El obrero del textil banglades¨ª escucha Radio Sindicato
Un programa en la principal emisora privada del pa¨ªs busca hacer comprensible la legislaci¨®n laboral y los derechos de los trabajadores de la pol¨¦mica industria textil banglades¨ª
Se enciende la luz roja. El programa est¨¢ en el aire. Es una tarde de oto?o en la planta 19 de un rascacielos de Banani, barrio acomodado de Dacca en el que tiene su sede Radio Today. Desde principios de septiembre Mi trabajo, mis derechos intenta llegar cada viernes a los diez millones de oyentes de la mayor emisora en lengua bengal¨ª del pa¨ªs asi¨¢tico. Una hora de programa para tratar de conectar con los 4,4 millones de personas que trabajan en el principal motor exportador de Bangladesh, la industria textil, as¨ª como con otros muchos m¨¢s que lo hacen en sectores con problem¨¢ticas similares. Una hora para explicar los cambios y remiendos ocurridos en los ¨²ltimos a?os en la ley laboral.
A unas decenas de kil¨®metros de distancia, Mohamed Mukul, encargado de equipos electr¨®nicos en una f¨¢brica del distrito industrial de Gazipur, no se pierde la ocasi¨®n. El viernes, d¨ªa festivo en este pa¨ªs de mayor¨ªa musulmana, graba el programa y cuando comienza la semana laboral lo distribuye entre sus compa?eros de trabajo. "La ley es algo muy complejo. No resulta sencillo enterarse de las cosas, pero este programa nos abre una ventana", dice. "La legislaci¨®n est¨¢ ah¨ª... pero ?cu¨¢nta gente la lee o la entiende? Nuestro cometido es divulgar el contenido con un lenguaje sencillo", afirma el presentador del programa, Nazmus Sakib.
Sindicatos y sindicalistas
Ese d¨ªa toca hablar sobre el papel de los sindicatos. En el estudio se encuentran el abogado Jafrul Hassan y el secretario general de la federaci¨®n sindical BTUC, Wajedul Islam. Hassan es un habitual del programa. Llega con un taco de libro bajo el brazo, la susodicha ley, y cuando toma asiento lo abre por la mitad. ?l pone el pincel fino. El sindicalista Hassan, la brocha gorda. Sakib modera:
¡ª Crear un sindicato es un derecho. ?Qu¨¦ piensan ustedes?
¡ªTanto la convenci¨®n de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) como la Constituci¨®n de Bangladesh as¨ª lo estipulan¡ª defiende el abogado con convicci¨®n.
¡ªEs un derecho fundamental pero la realidad es que en nuestro pa¨ªs se presentan muchos obst¨¢culos para crear sindicatos. Adem¨¢s, la nueva generaci¨®n que llega al sector textil desde el campo no tiene mucho conocimiento ¡ªargumenta el sindicalista¡ª. Hay miedo a que se originen problemas. Los sindicatos hacen que la industria vaya sobre los ra¨ªles adecuados, son el vigilante de que la ley se cumpla. No perjudican la producci¨®n, sino que hacen a la industria m¨¢s productiva y a los trabajadores m¨¢s disciplinados.
Abogado y sindicalista se enredan as¨ª durante minutos en un di¨¢logo en el que se sienten como peces en el agua. Departen sobre porcentajes, condiciones o capacidad de liderazgo. Lo que se discute no es balad¨ª. La industria textil lleva ganando volumen en Bangladesh desde hace tres d¨¦cadas. Hoy en d¨ªa unas 4.000 f¨¢bricas situadas sobre todo en la zona metropolitana capitalina de este peque?o pero superpoblado pa¨ªs producen buena parte de las colecciones de las grandes marcas de ropa occidentales. Con 25.490 millones de d¨®lares de exportaciones en el ejercicio fiscal 2014-15, el textil banglades¨ª representa el 80 % de las ventas al exterior del pa¨ªs. Y las expectativas de la patronal local pasan por doblar esa marca de ventas en 2021.
