Jorge Ramos: ¡°A Trump hab¨ªa que decirle que muchos latinos le odian¡±
Periodista mexicano y presentador de noticias de Univisi¨®n en Miami, es uno de los rostros m¨¢s influyentes de Am¨¦rica Se considera un inmigrante m¨¢s entre los 55 millones de hispanos. Hace poco cuestion¨® los delirios xen¨®fobos de Donald Trump en un tenso cara a cara
El periodista Jorge Ramos solo entiende el oficio desde el compromiso, casi como si tuviera una misi¨®n redentora que no puede y no quiere esquivar. Nacido en M¨¦xico hace 57 a?os, vive desde 1983 en Estados Unidos, donde con esfuerzo, talento y coraje se ha situado entre los personajes m¨¢s influyentes del pa¨ªs. Sus palabras, n¨ªtidas y precisas, atruenan desde los informativos de la cadena hispana Univisi¨®n, en un ejercicio diario de independencia y cr¨ªtica al poder sin importar el color pol¨ªtico. Temido por unos pocos, vituperado por otros tantos y respetado por una mayor¨ªa, Ramos se ha convertido en la conciencia hispana de Estados Unidos. Es una de las voces m¨¢s representativas de los 55 millones de hispanos que viven en el pa¨ªs, pero es, sobre todo, la voz de los 11 millones de indocumentados que residen en la primera potencia mundial.
La causa de los inmigrantes es su causa. En esa clave hay que entender el c¨¦lebre enfrentamiento que tuvo con el magnate Donald Trump, que aspira a ser el candidato republicano en las elecciones estadounidenses del pr¨®ximo a?o y cuyo discurso xen¨®fobo ha monopolizado la precampa?a. Ramos le dijo en la cara a Trump que sus propuestas de deportar a los 11 millones de sin papeles o de construir un muro en la frontera con M¨¦xico son imposibles de cumplir. Se le ha reprochado que actuara m¨¢s como un activista que como un periodista, pero ¨¦l no tiene dudas: hizo lo correcto.
?Qu¨¦ significa hoy ser hispano en Estados Unidos? Significa tener m¨¢s peso que antes. Hemos pasado de ser invisibles a ser visibles y a tener poder. Esto es nuevo porque hasta hace poco los hispanos casi no contaban, no ten¨ªan influencia. Cuando yo llegu¨¦ en 1983 hab¨ªa 15 millones de hispanos, ahora hay 55 y dentro de 35 a?os seremos m¨¢s de 100. Influimos en la m¨²sica, la comida, la forma en que se habla, la econom¨ªa y la pol¨ªtica¡, en todo. Sin los latinos, este pa¨ªs no se mueve. Hay una nueva regla en la pol¨ªtica de Estados Unidos: sin esta comunidad, nadie llega a la Casa Blanca.
?Qu¨¦ ha permitido ese cambio? Son fundamentalmente dos cosas. Primero, los n¨²meros. Es una ola demogr¨¢fica, la ola latina es abrumadora. Actualmente somos el 18% de la poblaci¨®n y vamos a ser un tercio en 35 a?os. Sencillamente somos muchos y cada vez seremos m¨¢s. Hay una an¨¦cdota muy linda. A principios del siglo pasado hab¨ªa parques y tiendas en California y Arizona en los que se dec¨ªa: ¡°Prohibida la entrada a perros y mexicanos¡±. Hoy los hispanos tienen sus propios negocios con letreros donde pone ¡°We speak English¡±. Es un cambio genial. La segunda gran transformaci¨®n es que los hispanos nos hemos convencido de que todo es posible en Estados Unidos. Creemos que el sue?o americano es algo que se puede tocar.
Usted es considerado una de las personalidades m¨¢s influyentes del pa¨ªs. ?C¨®mo gestiona este hecho, en el que se mezclar¨¢n vanidad, responsabilidad, v¨¦rtigo¡? El problema en Estados Unidos es que no hay representaci¨®n pol¨ªtica para los latinos. Somos 55 millones y solo tenemos tres senadores. Somos una poblaci¨®n mucho mayor que la de Espa?a y casi no hay pol¨ªticos que nos representen. A los periodistas latinos nos ha tocado la doble funci¨®n de reportar como cualquier otro periodista en cualquier parte del mundo y, a la vez, hablar por los que no tienen voz. Tenemos una funci¨®n period¨ªstica y una social. Estamos hablando de 11 millones de personas indocumentadas en este pa¨ªs a las que nadie representa.
