadanos de Colonia daban su apoyo masivo a la alcaldesa agredida, los suizos votaban mayoritariamente por un partido xen¨®fobo, la UDC-SVP, que ha hecho del rechazo a la inmigraci¨®n su principal argumento de campa?a. La derecha populista era ya el partido m¨¢s votado, pero esta vez se ha encaramado casi al 30% de los votos.
Dos sociedades tan parecidas votando de forma tan diferente indica lo extremadamente vol¨¢tiles que pueden ser los estados de opini¨®n sobre esta cuesti¨®n. En realidad, ninguna de las dos sociedades deber¨ªan sentirse amenazadas por la ola de refugiados si se gestiona adecuadamente, pero la suiza a¨²n menos que la germana, pues mientras Alemania recib¨ªa durante este a?o cientos de miles solicitantes de asilo, el pa¨ªs alpino apenas recib¨ªa 12.300 tras endurecer las condiciones de asilo. El aumento del voto xen¨®fobo puede haber sido consecuencia de un contagio medi¨¢tico. El miedo, m¨¢s bien imaginario, a que su alto nivel de vida y su met¨®dica, ordenada y pulcra rutina cotidiana pudiera verse alterada por una presi¨®n migratoria como la de la vecina Alemania ha podido llevar a muchos votantes a curarse en salud. Y eso a pesar de que, con casi una cuarta parte de su poblaci¨®n de origen inmigrante, Suiza sabe por experiencia propia que si se integra adecuadamente, no es ning¨²n problema sino todo lo contrario, puede ser la soluci¨®n a una demograf¨ªa en declive.
La sociedad suiza no podr¨ªa mantener sus servicios ni muchas de las actividades privadas sin el concurso de los inmigrantes que ya viven en el pa¨ªs. Pero nada hay m¨¢s voluble que el miedo, sobre todo si alguien se dedica a alimentarlo. El problema es que la derecha ganadora propone tambi¨¦n revisar los acuerdos que Suiza mantiene con la Uni¨®n Europea, que incluyen la libre circulaci¨®n de personas. Afortunadamente, ni liberales ni socialdem¨®cratas est¨¢n dispuestos a secundarla en esta exigencia.
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