?Es el mundo un lugar justo para los ni?os?
Hemos trasladado a todos los partidos pol¨ªticos la necesidad de construir un Pacto de Estado por la Infancia que luche contra la pobreza infantil y por la inclusi¨®n social
"?Eso no es justo!" ?Qui¨¦n no ha o¨ªdo esta expresi¨®n en la boca de un ni?o ante lo que considera una injusticia? En UNICEF tenemos claro que la inversi¨®n en infancia ¨Cespecialmente en las ni?as y los ni?os m¨¢s pobres y desfavorecidos¨C es hoy, m¨¢s que nunca, una cuesti¨®n de justicia. Pero, ?estamos construyendo un mundo justo? ?Hacemos todo lo que est¨¢ en nuestra mano para edificar un futuro m¨¢s igualitario?
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Seguro que el lector ya tiene una respuesta. Hoy, en el D¨ªa Universal del Ni?o, es imposible hablar de justicia cuando el hambre provoca cada d¨ªa la muerte de 8.000 ni?os menores de cinco a?os; cuando los ni?os y ni?as de los hogares m¨¢s pobres del mundo tienen casi el doble de probabilidades de morir antes de cumplir cinco a?os que los ni?os de los hogares m¨¢s ricos; cuando 59 millones de ni?os no disfrutan de su derecho a estudiar en la escuela primaria. Imposible hablar de justicia cuando las enormes desigualdades a las que se enfrenta la infancia desembocan en un c¨ªrculo vicioso de pobreza que puede transmitirse de generaci¨®n en generaci¨®n.
La situaci¨®n se complica en los escenarios donde las desigualdades conviven con conflictos y desastres naturales. UNICEF estima que unos 250 millones de ni?os viven en pa¨ªses y zonas afectadas por conflictos armados. El cambio clim¨¢tico amenaza los beneficios conquistados en favor de la infancia en las ¨²ltimas d¨¦cadas, y el calentamiento global del planeta se presenta como un freno a su supervivencia, alimentaci¨®n, educaci¨®n y salud.
Amenazas globales entre las que no podemos dejar de mencionar la situaci¨®n de los ni?os que huyen de la violencia en Siria, Irak o Afganist¨¢n, y que ha provocado la mayor crisis de refugiados y migrantes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que 700 ni?os han muerto en el Mediterr¨¢neo en los primeros meses de 2015, 700 como el peque?o Aylan ?lo recuerdan? Ni?os que huyen de una situaci¨®n brutal y dram¨¢tica. Como lo ha sido tambi¨¦n la vivida hace unos d¨ªas en las calles de Par¨ªs. Estos tr¨¢gicos acontecimientos son un recordatorio brutal de por qu¨¦ tantos cientos de miles de ni?os y sus familias est¨¢n huyendo de sus pa¨ªses de origen. Ante esta situaci¨®n, es urgente no estigmatizar a los ni?os y ni?as de origen ¨¢rabe o de religi¨®n musulmana, tanto a los residentes como a los que se agolpan en las fronteras de la Vieja Europa. Son v¨ªctimas del terror y no deben, bajo ning¨²n concepto, ser v¨ªctimas, una vez m¨¢s, si son rechazados en las fronteras, acosados o discriminados en las comunidades donde ellos y sus familias buscan una vida mejor. Cuando se cumplen 26 a?os de la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o (CDN) los gobiernos deben tener claro que sus preceptos son de obligado cumplimiento, que deben respetar los valores culturales de la comunidad, que el ni?o tiene ¡°derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religi¨®n¡± (art¨ªculo 14 de la CDN); que se proporcionar¨¢ protecci¨®n especial a los ni?os considerados refugiados o que soliciten el estatuto de refugiados (art¨ªculo 22).
Es imposible hablar de justicia cuando el hambre provoca cada d¨ªa la muerte de 8.000 menores de cinco a?os y 59 millones no disfrutan de su derecho a estudiar en la escuela primaria
Estamos pues ante un panorama no muy justo que digamos. Pero, precisamente para ser justos, no podemos olvidar que el mundo ha logrado reducir las desigualdades que sol¨ªan privar a millones de ni?os y ni?as de una vida digna, de una nutrici¨®n y una atenci¨®n sanitaria adecuadas, de acceso a la ense?anza. En las ¨²ltimas d¨¦cadas se han conseguido logros verdaderamente hist¨®ricos. Desde el a?o 2000, la reducci¨®n de la mortalidad infantil ha hecho posible que cerca de 48 millones de ni?os lleguen a su quinto cumplea?os; hoy viven en condiciones de extrema pobreza aproximadamente 721 millones de personas menos que a principios de la d¨¦cada de 1980; y m¨¢s del 90% de todos los ni?os y las ni?as en edad de asistir a la escuela primaria se encuentran matriculados en la actualidad. Salvando las distancias, la desigualdad es un reto tambi¨¦n en Espa?a. Con un 30,5% de ni?os en riesgo de pobreza, hay que apostar por construir un escenario m¨¢s justo. De cara al 20D hemos trasladado a todos los partidos pol¨ªticos la necesidad de construir un Pacto de Estado por la Infancia que luche contra la pobreza infantil y por la inclusi¨®n social.
Hoy, en el cumplea?os de la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o, desde UNICEF queremos convertir el c¨ªrculo vicioso de la desigualdad en un c¨ªrculo virtuoso de oportunidades. Sabemos c¨®mo hacerlo. Es cierto que tenemos por delante necesidades urgentes e insatisfechas, que contrastan de manera brutal con los avances conseguidos, pero tenemos que ser consciente de que hemos avanzado como nunca antes en la historia de la humanidad. ?Qu¨¦ nos impide seguir avanzando? Sinceramente: nada. La apuesta decidida, el compromiso y la voluntad por parte de todos nos han permitido avanzar; apretemos ahora el acelerador para cumplir las promesas que nos hemos marcado recientemente con la aprobaci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Preguntemos a los ni?os, escuchemos lo que nos dicen, compartamos su sentido de la justicia, quiz¨¢s aprendamos algo. Estamos obligados a ofrecerles una oportunidad justa, a trabajar en favor de la equidad. Y es que este principio, el de equidad, es el que inspira la labor de UNICEF, centr¨¢ndose en los ni?os y ni?as m¨¢s vulnerables del mundo: los que padecen hambre en polvorientas aldeas de Sud¨¢n del Sur; los que se juegan la vida huyendo de los conflictos armados en asoladas ciudades de Siria; los que no pueden ir a la escuela por los desastres naturales cada m¨¢s frecuentes e intensos¡
Escrib¨ªa Mario Vargas Llosa en estas mismas p¨¢ginas hace unas semanas: ¡°Esas masas que vienen a Europa, desplegando un hero¨ªsmo extraordinario, rinden, sin saberlo en la gran mayor¨ªa de los casos, un gran homenaje a la cultura de la libertad, la de los derechos humanos y la coexistencia en la diversidad, que es la que ha tra¨ªdo desarrollo y prosperidad a Occidente¡±. Todos, desde ese desarrollo y prosperidad, tenemos posibilidades de aportar, podemos hacer algo para atajar la pobreza y la desigualdad; los ni?os, m¨¢s que nadie, tienen derecho a sobrevivir, prosperar y desarrollar plenamente sus capacidades, independientemente de qui¨¦nes sean y del lugar donde viven. Tenemos la obligaci¨®n de convertir su esperanza en oportunidad. Es una cuesti¨®n de justicia.
Carmelo Angulo Barturen es presidente de UNICEF, Comit¨¦ Espa?ol
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