?No es demasiada carga asumir la voz de los 11 millones de personas indocumentadas que viven en Estados Unidos? Lo que pasa es que yo soy igual que ellos. A fin de cuentas, ¨²nicamente soy un tal. En mi cuenta de Twitter, primero me defino como inmigrante y luego como periodista. La ¨²nica diferencia con los inmigrantes que no tienen voz es que yo poseo un peque?o papel del tama?o de una de mis manos que dice que estoy legalmente en este pa¨ªs. La otra diferencia es que puedo salir en televisi¨®n y decir cosas, en ingl¨¦s y en espa?ol, que muchos de ellos no pueden.
Las im¨¢genes de su enfrentamiento con Donald Trump dieron la vuelta al mundo. ?Ha vuelto a ver el momento? Cada vez que entro en Internet me tropiezo con ellas. Y algunas veces las vuelvo a escuchar.
?Y qu¨¦ piensa? Que hice lo correcto. Hice tres cosas que estuvieron bien. Lo primero, enfrentarme a Trump. Hab¨ªa que decirle en su cara que muchos latinos le odian. Segundo, que hice la pregunta de pie. Estaba convencido de que si hac¨ªa la pregunta sentado, iba a haber una disparidad del lenguaje corporal. Y tercero, hice bien en no irme hasta que acab¨¦ todas las preguntas. La televisi¨®n hay que producirla, nada ocurre porque s¨ª. Est¨¢bamos buscando un momento para enfrentarnos al hombre que m¨¢s odian los inmigrantes en este pa¨ªs. Previamente le hab¨ªa enviado una carta manuscrita, de esas que ya no se hacen, y le puse mi tel¨¦fono m¨®vil. ?l lo public¨® en Internet y tuve que cambiar el n¨²mero. A partir de entonces estuvimos planeando c¨®mo hablar con ¨¦l y hacerle todas las preguntas que estaba tratando de evitar.
Para los inmigrantes se convirti¨® en un h¨¦roe, pero tambi¨¦n recibi¨® cr¨ªticas que sosten¨ªan que se comport¨® m¨¢s como un activista que como un periodista. Entiendo esas cr¨ªticas, pero lo ¨²nico que hicieron fue reforzar mi convicci¨®n de que el mejor periodismo se hace cuando tomas postura frente al racismo, la discriminaci¨®n, la corrupci¨®n, las mentiras p¨²blicas, las dictaduras y los derechos humanos. Si como periodista no tomamos partido en estas seis ¨¢reas, no estamos haciendo bien nuestro trabajo. No puedes entrevistar a un dictador y hacerle la misma entrevista que a una v¨ªctima. No puedes tratar igual a un Gobierno que ha violado los derechos humanos que a los familiares de los desaparecidos. Y a Trump no puedes tratarlo igual que a los dem¨¢s pol¨ªticos cuando est¨¢ discriminando y atacando a tus vecinos, a tus amigos y a tus hijos. El mejor periodismo se hace cuando los periodistas toman partido. En Estados Unidos tenemos el caso de los reporteros de The Washington Post que obligaron a la renuncia de Nixon, o el de Anderson Cooper, que denunci¨® la gesti¨®n del Gobierno tras el paso del hurac¨¢n Katrina. Tenemos a Oriana Fallaci, la gran periodista italiana, o a Elena Poniatowska, la maravillosa maestra a la que hay que agradecer que sepamos lo que pas¨® en la masacre de 1968 en M¨¦xico.
En EE UU hay una nueva regla: sin latinos, nadie llega a la Casa Blanca¡±
?El periodismo exige no solo narraciones as¨¦pticas, sino mancharse las manos? S¨ª, incluye enlodarse, meterse a fondo en un tema y luego tomar la decisi¨®n ¨¦tica de no ser neutral. La neutralidad que nos han inculcado en las escuelas de periodismo me parece que est¨¢ muy bien como primer paso. Si son dos muertos, decir que son dos muertos. Si es rojo, decir que es rojo. Hay que ser precisos, pero el segundo paso es tomar partido, no en todos los casos, pero s¨ª tomar partido.
?Est¨¢ perdida la causa de los inmigrantes indocumentados? No, es una causa que ya hemos ganado. Trump es el ¨²ltimo candidato que se atrever¨¢ a proponer la expulsi¨®n de 11 millones de inmigrantes. Es una estupidez, una idea vieja que da votos temporalmente, pero que a la larga no va a funcionar.
Usted arranc¨® un compromiso a Barack Obama sobre la reforma migratoria que no ha cumplido. ?Le ha decepcionado? Estoy desilusionado con Obama por dos cosas. Primero, por no cumplir la promesa de presentar una ley migratoria en su primer a?o de gobierno. Nos lo prometi¨® y no cumpli¨®. Y la segunda raz¨®n es porque ha deportado a m¨¢s inmigrantes, 2,4 millones, que cualquier otro presidente en la historia de Estados Unidos. A pesar de que agradezco que apoye una reforma migratoria, se equivoc¨® al no cumplir su promesa y err¨® terriblemente al destruir a miles de familias hispanas.