Cambios tras las tragedias
Sin embargo, hasta hace un par de a?os apenas hab¨ªa sindicatos activos. "En 2010, de los 136 sindicatos que se hab¨ªan registrado en a?os anteriores solo siete estaban en funcionamiento. Desde 2012 hasta ahora se han registrado 350 m¨¢s y unos 210 est¨¢n activos", explica Alonzo Glenn Suson, director ejecutivo en Bangladesh de Centro de Solidaridad, una organizaci¨®n internacional defensora de los derechos de los trabajadores. En noviembre de 2012 se incendi¨® la f¨¢brica Tazreen Fashions y en abril de 2013 se derrumb¨® el complejo de talleres Rana Plaza, ambos en las afueras de Dacca. Las m¨¢s de 1.240 v¨ªctimas mortales y cientos de heridos de estos dos siniestros, sobre todo en el segundo, generaron una ola de presi¨®n sobre patrones, multinacionales y las autoridades locales.
Desde entonces se han mejorado ciertas condiciones laborales; se han sancionado, no sin complicaciones, indemnizaciones a afectados e ingenieros de organismos auditores impulsados por las firmas extranjeras y el gobierno han llevado a cabo miles de inspecciones en instalaciones que han derivado en la necesidad de corregir numerosos problemas en estructuras, sistemas el¨¦ctricos y antiincendios... En verano de 2013 el Parlamento banglades¨ª aprob¨® una enmienda de la ley laboral que flexibiliz¨®, entre otras cosas, la creaci¨®n de sindicatos y el pasado julio se oficializaron puntos de esa reforma que regulan aspectos como el abono de dos pagas extraordinarias por vacaciones. El drama ha servido de catarsis. Queda ver el alcance de estos cambios y si ayudan a crear una conciencia obrera en un colectivo humilde, con mucha base migratoria, en el que no abundan los trabajadores cualificados.
En el estudio de Radio Today el ambiente es muy distendido. Los participantes saben que las cosas en Bangladesh llevan su propio ritmo: pausado y tranquilo. El presentador Sakib combina el an¨¢lisis de la cuesti¨®n a cargo de los expertos con llamadas de los oyentes. Hay un concurso sobre los contenidos discutidos en el programa. Los premios ayudan a captar la atenci¨®n. En una pausa suena una canci¨®n de una trabajadora de la industria del calzado. Hay inter¨¦s en la audiencia por saber m¨¢s y mejor. Llegan muchos mensajes de texto. "Tenemos llamadas de todo el pa¨ªs, no solo de la zona metropolitana de Dacca. Y no solo de la industria textil, tambi¨¦n de sectores como el cuero, las gambas", asegura Steve Needham, responsable de comunicaci¨®n de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo, entidad bajo el paraguas de la ONU que promueve esta iniciativa con apoyo de los gobiernos de Noruega y Bangladesh. "Mi trabajo, mis derechos", una secuela ampliada de otro programa anterior, se emitir¨¢ hasta finales de a?o y contar¨¢ con 16 episodios con tem¨¢ticas diferentes.
Audiencia variada
Entre los oyentes predominan trabajadores, pero tambi¨¦n lo siguen escolares como Mim, una adolescente que est¨¢ en segundo de secundaria y piensa que "el trabajo da la fuerza", y desempleados como Mehedi, que no quiere dejarse enga?ar m¨¢s en la vida despu¨¦s de ver c¨®mo jefes de empleos anteriores le obligaban a trabajar horas de m¨¢s y muchos d¨ªas seguidos. El programa lo escuchan quienes reclaman derechos y quienes los tienen que conceder y respetar. Anishur Rahman, que llama desde la zona capitalina de Rampura, es propietario de una f¨¢brica y le preocupa que sus trabajadores tengan continuamente demandas injustificadas. Un temor extendido entre muchos patrones, algunos de los cuales piensan adem¨¢s que resulta injusto que sea fundamentalmente el empresariado local el que tenga que asumir la mayor parte de los costes de la transformaci¨®n a la que se ve abocada el sector.
¡ªA veces los trabajadores de mi f¨¢brica tratan de parar la producci¨®n y eso va en contra de la industria. Tambi¨¦n piden dinero, lo cual es ilegal. ?C¨®mo se pueden controlar las peticiones, qui¨¦n las supervisa? Deber¨ªan saber c¨®mo funcionan los sindicatos¡ªse pregunta el empresario Rahman cuando le dan paso en antena.
¡ªLos propietarios no tendr¨ªan que preocuparse por la creaci¨®n de sindicatos, pues son el ¨²nico camino para gestionar demandas, ofrecen al empresario un interlocutor. Si 3.000 trabajadores se movilizan en la calle por su cuenta, ?qu¨¦ har¨¢n entonces los patrones? ¡ªresponde Islam, el l¨ªder sindicalista.
