Colombia se prepara para la reconciliaci¨®n
Abre la primera Escuela dedicada a temas de justicia y paz en la costa Caribe para sensibilizar a la poblaci¨®n
¡°?Qu¨¦ entendemos por justicia? ?Justicia es s¨®lo la justicia penal? ?O tambi¨¦n es la justicia social, la justicia civil, la recuperaci¨®n de las tierras usurpadas, o la recuperaci¨®n del trabajo que se tuvo que abandonar?¡±
Las preguntas del juez Baltasar Garz¨®n resuenan en el auditorio con un hondo sentido filos¨®fico y testimonial. Su experiencia y su necesaria reflexi¨®n sobre la eficacia de la justicia abrieron un ciclo de conferencias dedicado a la Impunidad, tema clave en el proceso de paz que adelanta el gobierno colombiano con el grupo insurgente de las FARC.
¡°El concepto de Justicia, en mi caso, ha ido evolucionando ¨C¨Cadmite el conferenciante¨C¨C. Y de un planteamiento en el que s¨®lo ve¨ªa como ¨²nica respuesta la c¨¢rcel y, adem¨¢s, en el m¨¢ximo de los m¨¢ximos, me he ido dando cuenta que ¨¦sta no es una realidad¡±.
Frente al ponente, se calcula que m¨¢s de mil personas asisten al debate abierto en Valledupar, una ciudad-capital de la costa Caribe especialmente afectada por la violencia que enfrent¨® el Estado y diferentes grupos ilegales. Todos los estamentos sociales est¨¢n representados ¨C¨Cdesde estudiantes hasta profesionales, intelectuales, l¨ªderes comunitarios y v¨ªctimas del conflicto¨C¨C acuden con el fin de entender lo que se est¨¢ discutiendo en las mesas de di¨¢logo con las FARC en la Habana pero tambi¨¦n lo que implica una reconciliaci¨®n nacional de mayores proporciones. Muchos apuntan juiciosamente las citas m¨¢s relevantes en sus libretas, graban con sus tel¨¦fonos m¨®viles las ideas pronunciadas por los expertos, y a menudo lo relacionan con su experiencia personal. La conciencia de que un conflicto aterrador puede estar acabando renace paulatinamente entre los asistentes.
Hablar de paz y pensar en el posconflicto es algo novedoso en esta zona del pa¨ªs en donde el silencio y la intimidaci¨®n han sido los grandes protagonistas de las ¨²ltimas d¨¦cadas. En realidad, m¨¢s all¨¢ de la capital y los grandes polos econ¨®micos, son pocas las regiones que han abordado en profundidad el asunto de la paz debido a la todav¨ªa notable influencia de grupos ilegales.
La iniciativa de la Primera Escuela de Paz naci¨® sobre la base de que era necesario preparar la poblaci¨®n para temas tan sensibles como la reconciliaci¨®n, el perd¨®n, la b¨²squeda de la verdad, o la reparaci¨®n a las v¨ªctimas, y desde el principio se abrieron las puertas de la Escuela a todos los que desearan intervenir voluntariamente en este proceso de formaci¨®n de ¡°gestores de paz¡±, as¨ª es como se llama a los voluntarios que saldr¨¢n de esta instituci¨®n para desempe?ar diferentes actividades de ¨ªndole c¨ªvica y cultural.
Unos recuerdan a los seres perdidos, preguntan si el Estado podr¨¢ alg¨²n d¨ªa reconocer sus errores
El alcalde de la ciudad, Fredys Socarr¨¢s, pese a las grandes dificultades econ¨®micas que atraviesa su municipio, sustenta su decisi¨®n de invertir en esta Escuela en el extremo dolor acumulado por los habitantes. ¡°147.000 personas de Valledupar han sido v¨ªctimas directas del conflicto. Esto significa que el 33% de la poblaci¨®n total es v¨ªctima directa¡±, explica el funcionario. Una cifra que el mismo juez Garz¨®n calific¨® de abrumadora.
