Sangre fr¨ªa
Hay que emplear todos los instrumentos de seguridad frente al terror
Sin llegar a la complejidad del ataque llevado a cabo contra Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, el yihadismo ha vuelto a emplear bombas humanas para causar en Par¨ªs una de las matanzas m¨¢s odiosas que se recuerdan. El alcance mort¨ªfero de estos nuevos actos de barbarie es el mayor en suelo europeo desde los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.
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Las palabras de solidaridad con Francia y los llantos por las v¨ªctimas hacen falta para llevar a cabo la necesaria tarea de duelo por los muertos. C¨®mo no conmoverse ante los ciudadanos que han ca¨ªdo segados por las balas o destrozados por las bombas humanas en Par¨ªs, entre ellos un espa?ol. C¨®mo no horrorizarse ante las im¨¢genes de cuerpos destruidos a ciegas, y c¨®mo no sentir la debilidad de creernos impotentes frente al terror.
Sin embargo, la reciente historia de Espa?a demuestra precisamente lo contrario: se puede vencer al terrorismo con las armas de la democracia, a costa de mucho dolor y siempre que seamos capaces de mantener la sangre fr¨ªa frente a los zarpazos terroristas. Y esto vale no solo para los Gobiernos, sino para las sociedades ante las que responden, sabiendo que el enemigo desborda las fronteras tradicionales, usa los instrumentos comunicativos de la globalizaci¨®n y no duda en enviar a los suyos a una muerte segura con tal de hacer m¨¢s da?o.
Esta guerra insidiosa nos habla del fanatismo totalitario que se esconde en las cabezas de los que dirigen el llamado Estado Isl¨¢mico, sin duda decididos a proseguir la escalada criminal. Las democracias tienen el derecho y la legitimidad de emplear todos los instrumentos de seguridad que sean precisos frente al terror ¡ªincluidos los militares¡ª por m¨¢s incomodidades y riesgos que las medidas puedan causar a la vida cotidiana. Y las sociedades deben comprenderlo y apoyarlo.
Francia es un pa¨ªs muy comprometido en este combate, y los predicadores de la guerra santa lo han elegido como objetivo a abatir. Solo en lo que va de a?o lo demuestran los atentados llevados a cabo en la revista Charlie Hebdo y una tienda de productos kosher en Par¨ªs, m¨¢s la intentona posterior de provocar la explosi¨®n de una planta de gases industriales en Lyon. En v¨ªsperas de una Cumbre del Clima que reunir¨¢ en la capital francesa a numerosos jefes de Estado y de Gobierno, y con la perspectiva de la celebraci¨®n de la Eurocopa en 2016, no cabe enga?arse sobre la l¨®gica que gu¨ªa la locura asesina con la que se comportan los fan¨¢ticos.
Que esta vez haya sucedido en Francia no debe hacer olvidar la situaci¨®n de Espa?a, citada y amenazada frecuentemente en comunicaciones de los grupos terroristas. La reacci¨®n de Mariano Rajoy y de los partidos pol¨ªticos fue ayer la adecuada, en general, incluida la buena noticia de que el l¨ªder de Ciudadanos, Albert Rivera, desea adherirse al pacto antiterrorista existente entre PP y PSOE.
Los m¨¦todos para ejecutar las matanzas son diferentes, pero cuentan con un denominador com¨²n: provocar el m¨¢ximo da?o indiscriminado y hacerlo con la mayor crueldad. Son tantos y tan graves los actos de Al Qaeda y del llamado Estado Isl¨¢mico que nadie puede cerrar los ojos ante los que inventan mil maneras de mostrar la vulnerabilidad de las sociedades sometidas a sus designios.
La condici¨®n necesaria para enfrentarse a ellos es no dejarse llevar por arrebatos que puedan confundir la defensa frente a los yihadistas con la convivencia de las comunidades musulmanas all¨ª donde existen, ni cuestionar las libertades desde las que los europeos debemos diferenciarnos de los salvajes que nos atacan.
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