Basta de palabrer¨ªa

No hay partido pol¨ªtico ni medio de comunicaci¨®n que no quiera estar presente en una manifestaci¨®n contra la violencia de g¨¦nero. No faltan editoriales, declaraciones p¨²blicas ni ce?os fruncidos. Y es l¨®gico. ?Qu¨¦ organizaci¨®n, qu¨¦ l¨ªder no se sumar¨ªa en estos momentos a la repulsa un¨¢nime contra estos cr¨ªmenes dictados por el desprecio a las mujeres? Poco se habla, en cambio, de la educaci¨®n que cimenta esta violencia, y menos a¨²n de esas actuaciones relacionadas con la infravaloraci¨®n de la mujer de la que tanto medios de comunicaci¨®n como partidos son c¨®mplices. Hay un silencio asombroso sobre la desigualdad de los sueldos a favor de los hombres. No se habla porque los datos suelen ser secretos: en el mercado arbitrario de los aut¨®nomos nunca llegar¨¢s a enterarte de lo que gana tu compa?ero y de por qu¨¦ la direcci¨®n de una empresa entiende que la recompensa al trabajo de una mujer ha de ser menor.

Dir¨ªa, y espero que se me entienda, que es m¨¢s f¨¢cil condenar la violencia que actuar a diario para que las mujeres participen en el mundo social y laboral en igualdad de condiciones. Y aqu¨ª entran estos mundos supuestamente m¨¢s abiertos, el de la cultura y el de la comunicaci¨®n. Mientras las mujeres no tengamos id¨¦nticas posibilidades de mando, mientras nuestro trabajo no sea considerado como el de nuestros colegas, mientras se requiera nuestra voz en un foro s¨®lo para compensar la abrumadora presencia masculina, no podemos hablar de compromiso real con la igualdad.

Desde aqu¨ª me dirijo a los que deciden los sueldos y los puestos: basta de palabrer¨ªa, adquieran ustedes compromisos reales. No tenemos menos lectores, ni menos telespectadores, ni menos p¨²blico. Estamos educadas, eso s¨ª, para darnos menos importancia.