?No ha podido o no ha querido? No creo a los presidentes, que son casi todopoderosos, cuando dicen que no pueden. Obama pudo y no quiso. En su primer a?o controlaba la Casa Blanca y ambas c¨¢maras del Congreso. Hay mil excusas ¨Cla crisis, que Estados Unidos est¨¢ involucrado en dos guerras¨C, pero pudo haberlo hecho y no lo hizo.
?Por qu¨¦ cala en una parte de la sociedad estadounidense el discurso xen¨®fobo de Trump? No hay que buscar explicaciones marcianas a su popularidad. La triste explicaci¨®n es que hay millones de estadounidenses que piensan como ¨¦l, que odian a los inmigrantes y que nos quieren fuera de aqu¨ª. Est¨¢n asustados. Ellos tienen miedo de que su pa¨ªs blanco desaparezca. Y no se han dado cuenta de que ese pa¨ªs ya no existe. Estados Unidos es un pa¨ªs multirracial, multi¨¦tnico, multicultural, y esa mezcla de colores y acentos es algo que a muchos les cuesta. En 2055, Estados Unidos va a ser un pa¨ªs de minor¨ªas y los blancos ser¨¢n una m¨¢s. Este proceso es irreversible.
Sorprende que casi nadie desde el mundo de la pol¨ªtica haya plantado cara a Trump por su discurso xen¨®fobo. Los pol¨ªticos le tuvieron tanto miedo que no se atrevieron con ¨¦l. La Casa Blanca no dijo nada, el Gobierno mexicano no se atrevi¨® a hablar fuertemente, los pol¨ªticos tradicionales tampoco. Los primeros que se atrevieron fueron el actor chileno Cristi¨¢n de la Fuente y el cantante colombiano J Balvin, que se negaron a participar en el evento programado para su concurso de Miss USA.
Jorge Gilberto Ramos ?valo
M¨¦xico, 1958. Aterriz¨® en Los ?ngeles en 1983, despu¨¦s de sufrir censura en su tierra natal. En poco m¨¢s de tres d¨¦cadas ha construido una s¨®lida carrera ligado al canal hispano Univisi¨®n, donde presenta desde 1986 el Noticiero Univisi¨®n y otros espacios de actualidad.
Como periodista, ha cubierto la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, cinco guerras y ha entrevistado a un gran espectro de personajes p¨²blicos. Tiene en su haber ocho premios Emmy; este a?o ha sido incluido en la lista de las 100 personas m¨¢s influyentes del mundo de Time, y se ha ido convirtiendo poco a poco en uno de los l¨ªderes de opini¨®n latinos m¨¢s respetados de Estados Unidos.
Esto ocurre en Estados Unidos, pero en Europa, con democracias tambi¨¦n asentadas, tampoco se sabe c¨®mo abordar fen¨®menos como la inmigraci¨®n. La reciente crisis de los refugiados ha dejado a los Gobiernos at¨®nitos. En ese sentido, Europa y Estados Unidos afrontan un problema com¨²n con or¨ªgenes totalmente distintos. Ante los inmigrantes, la respuesta solo puede ser una: hay que protegerlos. Las grandes naciones se definen no por como tratan a los ricos y poderosos, sino por la forma en que tratan a los m¨¢s vulnerables, en este caso los inmigrantes. No nos podemos equivocar. A los m¨¢s d¨¦biles hay que cuidarlos m¨¢s. Y los m¨¢s d¨¦biles, en Estados Unidos y en Europa, son los inmigrantes. No hay moral ni ¨¦ticamente otra respuesta posible. No podemos devolverlos a que los maten, a un pa¨ªs donde van a durar vivos horas. No podemos hacer eso, aunque nos cueste, aunque haya que cambiar las leyes, aunque haya sectores de la poblaci¨®n que digan que no.
El pr¨®ximo a?o hay elecciones en Estados Unidos. ?Qu¨¦ ve m¨¢s cerca, una mujer o un latino en la Casa Blanca? No s¨¦, pero me parece maravilloso que por primera vez en la historia haya dos latinos, los senadores republicanos Ted Cruz y Marco Rubio, dos hijos de inmigrantes, buscando la presidencia. Uno de mis grandes sue?os es acudir a la Casa Blanca a la toma de posesi¨®n del primer presidente latino. Tengo 57 a?os y creo que ese momento me va a tocar.
