La Era de la Carne
El consumo de animales es un lujo reciente para la humanidad. Tal vez la alerta de la OMS marque el principio del fin de esta ¨¦poca
![El carnicero francés Bastien Nicolas posando con un cerdo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ERL3DBWNSXCEFFMGBQ7TUI6MFM.jpg?auth=294477bafe4846d4b3acc181a78e9c735b9c681b9baa5ce12abc09cf35bc1fa7&width=414)
La carne se ha vuelto, de pronto, todav¨ªa m¨¢s d¨¦bil. Ya la atacaban desde varios flancos y ahora, de pronto, el golpe artero: que produce c¨¢ncer. Lo sabemos, tratamos de ignorarlo: vivir produce mucho c¨¢ncer y estas vidas del siglo XXI producen, sobre todo, paranoicos, ciudadanos tan satisfechos de esas vidas, tan aburridos de esas vidas que viven para conservarlas. Para eso se atrincheran en s¨ª mismos ¡ªporque todo lo que viene de fuera puede ser peligroso: humos, sales, az¨²cares, hidratos, grasas, drogas varias, cuerpos extra?os o incluso conocidos¡ª. Y ahora, faltaba m¨¢s, la carne cancerera.
Dicen que, en el principio, la carne hizo a los hombres: que aquellos animalitos carro?eros que fuimos hace tres millones de a?os desarrollaron sus mentes gracias a las grasas y prote¨ªnas animales que com¨ªan cuando encontraban alg¨²n cad¨¢ver sin terminar. As¨ª fueron mejorando y aprendieron a matar ellos mismos y mejoraron m¨¢s y descubrieron el fuego y cocinaron y, tan lentos, se hicieron hombres y mujeres. Com¨ªan carne cazada y frutos recogidos hasta que, hace unos d¨ªas, alguien entendi¨® que si enterraba una semilla conseguir¨ªa una planta y el mundo se fue volviendo otro, ¨¦ste: aparecieron la agricultura, las ciudades, los reyes, nuevos dioses, la rueda, los metales, millones de personas, las caries, las clases, la riqueza y sus variadas injusticias. La revoluci¨®n neol¨ªtica cambi¨® todo y, con todo, la alimentaci¨®n: desde entonces los humanos ¡ªsalvo, claro, los ricos y famosos¡ª comimos m¨¢s que nada alg¨²n cereal o tub¨¦rculo o verdura acompa?ados de vez en cuando por un trocito o dos de alguna carne. Y as¨ª fue, durante diez mil a?os, hasta que, unas d¨¦cadas atr¨¢s, las sociedades m¨¢s ricas del planeta entraron en la Era de la Carne.
La carne es estandarte y es proclama: que este planeta s¨®lo se puede usar as¨ª si miles de millones se resignan a usarlo mucho menos
Ahora nos parece normal, pero es tan raro: un bistec con patatas, unas salchichas con pur¨¦, un pollo con arroz, prote¨ªna animal con alg¨²n vegetal acompa?ando, es una inversi¨®n del orden hist¨®rico, tremendo cambio cultural ¡ªy ni siquiera lo pensamos¡ª. Y menos pensamos lo que eso significa como gesto econ¨®mico, social. No le digan a nadie que lo est¨¢ diciendo un argentino: comerse un buen bife/chulet¨®n/bistec, un gran trozo de carne, es una de las formas m¨¢s eficaces de validar y aprovechar un mundo injusto.
Consumir animales es un lujo: una forma tan clara de concentraci¨®n de la riqueza. La carne acapara recursos que se podr¨ªan repartir: se necesitan cuatro calor¨ªas vegetales para producir una calor¨ªa de pollo; seis, para producir una de cerdo; diez calor¨ªas vegetales para producir una calor¨ªa de vaca o de cordero. Lo mismo pasa con el agua: se necesitan 1.500 litros para producir un kilo de ma¨ªz, 15.000 para un kilo de vaca. O sea: cuando alguien come carne se apropia de recursos que, repartidos, alcanzar¨ªan para cinco, ocho, diez personas. Comer carne es establecer una desigualdad bien bruta: yo soy el que puede tragarse los recursos que ustedes necesitan. La carne es estandarte y es proclama: que este planeta s¨®lo se puede usar as¨ª si miles de millones se resignan a usarlo mucho menos. Si todos quieren usarlo igual no puede funcionar: la exclusi¨®n es condici¨®n necesaria ¡ªy nunca suficiente¡ª.
Cada vez m¨¢s gente se empuja para sentarse a la mesa de las carnes ¡ªlos chinos, por ejemplo, que hace 20 a?os consum¨ªan cinco kilos por persona y por a?o, y ahora m¨¢s de 50¡ª porque comer carne te define como un depredador exitoso, un triunfador. En las ¨²ltimas d¨¦cadas el consumo de carne aument¨® el doble que la poblaci¨®n del mundo. Hacia 1950 el planeta produc¨ªa 50 millones de toneladas de carne por a?o; ahora, casi seis veces m¨¢s ¡ªy se prev¨¦ que vuelva a duplicarse en 2030¡ª. Mientras, un buen tercio de la poblaci¨®n mundial sigue comiendo como siempre: miles de millones no prueban la carne casi nunca, la mitad de la comida que la humanidad consume cada d¨ªa es arroz, y un cuarto m¨¢s, trigo y ma¨ªz.
Tardar¨¢: pero alguna vez, dentro de d¨¦cadas, un siglo, los historiadores empezar¨¢n a mirar atr¨¢s y hablar¨¢n de estos tiempos ¡ªun lapso breve, un suspiro en la historia¡ª como la Era de la Carne
Y aparecen las grietas en el imperio de la carne. Primero fue el imperativo de la salud: cuando nos dijeron que su colesterol nos embarraba el cuerpo. Y ahora, en los barrios m¨¢s cool de las ciudades ricas, cada vez m¨¢s se?oras y se?ores rechazan la carne por convicciones varias: que no quieren comer cad¨¢veres, que no quieren ser responsables de esas muertes, que no quieren exigir as¨ª a sus cuerpos, que no quieren. Llueve, estos d¨ªas, sobre mojado: la amenaza del c¨¢ncer. Hasta que llegue la imposibilidad m¨¢s pura y dura: tantos querr¨¢n comer su libra de carne que el planeta, agotado, dir¨¢ basta.
Tardar¨¢: el comercio mundial de alimentos est¨¢ organizado para concentrar los recursos en beneficio de unos pocos, intereses potentes defender¨¢n sus intereses. Pero alguna vez, dentro de d¨¦cadas, un siglo, los historiadores empezar¨¢n a mirar atr¨¢s y hablar¨¢n de estos tiempos ¡ªun lapso breve, un suspiro en la historia¡ª como la Era de la Carne. Que habr¨¢, entonces, pasado para siempre.
Mart¨ªn Caparr¨®s es escritor y periodista argentino y autor de Hambre (Anagrama)
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