Cada semana durante dos meses, las conferencias se suceden con una din¨¢mica participativa que invita a que los ciudadanos expresen sus dudas y sentimientos. Tras memorables conferencias de ponentes prestigiosos como la abogada estadounidense Naomi Roth, quien explor¨® los casos de Justicia Transicional en pa¨ªses como Sud¨¢frica o Guatemala, el Fiscal de la Naci¨®n Eduardo Montealegre, quien respald¨® abiertamente la iniciativa local y la present¨® como un modelo a seguir en las dem¨¢s regiones del pa¨ªs, el pacifista israel¨ª Yariv Oppenheimer y el doctor palestino Izzeldin Abuelaish, quienes demostraron que la apuesta por la paz era una cuesti¨®n de voluntad ¨C¨Cincluso en los escenarios m¨¢s aterradores¨C¨C, el p¨²blico interviene con sus reflexiones y testimonios. En ese preciso momento, el ejercicio toma toda su dimensi¨®n y brota ese sufrimiento reprimido durante tanto tiempo.
Unos recuerdan a los seres perdidos, preguntan si el Estado podr¨¢ alg¨²n d¨ªa reconocer sus errores, se indignan sobre la poca atenci¨®n que se le da al ser humano y a sus necesidades. Otros reclaman verdad y justicia. Los aplausos premian la sinceridad de cada interlocutor y consolidan tambi¨¦n esos espacios vulnerados por el miedo. Se establece, de repente, una naciente solidaridad frente a esa desconfianza ligada a lustros de abusos e indiferencia.
Entre las intervenciones de v¨ªctimas, cabe destacar el testimonio de la actual candidata a la gobernaci¨®n del departamento del Cesar y militante de la Uni¨®n Patri¨®tica en los a?os 80, Imelda Daza, quien tuvo que abandonar el pa¨ªs m¨¢s de 25 a?os atr¨¢s y refugiarse en Suecia para escapar a una masacre perpetrada desde las instancias del poder. Su reciente regreso a la costa Caribe de Colombia y su renovado protagonismo en la pol¨ªtica regional ilustran el enorme reto que supone para Colombia el proceso de paz, pero tambi¨¦n la esperanza que albergan los sectores m¨¢s populares.
¡°Los horrores del genocidio contra la Uni¨®n Patri¨®tica se padecieron aqu¨ª con rigor en medio de la indiferencia de unos y de la complicidad de otros [¡] ¨C¨Cexpres¨® Imelda Daza¨C¨C. La eliminaci¨®n del contrario ha sido una constante en la historia pol¨ªtica de Colombia y la violencia posterior. Por despiadada que nos parezca, no era de entonces, era consustancial a nuestras costumbres pol¨ªticas. Sin embargo, cada vez que nos convocan a buscar la paz y la reconciliaci¨®n, respondemos entusiastas.¡±
La organizadora y moderadora del evento, la analista pol¨ªtica Natalia Springer, se muestra muy satisfecha con el desarrollo del ciclo de conferencias y la respuesta del gran p¨²blico. Sin embargo, reconoce que no es una empresa f¨¢cil y alude a las intimidaciones, los saboteos, cr¨ªticas y calumnias de parte de opositores que ven con suspicacia toda iniciativa que tenga que ver con la paz. Ante esas dificultades, Springer se muestra determinada a seguir adelante y hacer de esta Escuela un modelo para todo el pa¨ªs.
¡°Esta fue la cuna de los paramilitares, la cuna de uno de los mayores jefes guerrilleros, y aqu¨ª no hay una sola familia que no tenga una herida ¨C¨Csostiene la organizadora¨C¨C. Entonces, es aqu¨ª donde interesa hacerlo. Es aqu¨ª donde hay que hablar sobre estos temas. Bogot¨¢ es otra manera de ver, con una distancia acad¨¦mica, pero aqu¨ª esto despierta iras, rabias, encono, de todo, porque la gente est¨¢ herida¡±.
Su sue?o es que Colombia, y en especial esta zona del pa¨ªs, conozca una dr¨¢stica transformaci¨®n en su manera de resolver los conflictos. Ella se ilusiona con el hecho de que ya se est¨¦ formando a gestores de paz en los colegios, y de que su proyecto de Escuela de Paz haya tenido repercusi¨®n en otras ciudades del pa¨ªs como Medell¨ªn, interesadas en replicar el modelo. Sin embargo, el realismo y la cautela son la constante. ¡°Es un proceso lento¡± explica Natalia Springer antes de recordarnos que el pueblo colombiano lleva m¨¢s de 50 a?os en un conflicto con pausas intermitentes y m¨¢s de 12 procesos de paz frustrados.
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