No le gusta que le comparen con el hist¨®rico Walter Cronkite y se siente m¨¢s identificado con Oriana Fallaci. ?Por qu¨¦? Crec¨ª con Oriana Fallaci y su libro Entrevista con la historia. Crec¨ª con esa Fallaci que cuestionaba a los poderosos con preguntas inc¨®modas, que no se iba con una pregunta pendiente y estaba dispuesta a pelear y dejar jirones del alma en cada entrevista. A los poderosos hay que entrevistarlos as¨ª, pensando que nunca m¨¢s vas a volver a hablar con ellos, que tienes una sola oportunidad y que si t¨² no haces las preguntas inc¨®modas, nadie m¨¢s las va a hacer. La Fallaci de los ¨²ltimos a?os, la que se convirti¨® en antimusulmana, la desconozco. La primera me inspir¨®. En la guerra del golfo P¨¦rsico me la encontr¨¦ en un hotel en Dhahran, en Arabia Saud¨ª, y cuando junt¨¦ el valor para decirle que gracias a ella soy periodista, se subi¨® en un autob¨²s y se fue a la zona de guerra. Nunca m¨¢s la vi. Ah¨ª aprend¨ª que nunca debes quedarte con ganas de hacer una pregunta.
Ha hablado con los principales dirigentes mundiales. ?Tiene alguna espina clavada, alguien a quien le habr¨ªa gustado o le gustar¨ªa entrevistar? Una vez convers¨¦ 63 segundos con Fidel Castro. Me faltaron los otros 15 minutos. Soy agn¨®stico y encontr¨¦ en el periodismo el lugar perfecto para un agn¨®stico, alguien que siempre duda de todo. Pero me falta el Papa. ?Cu¨¢ndo vamos a volver a tener un Papa que hable espa?ol? Espero con ansia poder hablar con el Papa. Los anteriores no se dejaban entrevistar, pero este s¨ª. Una vez tuve una entrevista muy dura con un cardenal al que acusaba de encubrir actos de abusos sexuales y creo que no soy bien recibido en el Vaticano.
Su padre quer¨ªa que fuese abogado o arquitecto y lleg¨® al periodismo un poco por casualidad. Mi pap¨¢ quer¨ªa que fuera arquitecto como ¨¦l, ingeniero, abogado o doctor. Para ¨¦l, eran las ¨²nicas profesiones leg¨ªtimas. Cuando dije que quer¨ªa ser periodista, me dijo: ¡°?Qu¨¦ vas a hacer con eso?¡±. Y recuerdo el ¡°eso¡± con particular viveza porque me estaba diciendo que mi decisi¨®n era una locura. Quiz¨¢ ten¨ªa raz¨®n en que el periodismo es una locura. ?Qu¨¦ profesi¨®n te permite ser testigo de los grandes cambios en el mundo y conocer a las personas que hacen esos cambios? Es una locura meterse en zonas de guerra cuando la gente sale de ah¨ª o enfrentarse a pol¨ªticos a los que se tiene miedo. Es una locura maravillosa y no la cambiar¨ªa por nada.
Dej¨® M¨¦xico hace m¨¢s de treinta a?os porque fue censurado. ?C¨®mo recuerda aquella ¨¦poca, el desarraigo de su pa¨ªs y su llegada a Estados Unidos? En mi tercer reportaje para la televisi¨®n quise hacer una historia sobre el autoritarismo de los presidentes. En esa ¨¦poca, en los ochenta, en M¨¦xico los presidentes escog¨ªan a dedazo a su sucesor. Las elecciones no importaban. Y cuando propuse hacer el reportaje, el entonces director del programa me dijo que c¨®mo se me ocurr¨ªa hacer semejante cosa. Trataron de cambiarlo, quer¨ªan que leyera otro texto, y finalmente renunci¨¦. Guard¨¦ mucho tiempo esa carta de renuncia con orgullo. Vend¨ª mi auto, consegu¨ª 2.000 d¨®lares y me vine como estudiante a Estados Unidos. Recuerdo llegar al aeropuerto de Los ?ngeles el 2 de enero de 1983 y todo lo que ten¨ªa lo pod¨ªa cargar con mis dos manos: una guitarra, una maleta y un portafolios. Recuerdo salir del aeropuerto, el atardecer, una sensaci¨®n de libertad que no he vuelto a tener. Nunca en Estados Unidos me han censurado nada ni prohibido hacer una pregunta. En ese sentido, es mi trinchera. Puedo ir a M¨¦xico, hacer preguntas a presidentes corruptos, regresar a Estados Unidos y tener una vida normal, sin guardaespaldas, sin que me maten. Si me hubiera quedado en M¨¦xico, no s¨¦ qu¨¦ hubiera ocurrido. En la ¨²ltima d¨¦cada han asesinado a m¨¢s de ochenta periodistas. Estados Unidos me ha proporcionado las oportunidades que mi pa¨ªs de origen, M¨¦xico, no me ha dado.