Y entonces el abogado Hassan recuerda que los trabajadores, una vez delegan la responsabilidad en un l¨ªder, tienen que gestionar sus demandas a trav¨¦s de ¨¦l y no pueden interponer continuamente peticiones que han sido abordadas.
Lupa mundial
Para Shahidullah Azim, empresario y ex vicepresidente de la BGMEA (la principal patronal textil), este tipo de iniciativas de concienciaci¨®n son positivas en un momento en que "todo el mundo est¨¢ observando qu¨¦ hace Bangladesh". "El empresario medio est¨¢ cambiando su mentalidad. No es el momento de cerrarse en banda en asuntos como las bajas por maternidad, las pagas extraordinarias... Hay que actuar. Algunas f¨¢bricas no tienen a¨²n sindicatos, pero los tendr¨¢n", subraya, al tiempo que justifica la lentitud de algunos cambios en el paso de la ley. "La responsabilidad de que esto funcione es de todos: los trabajadores tienen que poner de su parte y los empresarios, de la nuestra".
El salario m¨¢s bajo de la regi¨®n
Agrega que en los ¨²ltimos cuatro a?os el salario m¨ªnimo en el sector ha aumentado un 219 % situ¨¢ndose en las 5.300 takas mensuales (unos 68 d¨®lares), una cantidad que unida a horas extras y otros suplementos acaba llegando con frecuencia a los 100 d¨®lares. "Est¨¢ bien para ser un pa¨ªs que quiere ser competitivo en el mercado global. Estamos cerca de la India y Vietnam. A¨²n as¨ª, hay trabajadores que no lo quieren aceptar", critica. Suson, del Centro de Solidaridad, no lo ve de la misma manera: "Es cierto que los sueldos han subido, pero siguen siendo los m¨¢s bajos de la regi¨®n. Los propietarios est¨¢n poniendo m¨¢s de su parte pero tambi¨¦n est¨¢n haciendo mucho dinero". Y recuerda que, aunque la ley dicta unas cosas, no existe una rama de la Polic¨ªa que vigile que las pagas extraordinarias son abonadas a los trabajadores. "No se puede cambiar el panorama de la noche a la ma?ana. Tienes que empujar a los trabajadores a aprender y crear un ambiente para que sean capaces de informarse por s¨ª solos", subraya el periodista Sakib. "Intentamos que est¨¦n mejor armados", sentencia el portavoz de la OIT Needham.
Se apaga la luz roja. Se acaban las ondas y comienza una nueva semana laboral. Una nueva semana por delante con los consejos de Radio Sindicato.
M¨¢s sindicalismo que nunca, pero pierde fuelle
La industria de Bangladesh tiene hoy m¨¢s sindicatos y m¨¢s l¨ªderes sindicales que nunca, aunque todav¨ªa no siquiera el 10 % de las f¨¢bricas cuenta con representaci¨®n obrera para negociar intereses. La tendencia positiva que propiciaron las cat¨¢strofes del sector "se ha revertido" en los ¨²ltimos meses, seg¨²n el director ejecutivo de Centro de Solidaridad, Alonzo Glenn Suson. "Es preocupante pues en lo que va de 2015 el n¨²mero de sindicatos que han solicitado registrarse ha decrecido y el n¨²mero de sindicatos a los que se ha denegado registro ha aumentado respecto a los dos a?os anteriores. Tambi¨¦n se est¨¢n produciendo m¨¢s denuncias de malos tratos", explica Suson.
De acuerdo con sus datos, los 210 sindicatos de f¨¢bricas textiles activos actualmente est¨¢n agrupados en 30 federaciones. "Dos tercios de las f¨¢bricas caen bajo el paraguas de siete u ocho federaciones sindicales. El otro tercio est¨¢ muy fragmentado. Siempre es mejor estar unidos para tener m¨¢s fuerza", dice. Suson mantiene que no solamente faltan sindicatos, sino tambi¨¦n l¨ªderes sindicales. "Los l¨ªderes que hay no tienen experiencia y las federaciones no tienen los conocimientos para desarrollar buenos l¨ªderes que sean capaces de gestionar las demandas de los trabajadores".
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