Ha sido muy cr¨ªtico con el Gobierno mexicano tras el informe que desmonta la versi¨®n oficial de la desaparici¨®n de los 43 estudiantes normalistas de Guerrero. ?Le ha defraudado Pe?a Nieto? M¨¦xico me duele mucho y Pe?a Nieto ha sido un terrible presidente en t¨¦rminos de derechos humanos y corrupci¨®n. ?C¨®mo es posible que desaparezcan 43 estudiantes y que un a?o despu¨¦s no se sepa d¨®nde est¨¢n? ?C¨®mo es posible que la esposa del presidente compre una casa de siete millones de d¨®lares [6,2 millones de euros] a un contratista gubernamental y no pase absolutamente nada? Es inaceptable, y yo me pregunto d¨®nde est¨¢n los indignados en M¨¦xico. En Guatemala han dado un ejemplo maravilloso de c¨®mo se lucha contra la corrupci¨®n. Creo que en M¨¦xico hay que invitar a una comisi¨®n internacional para que investigue la corrupci¨®n y los derechos humanos porque est¨¢ clar¨ªsimo que el Gobierno no lo va a hacer. M¨¢s de 40.000 personas han muerto desde que Pe?a Nieto lleg¨® al poder y M¨¦xico est¨¢ en uno de sus peores momentos.
Ha hablado de los indignados. ?Est¨¢ fallando la fortaleza de la sociedad civil? No, la culpa no es de la sociedad civil. Estamos ante un Gobierno muy corrupto que trata de imponerse. Pero M¨¦xico no es sus gobernantes, y cada vez hay m¨¢s se?ales de que la sociedad civil, periodistas, artistas y escritores, no est¨¢ dispuesta a callarse. El Gobierno conoce muy bien c¨®mo abusar de su poder, pero los mexicanos est¨¢n cansados.
Lleva m¨¢s de tres d¨¦cadas en Estados Unidos, pero siempre est¨¢ atento a lo que ocurre en Am¨¦rica Latina. Males como la corrupci¨®n, la violencia, la inestabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica no terminan de mitigarse. Veo tres problemas en Am¨¦rica Latina. Uno, a pesar de que formalmente la mayor parte de los pa¨ªses vive en democracia, hay una terrible tendencia a acumular el poder. Nuestros presidentes se sienten todopoderosos. Tienes Ecuador, Venezuela, Nicaragua o Argentina. Tienes luego la dictadura cubana y al PRI en M¨¦xico. A pesar de la democracia, seguimos teniendo caudillos, y eso es un lastre terrible. El segundo problema es que hay grupos que no quieren dejar el poder, y esto ha generado verdaderos sistemas de corrupci¨®n casi imposibles de romper. Y tercero, para echarla a perder, como decimos en M¨¦xico, tienes a los narcotraficantes. En Estados Unidos hay m¨¢s de 20 millones de consumidores de drogas y la ¨²nica forma de recibir esas drogas es a trav¨¦s de Am¨¦rica Latina. Si tienes esas tendencias autoritarias, la corrupci¨®n y el narcotr¨¢fico, la combinaci¨®n es casi imposible de superar. Por eso en Am¨¦rica Latina corremos el riesgo de otra d¨¦cada perdida.
Ha dicho en alguna ocasi¨®n que el ingl¨¦s es el idioma del poder. ?Qu¨¦ futuro le ve al espa?ol en Estados Unidos? El ingl¨¦s sigue siendo el idioma del poder, pero ya hay partes de EE UU que son biling¨¹es. Si caminas por zonas de Miami, Chicago, Nueva York o Los ?ngeles te das cuenta de que se habla m¨¢s espa?ol que ingl¨¦s. Algunos de los programas de televisi¨®n m¨¢s vistos y de las estaciones de radio m¨¢s escuchadas son en espa?ol. Los latinos hemos logrado que el espa?ol se quede para siempre en este pa¨ªs. Es m¨¢s, creo que los que hablamos espa?ol en Estados Unidos podemos aportar mucho m¨¢s al diccionario de la Real Academia Espa?ola de la Lengua que los de otros pa¨ªses debido a los grandes cambios tecnol¨®gicos aqu¨ª. He escuchado palabras impresionantes, como tuitear o feisbuquear.
elpaissemanal@elpais.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.